Es tan voluminosa la causa que en Tribunales ya le pusieron un nombre: “La industria del ‘escruche’”. Y se trata de la investigación en contra del grupo que lideraría Miguel “Gata” Lizárraga e integrado por cordobeses que, utilizando la logística que aportaban al menos otras dos bandas de nuestra provincia, habría realizado millonarios robos en casas. Pero el trabajo realizado generó la apertura de otros dos expedientes. En uno se analiza la posible connivencia con policías y, en otro, el enriquecimiento ilícito de los miembros de estas organizaciones.
A principio de año, el titular de la Unidad Fiscal de Robos y Hurtos, Diego López Ávila, comenzó una pesquisa por la cantidad de “escruches” que se habían producido desde noviembre hasta enero pasado. Pidió a los titulares de las comisarías de Yerba Buena, y de las seccionales 1ª, 2ª, 3ª, 5ª y 7ª que les envíen informes sobre los hechos con esa modalidad delictiva.
El fiscal recibió un listado de unos 40 casos. Su equipo de trabajo descubrió que había algunos factores en común en al menos la mitad de los hechos. En todos esos casos participaban entre cuatro o cinco hombres que se movilizaban en uno o dos autos de alta gama.
Las autoridades judiciales nunca pudieron terminar de cuantificar los montos de los botines que se habría llevado esta organización. Pero en principio se habla de más de un U$S 1,5 millón, varios millones más de pesos, joyas de oro por un valor incalculable, decenas de celulares de alta gama, computadoras y televisores smart. El más resonante fue el del country “La Arboleda”.
“Ese dato nos llamó la atención y decidimos trabajar con una mirada mucho más amplia. Hablamos con los investigadores de diferentes Brigadas, del Departamento de Inteligencia y de las comisarías. Entre todos se hizo un análisis más exhaustivo de todos los expedientes. Así descubrimos que la mayoría de los vehículos estaban radicados en Córdoba. Ahí comenzó todo”, explicó López Ávila.
La punta
Con esa punta, una investigadora de la fiscalía de Robos y Hurtos II descubrió que uno de los vehículos que había sido filmado en un hecho estaba siendo publicitado a través de las redes sociales por una concesionaria ubicada en el barrio Alto Alberdi. Allí también ubicaron el auto en el que se desplazaba “La Gata” Lizárraga cuando se les escapó a los hombres de la División de Robos y Hurtos hace casi dos semanas.
Con la autorización del fiscal, el personal del Equipo Científico de Investigación Fiscal se trasladó hasta esa provincia. Se presentaron en la concesionaria y descubrieron que al menos ocho de los vehículos que se vendían en el local -se sospecha que sería propiedad de Lizárraga- aparecían mencionados en varias de las causas.
Se profundizó la investigación en contra de los sospechados. López Ávila elaboró una teoría del caso: “La Gata”, junto a su hermano Néstor “Tuta” Lizárraga, podrían ser los líderes de la organización. Ellos conseguían los datos de las propiedades en las que podrían robar en Tucumán y viajaban a esta provincia junto a su hijo Juan De Dios López, Mauricio “Tito” Lencina y Luis Ricardo Contreras. Luego de cometer los hechos, regresaban la “La Docta” y, según la investigación, pernoctaban en las viviendas de sus comprovincianos Marcos González (condenado por ser el líder del grupo que había desvalijado casas en countries de Nordelta, Buenos Aires) y su hermano Sergio “Flacura” González.
Relaciones
En la causa de “La industria de los escruches” aparecen mencionados varios tucumanos que formarían parte de al menos dos bandas diferentes. Una de ellas es conocida como el clan de los Caro y la otra se mantiene en reserva porque por ahora sólo hay indicios en su contra.
En un primer momento se habría mencionado al grupo que estaría involucrado Sergio Tripolone, un hombre que fue acusado de haber cometido varios hechos de estas características y que actualmente se encuentra cumpliendo una condena en el penal de Villa Urquiza por el homicidio de un trabajador vial. Su hijo Rodrigo está procesado por delitos contra la propiedad y tenencia de armas.
Según los datos del expediente, los tucumanos podrían haber vendido los datos a los cordobeses para que concretaran los robos en casas donde sus propietarios tenían importantes sumas de dinero. Esos datos, que se consiguen luego de realizar tareas de inteligencia, en el mundo del hampa se venden, es decir, reciben una parte del botín sólo por colaborar y dar apoyo logístico.
López Ávila sospecha que los ladrones de esta provincia avisaban a los foráneos para continuar operando sin ser descubiertos. Los cordobeses, según se cree, habrían hecho lo mismo con sus socios para que actuaran en “La Docta”.
Manuel Pedernera, defensor de los Caro y de “La Gata”, descartó esa teoría. “En su afán por resolver los problemas de seguridad en la provincia, con todo el respeto que se merecen, el fiscal y la Policía buscan resolver todos los robos graves que se produjeron responsabilizando a mis defendidos sin ningún tipo de prueba”, indicó el profesional en la audiencia en la que le dictaron la prisión preventiva por cuatro meses a Lizárraga.
El fiscal de Robos y Hurtos, en el mismo debate, anticipó que el trabajo de cerrar esta investigación es muy arduo. “Tenemos la fuerte convicción de que estamos empezando a descubrir una organización que se creía impune en la provincia. Estamos confiados en sumar las evidencias necesarias para llegar a una condena para que se acabe con esta creencia”, concluyó.
Quedaron en la mira: los Caro, cada vez más complicados
Cuentan en barrio Victoria que los miembros del Clan Caro, hasta hace no mucho tiempo, se dedicaban a la venta de frutas y verduras en la calle. Pero de un día para el otro, en sus redes sociales, comenzaron a publicar fotos para mostrar la vida de lujo que llevaban. Esa ostentación les jugó en contra y ahora tienen todas las miradas de los investigadores sobre sus espaldas.
Se cree que los hermanos Marcos “Batore”, Walter “Kuki”, Cristian “Bichi” y Francisco “Vikunga” Caro podrían ser el nexo de la banda que lideraría Miguel “La Gata” Lizárraga.
En las últimas semanas, personal de la seccional 1°, de la Brigada de Yerba Buena y de la división de Robos y Hurtos, en diferentes ocasiones, allanó varias viviendas que serían de su propiedad. En las medidas secuestraron varios elementos adquiridos recientemente, dinero en efectivo y joyas cuyos dueños por ahora son desconocidos. También se descubrió que varias de esas casas tenían el mobiliario indispensable. Para los investigadores es una prueba de que las utilizaban para ocultar personas.
En Córdoba, según fuentes judiciales y policiales, no les cayó bien la exposición que tuvieron los Caro. “Esa publicidad es mala para ellos. Los tucumanos nos informaron que las veces que estuvieron cerca de detener a la ‘Gata’ allá estaban con alguno de ellos. Por eso prefirieron buscarlo aquí, sabiendo que no estaría tan escurridizo”, indicó.
El fiscal Diego López Ávila, al analizar todos los bienes que se secuestraron en los distintos operativos, decidió iniciar una causa por enriquecimiento ilícito.
“Ese es un tema que no nos preocupa. Ellos son comerciantes que todo lo que tienen lo han conseguido trabajando. Están inscriptos en la AFIP y tienen para demostrar su origen”, explicó el abogado Manuel Pedernera, que fracasó en su intento de lograr que se dicte un habeas corpus para frenar la investigación en contra de los Caro.
Así habrían actuado
Los cordobeses se trasladaban a Tucumán cuando sus “socios” recibían un dato para ingresar a un domicilio para cometer los robos.
Los tucumanos se encargaban de conseguir el dato, realizar las tareas de inteligencia y brindar apoyo logístico a sus cómplices.
Los cordobeses se presentaban en la provincia, cometían el golpe y regresaban a “La Docta” para esconderse.
Aunque no está confirmado y no le corresponde investigar al fiscal López Ávila, no se descarta que los tucumanos hayan hecho lo mismo en Córdoba.