La vena inflamada en su cuello mientras corría sacándose la mufa luego de abrir el marcador contra Deportivo Riestra, resume lo que vivió Gonzalo Rodríguez durante el último tiempo. Las lesiones musculares y la covid-19 le jugaron una mala pasada y lo obligaron a pasar más tiempo lejos del campo, algo a lo que no estaba muy acostumbrado.
Símbolo “santo”, que sufrió y gozó como pocos durante últimos 10 años, sintió volver a la vida gracias a su producción en el último juego antes del parate. Un gol y una asistencia en el duelo contra el “Blanquinegro”, sirvieron para que San Martín pudiera cortar la racha nefasta jugando en casa; pero sobre todo, para que él recuperase la confianza. “La pasé muy mal durante los últimos meses. Primero tuve una lesión que me impidió rendir bien y hasta me obligó a parar y luego, a raíz de la covid-19, me costó muchísimo recuperar mi mejor condición física. Gracias a Dios estoy mucho mejor”, explica en el mano a mano con LG Deportiva.
A ese grito furioso no lo tomó como una revancha ni como una respuesta a sus detractores; no. Festejó como lo hace de manera habitual cada vez que convierte, vestido de rojo y blanco. “Quizás en otro momento de mi carrera lo hubiera tomado así, pero ahora ya no. Ya está. Además, si te ponés a ver, a cada gol que convertí con esta camiseta lo grité de la misma manera. No son muchos, pero sí bien sentidos”, ríe con ganas “Turbo”, ese que sueña con recuperar el nivel exhibido durante la temporada finalizada. “Soy el principal crítico de lo que hago; siempre fui así. Luego de cada partido me siento a ver qué hice bien y qué cosas no. Sé que me falta mucho por aprender, pero gracias a esto pude llevar adelante mi carrera”.
Como a cada segundo vivido con esta camiseta, prefiere mirarlo con alegría y optimismo. “En mi cabeza sólo está el deseo que a San Martín le vaya bien. Quiero que esto sea un puntapié para volver a ser importante para el grupo, para el equipo y para esta institución que es lo único que importa”, afirma feliz con la levantada del equipo de la mano de Pablo De Muner. “Se ve un equipo diferente. Pablo trabaja muy bien, está muy preparado para su profesión y en cada detalle. Lo conocía como jugador y como capitán y siempre fue igual. En su momento dije que fue uno de los mejores capitanes que tuve y desde ahí se veía que tenía algo diferente. Además, es una persona enorme”.
Si todo sale como espera, en la reanudación del torneo cumplirá 100 partidos en la segunda categoría de nuestro fútbol. “Me sorprende porque no tenía ese dato. Son muchos partidos, más por haberlos jugado con una sola camiseta. Quiero disfrutar este momento”, avisa.
El gol y el buen nivel aparecieron en un momento justo. En su cabeza pesa, y mucho, el hecho de que, tal vez, puedan llegar a ser sus últimos partidos con la camiseta que ama. “Me agarra mucha angustia de pensar eso”, dice con la voz entrecortada y un silencio que deja a la vista que la procesión va por dentro. “Fueron muchos años en el club. Viví cosas lindas, momentos feos; pero acá fui feliz. Además, tengo un sentimiento único por esta camiseta. San Martín lo es todo, me entregó muchísimo, me ayudó a crecer como jugador y como persona”, prosigue como puede.
Sabe que todo puede pasar; que aunque le duela, tal vez tenga que decir adiós. “Son las cosas que tiene el fútbol. San Martín siempre tendrá la prioridad; si por mí fuera me quedaría a vivir en este club. Pero si no se dan las cosas, siempre seré un eternamente agradecido a la institución y a cada una de las personas con las que traté. Roberto (Sagra) y esta nueva comisión directiva se portaron 10 puntos conmigo. Todos”, sentencia “Turbo”, ese que vive por y para San Martín, y que espera que el amor y el idilio no se terminen jamás.