La extensión progresiva de la pandemia por coronavirus y la incertidumbre de no conocer cuando llegará su fin puso de manifiesto la proliferación de distintos trastornos que afectan la salud mental de las personas. Uno de ellos, es el síndrome de Burnout.
En palabras de la Organización Mundial de la Salud (OMS), el burnout refiere a "un síndrome resultante de un estrés crónico en el trabajo que no fue gestionado con éxito". Es decir, se relaciona directamente con los trabajadores y su dinámica laboral.
LA GACETA.com consultó a especialistas sobre el avance de este síndrome asociado al actual contexto sanitario internacional.
“Este concepto refiere a una expresión anglosajona que se traduce como ‘el trabajador quemado’. Lo que nombra es el agotamiento del individuo debido a las múltiples exigencias a las cuales se enfrenta, se nos pide que seamos ’multitasking’, es decir que seamos capaces de realizar múltiples tareas e incluso al mismo tiempo”, introduce Gabriel Artaza Saade, psicólogo y co-autor del libro “El deseo en cuarentena”.
En esta línea, el profesional explica que la pandemia puso “en juego los mecanismos psíquicos para enfrentarla. Es por ello que las demandas de tratamientos psicoterapéuticos se incrementaron significativamente en esta época”.
Por su parte, Francisco Javier Viejobueno, profesor psicólogo clínico y laboral, coincide: “Por el tiempo que ya pasó, podemos decir que la pandemia se tiende a cronificar, esto se traduce en mucha inseguridad a nivel laboral, que se suma a las consecuencias sociales y económicas que vivimos normalmente”.
Cómo identificarlo
La OMS, en la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE), celebrada en mayo del año pasado señaló que los síntomas del burnout se asocian principalmente por tres elementos: sentimientos de falta de energía o agotamiento; eficacia profesional reducida y aumento de la distancia mental con respecto al trabajo, o sentimientos negativos o cínicos con respecto al trabajo.
“En estos casos se observan síntomas de agotamiento, pérdida de energía, cansancio, desmotivación en desempeñarse de la manera más óptima y más profesional. También se ve que la persona empieza a crear una especie de coraza mental, la cual se empieza a poner una distancia con sus responsabilidades, pierde esa motivación, pero esto no quiere decir que a la persona le ha dejado de gustar lo que hace o sea su vocación”, indica Viejobueno.
“Muchas veces el paciente termina cayendo en una crisis vocacional, se confunde, pero no es eso. En realidad, lo que sucede es que está sobre adaptado y esa sobre exigencia lo lleva a que, como mecanismo de defensa, empiece a rechazar aquello que inicialmente les gustaba y que comience a vivenciar sentimientos de negativismo relacionados a su trabajo”, agrega el profesional.
En este sentido, el docente explica que se observa “un agotamiento moral, emocional, una despersonalización en lo que tiene que realizar” el trabajador. Es decir, lo que hace, lo hace por rutina o por cansancio, “por acostumbramiento y ya no siente que se está realizando en el ámbito laboral”.
“En definitiva, la vocación tiene que ser un camino de realización personal, pero cuando las circunstancias cambian y, por ejemplo, se produce este síndrome la persona pierde ese sentimiento de realización porque ha llegado a un punto tal de sobre exigencia y el sobre adaptación que todos su psiquismo, por defenderse, empieza a dar todas estas indicaciones de alarma”, advierte.
Además de la consulta a un profesional de la salud mental, alternativas como recuperar las actividades recreativas, el cultivo de las cosas buenas que nos hacen bien, promover tiempos de verdadero ocio, fortalecer la vida familiar por fuera de las exigencias, contemplar la naturaleza, pueden reducir la carga de estrés en el proceso de recuperación.
Mantener un buen ambiente laboral, la clave
Al ser un síndrome que se desarrolla en el entorno de trabajo, resulta clave que las empresas y organizaciones cuenten con equipos preparados para acompañar el impacto de las transformaciones que los empleados atraviesan.
“El burnout es un indicador de suma importancia para el ámbito laboral. Toda organización siempre tiene o debería tener algún sector o departamento que trabaje con el personal, muchos lo denominan recursos humanos. Este departamento tiene que tomar al indicador con sumo detenimiento y cuidado, en particular considerando la situación que estamos viviendo porque eso afecta directamente en la vida del trabajador y en su desempeño cotidiano”, señala Viejobueno.
Asimismo, el especialista remarca que este síndrome “da cuenta de alguna situación disfuncional” y advierte sobre una tendencia usual: “lo más común es estigmatizar al empleado que lo sufre y calificarlo como una persona que no se adapta o no está respondiendo correctamente a las exigencias laborales, cuando en la mayoría de los casos cuando uno analiza la situación concreta del paciente termina dándose cuenta que en realidad el síndrome es un indicador, un mecanismo de defensa generalizado en el cual el psiquismo, el organismo, le está dando una advertencia de que se está sobreadaptando a sobreexigencias que vienen en realidad del medio laboral en el cual está su puesto de trabajo”.
En muchas ocasiones, los trabajadores, al no encontrar medios de contención para descomprimir las exigencias que le son impuestas “terminan callando u ocultando su situación, lo que agrava el burn out”.
Y aclara: “los empleados hacen esto por temor a perder el trabajo y por la necesidad de conservar su fuente laboral, que en definitiva es su fuente de sustento propio y familiar”. “Ocultar estas situaciones puede llevar a la automedicación, al consumo de psicofármacos y excesivo de bebidas como café, a problemas para lograr un descanso adecuado. Todo esto con la intención de sobre adaptarse a una situación que no que no es normal”.
El impacto del estrés laboral durante la pandemia
Las organizaciones no están aisladas del contexto social, sino que están atravesadas por factores comunitarios, históricos, sociales, culturales a nivel global que van mas allá de sus circunstancias particulares. Por tales razones, la pandemia y las distintas políticas de aislamiento, afectaron también sus dinámicas naturales.
“En estos momentos hay un factor adicional que atraviesa a la organización y es la situación global de la pandemia, que viene a imponer ciertas exigencias y cambios en la manera de trabajar, de desempeñarse y de cumplir funciones de las personas entonces sí podemos afirmar que la situación de pandemia es un factor que afecta la vida tanto de los empleados como de las organizaciones y que, por lo tanto, puede sumarse como un factor más en la determinación de este síndrome”, precisa Viejobueno.
En este contexto, los episodios de burnout son más recurrente de lo habitual, “pero esto no se vincula únicamente con la pandemia, sino que la pandemia ha venido a ser ‘la gota que ha rebalsado el vaso’, es decir, ya había ciertas condiciones previas en el trabajo que no venían funcionando bien y que la situación actual ha venido a ‘terminar de colmar el vaso’”, aclara el docente.
Aunque los trabajadores esenciales son más proclives a atravesar este síndrome, no son los únicos que pueden padecerlo. De hecho, el profesional subraya que cualquier persona que desarrolle un rol laboral puede experimentarlo.
“Podríamos señalar, por ejemplo, al sector de la salud, que son quienes están en la trinchera, en el frente de batalla, y que esta situación les ha significado una una sobre exigencia y una sobre adaptación donde la persona está sobre exigida y está poniendo todas sus energías de manera sobre exagerada para mantener o intentar mantener todas sus responsabilidades. En conclusión, encontramos que esa persona, al estar sobreadaptada, muchas veces termina atravesando este síndrome. Hay profesiones que están mucho más afectadas por la pandemia, como pueden ser aquellas relacionadas al ámbito de la salud, pero en realidad, al ser una situación global y al estar sumada con otros factores, atraviesa todo el conjunto de los trabajadores”, concluye Viejobueno.