Soportamos una guerra mundial; nos agrede la Covid-19. Un virus que se esparce por el ambiente y se especializa en mayores de 70 años -ahora, más jóvenes y niños-. Ha producido en nuestro país más de 60.000 muertes. A pesar de lo cual convivimos con negacionistas, inconscientes que se oponen a medidas restrictivas (uso de barbijo, tomar distancia en los lugares comunes y abiertos, fiestas sociales) y algunos niegan las vacunas. Este negacionismo indujo que en países como EEUU, Brasil y de Europa (sus presidentes) rechazaran estas medidas por lo que sus pueblos sufrieron inmensas cantidades de muertos. El mundo se ha dividido entre los que creen en las ciencias (epidemiológicas-virológicas-sociales, etc.) y los que, montados en analfabetismo científico e ideologías reaccionarias, privilegiaron razones económicas por sobre la salud y la vida, eligiendo las muertes. A pesar de lo cual en dichos países cayeron abruptamente las cifras de empleo y sus respectivos PBI. El mundo sigue gastando cerca de 1,8 billones [millones de millones] de dólares cada año en fuerzas militares, un recurso que debe desviarse a la protección de la vida terrestre. Trump gastó 2.800 millones de dólares en armamentos de guerra y le retiró su aporte a la OMS de 800 millones. Las evidencias científicas afirman que el 75 % de las nuevas infecciones de los humanos provienen de los animales, producto de la biodiversidad y el cambio climático. “Por lo que la lucha por la sobrevivencia humana sólo podrá lograrse por un esfuerzo común del mundo entero, aunque desde luego que la responsabilidad es proporcional a la capacidad, y los principios morales elementales que exigen una responsabilidad especial a quienes, durante siglos, han sido los mayores responsables de la creación de la crisis, quienes amasaron riquezas al mismo tiempo que forjaron un destino nefasto para la humanidad”.(Noam Chomsky).
Daniel Mirkin