Casi, casi Atlético. Regaló un tiempo y cuando despertó puso contra las cuerdas a un River que evitó los penales gracias a la estatura de un arquero enorme como Franco Armani y a malas decisiones propias en la definición. En el La Plata, Marcelo Gallardo apostó por la juventud en el ataque y obtuvo los dividendos esperados con los goles de Federico Girotti.
El 2-1 metió al “Millonario” en la sexta definición mano a mano con Boca en los últimos años -en octavos de final, la primera en Copa Argentina- y dejó al “Decano” frustrado por la oportunidad perdida y planteándose cuestiones de identidad futbolística.
Con Matías Suárez lesionado y Rafael Santos Borré “guardado”, la presencia de Girotti, acompañado por Lucas Beltrán y Julián Álvarez logró desactivar el “virus del cero” que había afectado al “Millonario” en las últimas semanas. Lo más difícil -romper el cerrojo rival-, lo logró rápido, facilitado por errores de Atlético.
Omar De Felippe, tentado por las recientes experiencias exitosas de Racing y Arsenal ante el equipo del “Muñeco”, le puso fichas a un planteo conservador, que se desplomó como un castillo de naipes ante el primer y el segundo ventarrón, esos centros de Fabricio Angileri y Gonzalo Montiel que Girotti tradujo en gritos de gol.
Atlético 2021 venía sufriendo atrás y solía encontrar respuestas en ataque. Pero por primera vez el DT “decano” optó por jugar con único punta. Y Javier Toledo murió de inanición esos primeros 45.
Intentó reforzar el medio y rodeó a Cristian Erbes con Franco Mussis y Nicolás Aguirre. Mucha experiencia, pero también mucha lentitud, demasiados años. Atlético puso un 11 inicial con 31 años de edad. Y los jugadores de River -con un promedio de 26- pasaban como aviones por diestra, siniestra, y el miedo medio.
Así como el fondo de Atlético venía dando dolores de cabeza desde el inicio de la temporada, el ataque solía garantizar satisfacciones en casi todos los cotejos. Pero el primer tiempo del “Decano” en la noche cálida de La Plata fue totalmente olvidable.
Algo a favor: De Felippe se dio cuenta y movió el tablero en el entretiempo. Sacó a Mussis y Aguirre. Ingresaron Leonardo Heredia y Ramiro Ruiz Rodríguez. Así comenzó a sentar las condiciones para lo que se vería después.
Antes, River lo había perdonado, pudo meter ese 3-0 que le hubiera cambiado a Gallardo esa cara de preocupación que se le advertía en el banco. “Podríamos haberlo definido en el segundo tiempo y no habernos desgastado tanto como pasó, porque un gol sabíamos que iba a poner de nuevo a Atlético en partido”, argumentó el “Muñeco”, quien elogió a su rival: “fue un partido durísimo”.
El mejor reconocimiento fue un hecho, o dos: Gallardo metió en cancha a Bruno Zuculini y Héctor Martínez, modificaciones que dieron cuenta de la imposibilidad de que su equipo se defendiera con la pelota ante el aluvión en que se había convertido Atlético, renovado además con Oscar Benítez (algo displicente) y Augusto Lotti (pudo haber ingresado antes).
El atajadón de Armani ante ese cabezazo de Marcelo Ortiz que se colaba en el ángulo fue una postal enviada desde ese “nuevo lugar” en el que se había situado Atlético, el de sus reales posibilidades.
Una pena que se haya despertado tan tarde. Le pasó con Sarmiento, y en ese caso le alcanzó. Pero no siempre se puede regalar un tiempo y salir indemne. Menos si enfrente está este River que se siente cómodo en torneos de eliminación directa, este “Millo” siempre en estado de gracia en Copa Argentina.