“Conocí a mi querido padre Melitón Chávez varios años atrás. Buscando ayuda para un ser querido, Dios me llevó por caminos asombrosos que hoy recuerdo con luz y ternura.
Meli llegó a mi vida, como a la de tantos, para sembrar amor y esperanza. Nos entendimos desde el primer cruce de miradas, desde el primer abrazo que me regaló armando mi corazón de nuevo.
Tuve la suerte infinita de trabajar muchísimo con él, tuve la suerte de meter mis manos en el barro donde él tenía metida su alma entera.
Juntos y con la colaboración de todo el pueblo tucumano, construimos una Fazenda de la Esperanza cerca de El Cadillal, para la recuperación de changos con adicciones... construimos un oasis donde vuelven a la vida muchos de ellos que llegan con sus historias destrozadas .
Entendimos con el caminar que teníamos que seguir mirando por aquellos que nadie miraba, por aquellos olvidados del costado del camino, los que son “parte del paisaje”, y que eran sus favoritos. Melitón puso en el corazón de esta provincia los Hogares de Cristo, que hoy son más de 12 y que siguen multiplicándose y reciben la vida de cientos... rotos, solos...
Meli sembró semillas de paz, de justicia social, de amor infinito y de esperanza luchada.
El conquistó el cielo en la tierra, nos regaló a Jesús a manos llenas, nos amó, a cada uno de los que pudimos conocerlo, sin cansancio y con paciencia.
Mi padre, mi Meli, puede descansar ahora. Su paso hizo de este mundo un lugar más hermoso, más humano y más hermano. Mi Meli puede volar alto... libre y sin pena.
(Romina Roda, laica)