Sin concentración es difícil cantar victoria para San Martín
La cabeza meneante de Pablo De Muner y la media vuelta para mirar a sus colaboradores en muchos pasajes del duelo fue una muestra clara que San Martín hasta acá no pudo entender su idea de juego.
Ni bien tomó el mando, el nuevo entrenador avisó que uno de los puntos a trabajar era la concentración. El juego de ayer demostró que, entre otras cosas, el equipo necesita reforzar ese sentido de manera urgente.
Almirante Brown lo golpeó dos veces por errores inexplicables para un equipo que intenta cobrar juego y transformarse en protagonista del campeonato. Los goles del “Mirasol” llegaron gracias a enormes licencias que entregó el fondo del “Santo”, pero sobre todo a esas desconcentraciones que terminan pagándose muy caro en el fútbol actual.
Cuando el primer tiempo entraba en la curva descendente, San Martín durmió a la salida de un lateral. Los defensores perdieron la marca, miraron para otro lado cuando la situación ameritaba todo lo contrario y el remate de Joaquín Ibáñez terminó encontrando la pierna de Hernán Lopes que descolocó a Ignacio Arce.
En el complemento, cuando el “Santo” intentaba tomar el protagonismo tras el empate de Tino Costa, otra vez un yerro defensivo le sirvió en bandeja la ventaja a la visita. Facundo Miño guapeó una pelota por derecha, tuvo tiempo de acomodarse, elegir receptor y tirar un centro a la cabeza de Wilson Chimeli, quien tocó al gol ante la mirada de Arce, Juan Orellana, Lopes y Hernán Pellerano. Inconcebible.
El empate de Juan Imbert sirvió para que San Martín no caiga aún más abajo. Y eso que tuvo una chance clarísima para quedarse con los tres puntos. Pero Gonzalo Rodríguez definió muy mal desde una posición inmejorable.
Los tres puntos le hubieran venido al pelo al “Santo” para trabajar mucho más tranquilo, algo que deberá hacer y mucho, justo cuando tiene el parate por la fecha libre.
De Muner deberá ajustar detalles, trabajar en la concentración y, sobre todo, apuntalar un sistema de juego que el equipo hasta aquí parece no haberlo adoptado como propio.
El juego directo, la presión alta, la intensidad y el vértigo en los metros finales se dieron muy a cuenta gotas. Justamente, cuando el equipo logró entrar en esa sintonía, llevó algo de peligro sobre el arco de Ramiro Martínez. Pero fue muy esporádico en ese sentido.
El punto suma poco, pero la derrota hubiese sido un golpe durísimo para un plantel que intenta salir del barro, pero que por momentos parece empantanado.
San Martín tendrá casi dos semanas en las que su nuevo entrenador deberá reforzar el trabajo y tratar de que sus pupilos despierten. La visita a Belgrano por la fecha 9, justo ante un rival que también quiere ser protagonista, debe ser el puntapié para un “Santo” que continúa en deuda con su gente.
Para eso deberá mejorar bastante y dejar de lado todas las licencias que siempre paga con gol.