En otro partido olvidable, San Martín dio una nueva muestra de que el tiempo se le termina. Han pasado cinco fechas y no aparecen ni el equipo ni los resultados. Para colmo tampoco tiene un cuerpo técnico definido para que reacomode a los jugadores en la cancha, pero que fundamentalmente les devuelva la confianza a la hora de jugar.
Si la derrota ante Atlanta fue un golpe contra el piso, la sufrida ante Chacarita se puede tomar como un efecto colateral, entre bajas por covid y jugadores que no sintonizan entre ellos. Lo más rescatable fue tal vez el atrevimiento de Floreal García para mandar a la cancha a los juveniles, que sin merecer tremenda responsabilidad, como siempre, le pusieron el pecho al club en apuros.
La dupla Orsi-Gómez ya es historia y lamentarse por el pasado no le sumará nada a este plantel que necesita, fundamentalmente, volver a creer en sus condiciones. Si uno revisa los nombres, el “Santo” debería estar ajustando una alineación para pelear por el campeonato. Sin embargo, a esta altura son pocos los que se ganaron un lugar indiscutible entre los titulares.
Ahora la pelota quedó en el campo de la dirigencia, que tiene la obligación de acertar en la contratación de un nuevo cuerpo técnico, que además de reacomodar las piezas deberá cambiarle la cabeza a un equipo que falla hasta pases de dos metros.
Para el hincha de San Martín, el sacrificio por la camiseta es innegociable, cuando el fútbol no aparece. Se nota que los jugadores están desesperados por salir del pozo. Pero tal vez sea el momento de poner un poquito más, porque el torneo avanza, los rivales se alejan y el tiempo corre. Por no decir que se acaba.