Los biocombustibles, y su papel fundamental para disminuir los efectos del cambio climático

Los biocombustibles, y su papel fundamental para disminuir los efectos del cambio climático

La Sociedad Argentina de Técnicos de la Caña de Azúcar recordó los compromisos de la Argentina en torno de avanzar con este proceso.

FIGURA CLAVE. Los biocombustibles, y su papel fundamental para disminuir los efectos del cambio climático. FIGURA CLAVE. Los biocombustibles, y su papel fundamental para disminuir los efectos del cambio climático.
01 Mayo 2021

La Sociedad Argentina de Técnicos de la Caña de Azúcar (Satca) fue cointegrante del comité organizador del XXX° Congreso de la Sociedad Internacional de Tecnólogos de la Caña de Azúcar que se realizó en nuestra provincia en setiembre de 2019. Aquel acontecimiento fue un hito histórico, tanto para nuestro país como para los demás países productores de todo el mundo, porque permitió visualizar los avances logrados en la transformación de esta industria, que está pasando raudamente de un status de productora de alimentos al de una industria bioenergética.

En este sentido las autoridades de la Sacta hicieron una cronología acerca de los debates y los posicionamientos en torno del cambio climático. Según la entidad, la primera “alerta” oficial sobre el cambio climático se lanza durante la 1ª Conferencia Mundial sobre el Clima, realizada en Ginebra en 1979. A posteriori de esta se crean el Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC), en 1988, y la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (Unfccc), en 1992. Luego, en 1995 se celebra la primera Conferencia entre Partes (COP1).

En 1997 se realiza la COP3, durante la cual se establece el llamado “Protocolo de Kyoto”, que comienza a pedir a los países miembro el establecimiento de compromisos formales de reducción de sus emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI).

Durante la COP4, celebrada en Buenos Aires en 1998, nuestro país presenta el primero de sus compromisos, y paralelamente comienzan a surgir líneas de financiamiento internacional para inversiones “verdes”, entre ellas los llamados “bonos de carbono”, reforzadas luego en 2010 en Cancún (COP16) con la creación del Fondo Verde para el Clima (GCF).

En 2015 se establecieron los Objetivos de Desarrollo Sustentable (ODS; o SDG, por sus siglas en inglés) por parte de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), y el Acuerdo de París (COP21), en el cual se establece el objetivo de lograr el equilibrio entre los gases emitidos y los que pueden ser absorbidos, a más tardar al inicio de la segunda mitad del siglo; en otras palabras, ser carbono neutral.

Al año siguiente (2016), la Argentina anuncia que su Contribución Determinada a nivel Nacional (NDC) será de una reducción de entre un 15% y un 30% de sus emisiones, respecto de las que ocurrirían si no hiciese nada (alternativa denominada “business as usual” o “BAU”).

Como paralelamente el Gobierno de ese entonces estaba realizando grandes esfuerzos para aumentar la actividad extractiva en la formación de Vaca Muerta (Neuquén), lanzó un importante programa de desarrollo de producción de energía eléctrica a partir de fuentes renovables. Así se generó el Plan RenovAR, que pasó por diferentes etapas y que incluyó líneas de crédito e incentivos fiscales para todas estas fuentes de energía (eólica, solar y de biomasa).

En cuanto a biocombustibles líquidos, incrementó el cupo de corte de naftas con bioetanol de un 10% a un 12%, y mantuvo  el de biodiesel en un 10%, vigente desde 2014 (antes fue sucesivamente de un 5%, de un 7% y de un 8%).

Al compromiso asumido en 2016, el nuevo Gobierno nacional sumó otro todavía mayor: el año pasado y durante la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, el presidente, Alberto Fernández, anunció que nuestro país adopta al cambio climático como política de Estado.

En virtud de ello definió con miras a 2030, una meta que limitará las emisiones de gases de efecto invernadero a un nivel 26% inferior a la NDC previamente comprometida en 2016. El Presidente dijo también que la Argentina se obligaba a sí misma a presentar una estrategia de desarrollo con bajas emisiones a largo plazo, con el objetivo de alcanzar un desarrollo neutral en carbono en 2050, asegurando que sus emisiones no excederán las 359 millones de toneladas de dióxido de carbono equivalente (MtCO2eq) a 2030.

En enero del año en curso, y durante la Cumbre de Adaptación Climática 2021, el Presidente reafirmó la meta de mitigación o reducción respecto a las emisiones de la Argentina para el 2030 comprometida en la cumbre anterior, y dijo que esta representa un compromiso incondicional, que incluye a todos los sectores de la economía.

Hoy la situación es que la Ley N° 26.093 (de Biocombustibles) vence el 12 de mayo, y aún no se visualiza en el horizonte qué es lo que hará la Cámara de Diputados al respecto, si la prorrogará o si aprueba una nueva norma.

Lo cierto es que para contar con una ley adecuada se requiere la participación de los actores que saben sobre el tema y que sean representativos del sector bioenergético argentino.

El sector necesita un marco regulatorio que mire hacia el futuro a largo plazo y que sea consistente con mitigar el cambio climático que el mundo requiere.

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