Día mundial del medio ambiente; nuestra casa está en llamas

Día mundial del medio ambiente; nuestra casa está en llamas

Día mundial del medio ambiente; nuestra casa está en llamas
05 Junio 2021

Honoria Zelaya de Nader

Dra. en Letras Escritora. Miembro de Número de la Academia de Literatura Infantil Juvenil

Es casi un lugar común apelar hoy desde diversos ámbitos culturales, en pro del respeto por el planeta que habitamos. No obstante, los caminos transitados por la ciega vanidad del hombre, por la necia omnipotencia manifestada especialmente en los últimos tiempos, nos hacen sentir cada vez más cercano el Apocalipsis. Y en consecuencia, cada primavera aspiramos con creciente temor el prodigioso regalo de nuestros azahares y tampoco contemplamos en pasa, el legado de belleza sin par de nuestros lapachos amarillos, ante el riesgo latente de que en cualquier momento puedan dejar de ser merced la tremenda estupidez humana.

¿Acaso el hombre no camina a pasos agigantado hacia la destrucción de su hábitat? ¿No es nuestro planeta un ser enfermo cubierto de males producidos por el hacer del homo faber ? ¿No se nos advierte que cada vez hay menos rosas y más desiertos? ¿No mueren en nuestros mares miles de delfines para dar pasos a los cementerios nucleares?

No es nada honrosa por cierto para el género humano ser cómplice de la destrucción del planeta. No es nada edificante para el hombre destruir su propia especie. ¿Qué significación paterna se asume si no protegemos la sonrisa futura de nuestros hijos, protegiendo y enseñándoles a proteger nuestra planeta? ¿Acaso no es la vida marcha proceso y simiente? No es casual por cierto que los más prominentes hombres de letras tengan convergencia plena de pensamiento en defensa de la ecología y apelen reiteradamente a la cordura desde sus escritos.. Roa Bastos, en un simposio realizado en la ciudad mexicana de Morelia, en su ponencia “Hacia el fin del milenio” señalaba al respecto “..este malestar violento que ataca el cosmos de nuestras sociedades es tal vez el síntoma de una decadencia antes desconocida en la historia humana con su cadena de profundas perturbaciones psicosociales: una degradación creciente, que toma la forma de un suicidio colectivo, una degradación íntima y profunda que corroe la ecología del alma de la humanidad, por obra de sus clases dirigentes y de sus técnicos al servicio de la destrucción. Esta es la tragedia de un mundo a la deriva. Este es el mito del mundo moderno del hombre, que no podrá ser relatado a su descendencia en la tierra porque no habrá tierra ni habrá descendencia” Frente a tales oscuros vaticinios reconforta la acción de un significativo número de notables escritores que se dirigen a la infancia con propuestas de conductas ecológicas saludables. Un buen ejemplo para los jóvenes es el cuento “Los omicritas y el hombre pez” de Juan Jacobo Bajarlía (. No menos elocuente, el inscripto en “Las abejas de bronce” de Marco Denevi.

Aarón Cupot en El País de los ojos transparentes, como en La Isla del cielo y en Cuentos del año 2001, teje narraciones en las que los avances científicos no atentan contra los legados naturales. También Carlos Joaquín Duran en Viaje al Planeta Misterioso hace un planteo ecológico estructurado en valores trascendentes, y Syria Poletti en un capítulo nuclear de El Misterio de las valijas verdes apunta que “…la música, el canto, la danza, la poesía, en suma el arte, es la clave para salvar al hombre de su destrucción” Syria Poletti sabía de esto. Su infancia transcurrida en una Italia desangrada por el horror de la guerra le confiere autoridad..

Sin lugar a dudas la literatura infantil argentina actual tiene muy en cuenta que “existen en el mundo más de cincuenta mil ojivas nucleares emplazadas para eliminar doce veces todo rastro de vida en la Tierra” , como bien lo señalara García Márquez No se les escapa tampoco a nuestros creadores la acción de desaprensivos conceptos de desarrollo económicos, tal como el que generan los impacto de los barcos petroleros en la ecología.. Al cierre de estas reflexiones, los medios de comunicación informan como uno de los peores desastres ecológicos de la historia de estas aves en Argentina sobre la muerte de miles de pingüinos contaminados con petróleo. De allí que reconforta que los “tejedores de sueños” para la infancia asuman como empresa cósmica, mensajes con planteos reflexivos, responsables, comprometidos, tendientes a evitar que nuestro mundo se convierta en un basurero planetario.

Pero esta reacción actual ante la locura destructiva que domina a los seres humanos no es nada nueva para nuestro pueblo. Latía ya en la conciencia de nuestros antepasados indígenas. Cuando el blanco pisó la América Indígena mucho era lo que se había “escrito” al respecto. No por mera casualidad, en la hermandad con la naturaleza se hunden las raíces de la Literatura Infanto Juvenil del NOA. Un expansivo aliento de fraternidad cósmica se respira en nuestra literatura de raíz indígena. merced esos mensajes simbólicos que muestran al hombre los caminos de su evolución en base al respeto por el planeta que habitamos. Son legados comprometidos vehementemente con el destino de la especie humana que apelan a la cordura rehumanizando al hombre. ¿No son acaso los textos esenciales que sostienen a Pachamama y Coquena?

Camina por el mismo sendero “lo escrito” por la cultura Moché en el templo de la Luna. Allí se representa un mito prehispánico – estudiado por Imbelloni- relativo a la destrucción de la Humanidad por los mismos objetos que fabricó el hombre. La pintura mural muestra cómo los escudos y las armas se animan, cobran vida, les rodean brazos y piernas y con armas en mano persiguen, luchan y apresan a los hombres. Los artefactos se revelan ante la humanidad que los creó y la aniquila . Va de suyo que tanto en los mensajes de Pachamama y Coquena, como en el escrito mochica, es axial la advertencia contra la ciega vanidad del hombre. Contra su soberbia. Contra la falsa imagen que se tiene de sí ; que resulta necio concebir al hombre como rey de la creación.

No en vano los citados relatos apelan a la toma de conciencia de la verdadera dimensión de la humanidad dentro del universo.Tanto Pachamama como Coquena espejan el enorme respeto que nuestros antepasados tenían por la naturaleza, por el equilibrio ecológico. ¿Cómo no intuir la emoción, el temblor ensoñado del niño indio de ayer al ingresar a ese territorio mítico? ¿Cómo invalidar la atracción del niño de hoy ante esa Palabra…?

En consecuencia, no es casual la fascinación que ejerce la tierra sobre los escritores tucumanos. Se trata no sólo de una respuesta a la realidad geográfica, sino también de una respuesta a la internalización de una semántica mítica enraizada en nuestro pasado: la tierra como Madre. El numen tutelar de Pachamama anticipa y establece núcleos temáticos que luego desarrollarán nuestros escritores. Es indudable que Pachamama, allá en los tiempos remotos de su comunidad arcaica asumió la función de divinidad suprema, tanto como en épocas menos lejanas asumió la función de punto de partida de la literatura infantil en el NOA la que enmarca perfiles de una fuerte relación entre el hombre y su tierra. Por cierto no se desvanece lo que se siembra en la infancia. no pierde tinte ni perfiles en la memoria. Se arraiga en lo profundo como arcilla permanente y húmeda, invariable y modulable al mismo tiempo. El espíritu del hombre se hace con tejidos de imágenes.

Vaya como marginal testimonio lo vivido durante más de tres décadas en escuelas tucumanas. Al entregarles a niños provenientes de distintos sectores socioculturales, relatos de nuestro universo mítico, los que mayores resonancias afectivas recibían eran los de Pachamama y Coquena .Pachamama justificaba la elección desde su rol de madre fecunda y protectora. Y si agregamos a lo señalado sus atributos mágicos, no nos sorprende que pudiera reemplazar holgadamente a las hadas y otras deidades

En cuanto a Coquena: vagabundo, conductor de rebaño, generosos con los necesitados e implacable con los destructores, también sabía llegar a la infancia como así mismo motivar a creadores como Juan Carlos Dávalos, Octavio Cejas, Ramón Alberto Pérez.

En síntesis si seguimos los caminos que nuestro antepasados señalaron aún es posible que las cucarachas no desplacen a nuestra especie. Una preservación ecológica se ejercita en el respeto por el pasto que se pisa, en el aire incontaminado que se respira, en el silencio que se le brinda al canto de un zorzal y más aún si se lo espeja desde la potencia de las palabras ensoñadas.

La literatura infantil, bordada con alientos de fraternidad cósmica ha de simbolizar para la infancia lo que la paloma con la rama de olivo en el pico denotó para Noé al final del diluvio. Nuestro NOA sabe mucho de esto. Su Literatura también. Un hermoso y comprometedor legado.

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