Con un documento por demás de optimista -“Salir juntos y mejores”- los obispos argentinos salieron a dar ánimos a la sociedad en tiempos duros, en especial, al sector moralmente más golpeado no sólo por la pandemia, sino por un comentario poco feliz del Presidente de la Nación. “El sistema sanitario también se ha relajado” era la desafortunada frase de Alberto Fernández que no tardó en recibir cascotazos viralizados desde los quirófanos y hospitales. Las disculpas, a su estilo, no lograron aliviar el malestar: “Es claro que sectores políticos y medios de comunicación opositores tergiversaron mis palabras tendenciosamente para colocarme a mí en una posición de crítica hacia el personal de salud cuando solo le guardo reconocimiento”, había dicho. Pero por más buena intención que hubiera, en la lógica de grieta todo lo que cae adentro se convierte en odio visceral. La exhortación de la Conferencia Episcopal Argentina elaborada en la Asamblea Plenaria Extraordinaria Virtual que terminó ayer, viene a dar respuesta a esto. El título resuena en los oídos como una utopía: “Salir” (de solo pensarlo suena lejano) “todos juntos” (casi un desafío para la mente argentina acostumbrada a pensar en términos de grieta) “y mejores” (desconcertante si se piensa que ya veníamos mal antes de la pandemia).
Casi suena como un milagro. Como cuando la Argentina se levantó de sus cenizas en la crisis de 2001. Quizás los prelados la hayan recordado al analizar las consecuencias sociales de esta pandemia: pobreza, falta de trabajo y enfrentamiento social. “En la dura realidad de estos días, en la dramática extensión de la pandemia con su secuela de enfermedad y muerte, se han acentuado la pobreza, la exclusión, la falta de trabajo, así como las expresiones de un creciente enfrentamiento político”, reconocen los obispos.
“Pero también en este tiempo -dicen-, hemos visto la extraordinaria fortaleza y el aporte sostenido y generoso de los sectores esenciales, particularmente de los médicos, enfermeros y personal de la salud, y de todos aquellos hombres y mujeres que prestan importantes servicios en la vida cotidiana”. A la par de los médicos también cuentan el esfuerzo de catequistas y consagrados, voluntarios de Cáritas y otros agentes pastorales que visitan a pobres y enfermos.
Recuerdan que en tiempos del Diálogo Argentino, en 2001, “se buscó superar la crisis con la participación de todos los sectores, como una herramienta para construir un nuevo tiempo en nuestra Patria”. En estos tiempos de tanta discrepancia política y social los obispos renuevan su convicción de que “el diálogo es el camino para afrontar juntos, como comunidad nacional, esta etapa difícil y exigente”.
¿Qué era el Diálogo Argentino? Era aquella Mesa de Diálogo que había convocado la Iglesia en diciembre de 2001, un día antes de que el ex presidente Fernando de la Rúa renunciara anticipadamente a la Presidencia de la Nación. Era un gran espacio de debate para pensar juntos en cómo salir de esa crisis.
De esa Mesa de Diálogo participaban distintos sectores, partidos políticos, sindicatos, empresarios, organizaciones sociales y el propio Estado. De allí surgieron grandes ideas con la ayuda del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) como el programa de asistencia social que fue Plan Jefas y Jefes de Hogar que terminó implementando el gobierno de Eduardo Duhalde. Néstor Kirchner, su sucesor, lo continuó.
Comunicar claridad
Los prelados entienden que para que haya diálogo debe haber una buena comunicación. Quizás hayan pensado en el “malentendido” entre los dichos del Presidente y los médicos, aunque lo que dicen es válido para toda la comunidad que parece enfrentada con el poder político: “queremos pedirles a los dirigentes de todos los sectores, auténtica capacidad de liderazgo para ejercer con nobleza la vocación política, comunicando claramente la situación en cada momento”. Les piden que dejen de lado “descalificaciones y posturas que promuevan el resentimiento y la división”. Acuden a una cita de Francisco: “La grandeza política se muestra cuando, en momentos difíciles, se obra por grandes principios y pensando en el bien común a largo plazo” (Fratelli Tutti).
Conferencia Iberoamericana
Como la Iglesia tiene una sola cabeza, el pensamiento de los obispos argentinos no podía ser distinto al del propio Papa. Es así que en la misma Cumbre Iberoamericana de Andorra, de la cual participa ahora el presidente Fernández, el Papa Francisco también se refirió a los médicos de manera agradecida y dijo que “de esta pandemia tenemos que salir mejores”.
Para los obispos el diálogo es la fórmula que nos permitirá salir unidos y fortalecidos. Aunque también se deben cumplir las medidas sanitarias “necesarias y razonables”, “conjugadas con el máximo respeto a los derechos y garantías consagrados por nuestra Constitución”, dicen. Ellos están seguros de que el diálogo nos puede sacar de esta crisis como ocurrió en 2001. Pero también conviene recordar que a fines de 2002 la Mesa del Diálogo no se volvió a convocar. Quizás el diálogo entre los sectores debiera ser permante y no sólo en tiempos de crisis.