“Nada en la Biología tiene sentido si no es a la luz de la evolución”. Así sintetizó de manera notable el genetista Theodosius Dobzhansky los aportes fundamentales realizados por Charles Darwin a la comprensión del mundo viviente. La célebre publicación del naturalista inglés “El origen de las especies por medio de la selección natural” en 1859 produjo un impacto enorme y transformador en la comunidad científica de la época. A partir de un enorme conjunto de observaciones, Darwin supuso que cualquier variación, por pequeña e insignificante que parezca, pone a un individuo en ventaja o desventaja respecto de sus semejantes de la misma especie en la dura lucha por mantenerse vivo y reproducirse. A partir de estas variaciones, producidas aleatoriamente, Darwin propuso un mecanismo sencillo según el cual las poblaciones de organismos se adaptan a las condiciones cambiantes del ambiente, modifican su composición genética y “evolucionan”. La fuerza impulsora de esta adaptación es la selección natural, mediante la cual aquellos organismos mejor adaptados a su ambiente dejarán en promedio más descendencia que aquellos menos favorecidos. Con el paso de las generaciones, las características de estos individuos más “exitosos” para ese momento y lugar irán aumentando su frecuencia, promoviendo una mayor adaptación de toda la población en su conjunto. Este proceso gradual puede llevar a un grado tal de diferenciación que hace posible el surgimiento de una nueva especie. Así, la selección natural hace que las poblaciones se adapten cada vez más apropiadamente a su entorno, permitiendo explicar de manera simple la enorme diversidad de seres vivos y su cambio a través del tiempo geológico.
Para su teoría, Darwin reunió pruebas de muy diversos campos, como los resultados de la selección artificial en especies domésticas, las evidencias aportadas por la paleontología, las particularidades de la distribución geográfica, la anatomía y la embriología comparadas. Variación aleatoria, selección, adaptación de las poblaciones, surgimiento de nuevas especies. Este conjunto de nuevas ideas fue rápidamente adoptado por el mundo académico, que comprendió el potencial de la teoría. Su núcleo básico fue aceptado porque permitía integrar en un principio unificador los nuevos conocimientos provenientes de las disciplinas de aquel momento. Se puso así en marcha una verdadera revolución científica. La biología, hasta entonces una mera ciencia de recolección, descripción y acumulación, se convirtió en una ciencia con inferencias y predicciones, con gran poder explicativo y capacidad de generalización unificadora.
Las ideas de Darwin no solo tuvieron impacto en el campo de la biología, sino también en un plano filosófico, demostrando que el orden biológico no gira alrededor de la especie humana. La idea más radical fue proponer a la selección natural como un mecanismo sin propósito ni dirección alguna y responsable de la creación de todas las especies vivientes, incluyendo al hombre. Fue el contrapunto a las explicaciones sobrenaturales en las que la vida es creada y dirigida por uno o más seres todopoderosos, en un mundo estático e idéntico en esencia a aquel producido por la creación divina. Hasta la llegada de Darwin se pensaba que Dios había creado a todas las formas vivientes y que estas se habían mantenido inalterables a lo largo de toda la historia. Sin embargo, la teoría de Darwin desmontó esta creencia con hechos empíricos, demostrando que la evolución existe, que todos los seres vivos derivan de un antecesor común a través de un lento proceso que dio lugar a la enorme diversidad viviente, prescindiendo de un acto creador y reconociendo el poder de la naturaleza para actuar por sí sola modificando y produciendo todas las formas de vida. Una vez que el marco evolutivo reemplazó a la idea de la creación, se comenzó a aceptar que las características de los seres vivos solamente podían ser comprendidas a la luz de su historia evolutiva.
La investigación biológica actual es prácticamente inimaginable sin el concepto de evolución, de que cada especie es el producto de una larga historia de cambios a partir de poblaciones ancestrales. Para la ciencia actual la evolución es un hecho, es un mecanismo corroborado por múltiples evidencias provenientes de diferentes disciplinas. El reconocimiento a la obra de Charles Darwin y a su genio fue y sigue siendo universal. Múltiples actos conmemorativos y homenajes en su honor alrededor del mundo hablan del respeto y la admiración por el hombre que cambió para siempre la manera de observar e interpretar el mundo natural. Su teoría permitió abrir nuevas fronteras del conocimiento, echando por tierra mitos y brindando nuevas y poderosas ideas que hicieron posible a la ciencia alejarse de manera definitiva de la religión y la filosofía.