Si quiere conocer a la araña hacedora de una de las telas más admiradas del mundo, váyase de excursión a Horco Molle. Por estos días, las Nephilas clavipes se cuelgan de unas telarañas tan grandes que pueden alcanzar el metro de diámetro, tan fuertes como el acero y tan doradas como la luz del sol.
Esas son las tres principales características de esta especie, que aparece en Tucumán entre marzo y mayo, aproximadamente. La hembra de Nephila clavipes teje una de las telas circulares de mayor tamaño del mundo. Primero, confecciona los elementos radiales. Después, sigue con los circulares. Y cuando ha terminado, completa la parte del centro. Pero no se trata de un tejido extenso -únicamente-, sino también resistente: científicos han descubierto que esa fibra supera al acero y desde hace años intentan extraerla o imitarla, para utilizarla en la hechura de indumentaria o en la construcción de chalecos antibalas, por ejemplo. Además, se la conoce como "la araña de la seda dorada", debido a la coloración amarillenta de su red, otorgada por una sustancia que es segregada durante el tejido.
Otra particularidad de la Nephila clavipes tiene que ver con sí misma: la hembra es gigante. Con patas incluidas, algunas bibliografías dicen que puede medir hasta 20 centímetros de largo. El macho, en cambio, apenas oscila entre los cuatro centímetros. Por eso, esta araña representa uno de los casos más conocidos de dimorfismo sexual.
Y aunque entre los arácnidos las hembras suelen comerse a los machos después de haber sido fecundadas, a ellas no les resultan sabrosos. Uno podría pensar que esa falta de apetito se debe -justamente- a que los encuentran insignificantes. Pero en rigor tiene que ver con otra relevencia ecológica: el cleptoparasitismo (literalmente, parasitismo por robo). La Nephila clavipes permite que otras arañas trepen a su tela y se alimenten de los bichos ahí atrapados, como mariposas; escarabajos; avispas; grillos; polillas y demás insectos voladores.
A diferencia de lo que podría esperarse, no son venenosas. Sin embargo, se las clasifica como ponzoñosas ya que los pelos de sus patas -finas y largas- generan ronchas. En cuanto al cuerpo, tiene un abdomen alargado y de colores verdes y amarillos.
La Nephila clavipes vive unos seis o siete meses. Nace en noviembre, aunque se las ve en colonias en esta fecha y muere cuando llega el frío. Su distribución va desde las zonas húmedas y boscosas de Estados Unidos hasta las de Argentina. Es común encontrarla en los jardines de las casas, especialmente en Yerba Buena y en otras ciudades piedemontanas. No obstante, cuando andan de inquilinas, las hembras son bastante más pequeñas que las que se reproducen en la libertad de los bosques, como sucede en Horco Molle.
Finalmente, si después de esta lectura a usted le da curiosidad y decide ir en busca de una Nephila clavipes, no la moleste. No se le ocurra levantar alguna ramita para tocarla o desarmar su red. Disfrute -simplemente- de ver cómo la naturaleza se nos manifiesta en cada ser.
Para este artículo fueron consultados el especialista en arañas Duniesky Ríos -del Instituto Miguel Lillo-; el biólogo Pablo Quiroga -de la Reserva Experimental de Horco Molle- y el entomólogo Pablo Augusto Goloboff -investigador del CONICET en el Instituto Miguel Lillo-.