En tiempos de pandemia, la planificación es día a día. A tal punto es así que, a falta de un mes para la Copa América, aún no es del todo seguro que vaya a jugarse en suelo argentino. La preocupante situación epidemiológica que atraviesa el país y que tuvo a la actividad deportiva paralizada durante toda la semana para bajar los contagios llevó a la Conmebol a analizar sedes alternativas “por las dudas”. Así lo indican algunas versiones que se dieron a conocer ayer, favorecidas por ciertos puntos de choque en las negociaciones entre la entidad sudamericana y el gobierno argentino sobre las condiciones en las que se llevará a cabo el torneo. Por caso, la imposibilidad de jugar con público en el país y la de vacunar a los planteles con SinoVac, producida por China y cuya aplicación aún no fue aprobada por las autoridades de salud argentinas.
Donde sí lo fue es en Chile, por lo que Conmebol evalúa trasladar la competencia al país trasandino como opción a adquirir vacunas que sí se puedan aplicar en Argentina. Como solución a la asistencia de espectadores, surgió la posibilidad de Estados Unidos, donde sí esta permitida. No es un detalle menor: además del evidente deterioro que sufre la competencia por la falta de público, se calcula que jugar a puertas cerradas implicaría una pérdida cuantiosa para la organización, de alrededor de 30 millones de dólares. Por esa razón es que otro de los puntos de la negociación era un pedido de exención impositiva por parte de Conmebol hacia el gobierno argentino.
Por otro lado, se confirmó que los seleccionados podrán presentar una lista de hasta 28 jugadores en lugar de los 23 habituales, habida cuenta la situación excepcional. No obstante, sólo 23 podrán ser convocados para cada partido.