Por Rodolfo Casen y Magena Valentié 27 Mayo 2021
MISA DE EXEQUIAS. El arzobispo de Tucumán, junto a sacerdotes y familiares, preside la misa en la Catedral. LA GACETA / FOTOS DE OSVALDO RIPOLL
“Era humilde, laburador, responsable, amado y manifestaba una paternidad que la ejercía hasta conmigo ... desde el seminario... Me retaba, pero me protegía y cuidaba”. No era el arzobispo de Tucumán, monseñor Carlos Sánchez, quien hablaba, sino Carlitos, el amigo, el compañero de tantos años que ahora le tocaba despedir al hermano, a monseñor José Melitón Chávez, en la Catedral de Concepción.
Ayer a las 16, en una Catedral cerrada al público pero abierta a la transmisión por televisión y redes sociales, se ofició la misa de exequias del obispo de Concepción. Monseñor Chávez tenía 63 años cuando se enfermó por segunda vez de covid-19 (la primera fue el año pasado) y estaba internado en el hospital Centro de Salud desde el 29 de abril. El martes a las 23.30 falleció, a pesar de las intensas jornadas de oración que se hacían por su salud. El padre Melitón era inmensamente querido en cada comunidad donde ejercía su apostolado.
Como párroco de la parroquia El Salvador, realizó una intensa labor pastoral en los paupérrimos barrios de la Costanera. Desde allí alzó su voz para denunciar que los transas estaban matando a los jóvenes por la droga que les vendían y que el Estado hacía poco y nada para evitarlo. No se quedó en la queja. Desde la Arquidiócesis de Tucumán fundó la Fazenda de la Esperanza, en El Cadillal, para la rehabilitación de los jóvenes adictos.
Por eso cuando el papa Francisco lo nombró primer obispo del NOA para el NOA, en 2015, más de un millar de vecinos de los barrios más humildes se organizaron para venir en caravana de colectivos a su ordenación, en Añatuya. La catedral santiagueña no daba abasto y hubo que hacer la ceremonia en un complejo deportivo donde apenas si entraban las 10.000 personas que habían ido.
“En Melitón podemos reconocer nada más ni nada menos que los signos de la ternura y la misericordia de Dios. Una generosidad que se hizo patente en sus gestos, sus palabras, convicciones y en su estilo de vida. Una vida profundamente evangélica” lo pincela monseñor Sánchez.
En hebreo, Melitón significa “dulce como la miel”. Así era su sonrisa, amplia, generosa, como la sonrisa que aparece en todas las fotos que los fieles compartieron por las redes sociales, después de que se conoció la noticia de su deceso. Pero la dulzura se le transformaba cuando debía defender a su gente. Dora Funes, de la Costanera, recordaba, aquella vez cuando fue a Añatuya, que “el padre Melitón no tenía miedo a los transas. Una vez hizo una misa en la misma esquina donde ellos se juntaban a vender droga, y les dijo delante de todos que no utilicen a los chicos para sus cosas”.
“Esta mañana - cuenta el arzobispo- nos juntamos con Carmen de la Costanera a llorar. Ella me decía que Melitón era un padre para ellos, que los hacía sentir amados, comprendidos y perdonados. Esto significa un testimonio hermoso que nos dejó un padre de una enorme valentía creativa porque pechaba siempre para adelante”, dice con una sonrisa emocionada.
“Melitón fue un servidor, a la manera de Jesús y hasta entregar la vida, con firmeza, convicción y esa ansiedad e impulso para arremeter. Abría caminos y le metía pata con una fuerza interior hermosa, pero arraigada en Jesús y su profundo amor por la Iglesia”, cuenta el padre Carlos, que en algún momento de la ceremonia su voz se quiebra. Fue cuando se oficiaban los ritos sobre el féretro cerrado, las palabras del Evangelio y el incienso. Sólo estaban presentes los sacerdotes, familiares y unas pocas autoridades, como el intendente Roberto Sánchez. El jefe comunal dispuso tres días de duelo en memoria del obispo fallecido.
“Aunque fue corto el trecho que le tocó vivir a Melitón en la diócesis de Santísima Concepción, dejó su fruto y abrió caminos. Le tocó asumir en medio de la pandemia, cuando todo se encerraban. Fue en el día de San José (su día, su patrono). Y no se quedó quieto, callado. Fue generando mucho en muy poco tiempo” reconoce monseñor Sánchez. Hasta le parece ver en su amigo Melitón la figura de San José. “Tiene rasgos muy patentes”, la paternidad, la ternura, la responsabilidad el cuidado por otro ...
“Monseñor Chávez fue un pastor amable, de buen diálogo y consejero. Con su muerte queda un enorme vacío. Fue un hombre que estuvo siempre con los que más lo necesitaban y luchó contra los que dañan a la sociedad, a la juventud”, coincide el intendente.
Al final del rito el féretro abrigado con una bandera argentina del Hogar de Cristo que él había fundado apenas llegó a la diócesis, fue dejado solemnemente en la cripta de la Catedral. Ahí también yacen los restos del primer obispo de la Diócesis de Concepción, monseñor Juan Carlos Ferro, y los del obispo Bernardo Witte.
El legado espiritual de monseñor Chávez fue corto en el tiempo, apenas un año y medio, pero acompañará por siempre a los fieles de la diócesis de la Santísima Concepción. Y cumplirá con aquella frase que encontró en Lucas 24,15 y que eligió para su escudo: “Acercándose se puso a caminar con ellos”.
José Melitón Chávez
- Nació el 2 de julio de 1957 en Romera Pozo, Leales.
- Se ordenó sacerdote el 29 de noviembre de 1985.
- Fue vicario de las parroquias La Victoria y San Isidro Labrador, párroco de San José y El Salvador y capellán del hogar Eva Perón.
- Asesor espiritual de Cáritas, Juventud Obrera Católica y jóvenes de la Acción Católica.
- Formador, vicerrector y rector del Seminario Mayor Arquidiocesano.
- De 2000 a 2011 fue vicario general de la Arquidiócesis.
- En 2000 san Juan Pablo II lo distingue con el título de Prelado de Honor de Su Santidad.
- Fue vicario episcopal de Solidaridad y Asuntos Sociales.
- Ordenado obispo el 4 de diciembre de 2015 en la catedral de Añatuya.
- En la Conferencia Episcopal Argentina era miembro de la Comisión de Pastoral Social desde el año 2017.
- Obispo de Concepción desde el 19 de marzo de 2020.