“A menudo digo que no puedo elegir entre tener o no Parkinson; pero alrededor de esa falta de opción hay un millón de elecciones que puedo tomar”.
Michael J. Fox, actor
Es cierto: no tiene cura. La enfermedad de Parkinson es neurodegenerativa, crónica y progresiva. Y es muy posible que la reacción inicial al diagnóstico sea la de haber recibido un mazazo. Pero la neurocirujana Andrea Arcos, referente del Programa Provincial de Epilepsia del Siprosa, que atiende también personas que viven con Parkinson, asegura -como lo hace Fox desde “la vereda del frente”- que hay mucho para hacer.
Con el objetivo de transmitir ese mensaje se conmemora hoy el Día Mundial del Parkinson, y gracias a que personas como Fox, Muhammad Alí, Hellen Mirren y muchas otras personas visibilizaron que viven con la enfermedad se logró disminuir el estigma y la discriminación, frecuentes en el pasado. Porque las barreras no son sólo físicas.
El Parkinson es la segunda enfermedad neurodegenerativo más prevalente en la actualidad, después del Alzheimer y pertenece a los llamados trastornos del movimiento. “Algunos casos son genéticos, pero la mayoría no parece darse entre miembros de una misma familia. Suele comenzar alrededor de los 60 años, pero puede aparecer antes. Es mucho más común entre los hombres que entre las mujeres”, informa en su revista digital medlineplus.gov, de la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos.
“Por razones que no están claras, se produce la destrucción de una zona profunda del cerebro, llamada sustancia nigra, donde se produce la dopamina. Es un neurotransmisor, que permite la comunicación entre las neuronas -explica Arcos a LA GACETA-. Esto altera los circuitos cerebrales, y deprime el área encargada de la ejecución del movimiento”.
Los síntomas comienzan lentamente, en general, en un lado del cuerpo; al progresar afectan ambos lados. “Las personas con Parkinson experimentan principalmente temblores, rigidez muscular, lentitud en los movimientos e inestabilidad postural”, describe Arcos.
Puede haber otros, menos precisos, pero a los que también conviene estar atentos, informa en su sitio web la Fundación de Parkinson (www.parkinson.org), de EEUU, cuya misión es mejorar la vida de las personas con la enfermedad. Enumera, por ejemplo, el cambio radical en la forma o el tamaño de lo que se escribe; movimientos repentinos durante el sueño profundo; falta de expresividad facial y/o de parpadeo, entre otros síntomas.
Los abordajes
“El tratamiento farmacológico, que suele hacerse con levodopa, que es un precursor de la dopamina, la sustancia que no produce el cerebro de las personas con Parkinson. La levodopa mejora las manifestaciones clínicas. Y cuando existen complicaciones por la progresión de la enfermedad -o derivadas a la medicación- puede plantearse una cirugía. Sus beneficios son claros: logra un retroceso de la dolencia, como si en el control remoto presionáramos rebobinar 10 años la enfermedad”, asegura la experta.
Hay otros aspectos que necesitan ser tenidos en cuenta: no olvidemos que la dopamina tiene muchas funciones en el cerebro además de la actividad motora, entre otras, la cognición, la motivación, la recompensa (el placer que se siente al lograr algo), el sueño, el humor... Entonces, una de las claves del abordaje está en el apoyo psicológico.
“El manejo debe estar a cargo de un equipo multidisciplinario. Además del neurólogo y del neurocirujano son claves el psiquiatra y/o psicólogo, y el fisioterapeuta”, resalta Arcos y explica que para los síntomas físicos, ayuda mucho que las personas con Parkinson se mantengan en movimiento.
“Entre 15 y 30 minutos diarios de ejercicio permiten mejorar la fuerza muscular, el equilibrio, la marcha y la postura, y renovar el estado de ánimo; contribuyen al buen descanso; reduce o previene fatiga, desgano y dolores...”, asegura por su parte el neurólogo Malco Rossi, especialista en Movimientos Anormales de la Clínica Fleni.
Solución de quirófano
“En el cerebro existen regiones que controlan funciones específicas, como el movimiento, la memoria o el estado de ánimo; la actividad anormal en esas regiones se puede tratar con cirugía -informa Arcos-. La intervención consiste en colocar un electrodo por medio una técnica llamada estereotáxica, que permite llegar a zonas muy profundas del cerebro con una aguja como las que se usan para biopsias”.
La descripción continúa. “El electrodo se conecta a un generador (similar a un marcapasos cardíaco) y mediante corriente eléctrica se frena la actividad de los circuitos neuronales alterados” explica Arcos y agrega: “esta tecnología nos permite llegar con altísima precisión y seguridad a cualquier área cerebral. Se puede emplea también para tratar otras enfermedades, como temblores, dolor y epilepsias, entre otras”.
Un médico británico
Homenaje de la OMS a un neurólogo
En 1997, la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró el 11 de abril Día Mundial del Parkinson. Lo hizo recordando que en esa fecha de 1755 nació James Parkinson, el neurólogo (además de sociólogo, botánico, geólogo, y paleontólogo) británico que hizo, sólo basado en observaciones (no examinaba a los enfermos), la primera descripción de lo que llamó “parálisis agitante”. En 1817, Parkinson publicó un libro que llamó “Un ensayo sobre la parálisis agitante”. Fue el neurólogo y psicopatólogo francés Jean Martin Charcot quien fijó el término “La enfermedad de Parkinson”, 60 años después de su descubrimiento. Desde lo dispuesto por la OMS, asociaciones médicas de todo el mundo conmemoran este día con el objetivo de difundir la realidad del Parkinson y sensibilizar a la sociedad en general.