Es un tramo de menos de tres kilómetros completamente abandonado. Pozos, montículos de piedras y arena y un tráfico vehicular infernal lo convierten en un peligro latente para miles de tucumanos que a diario utilizan ese recorrido en sus rutinas. Se trata del viejo Camino del Perú, que nace como una colectora desde la ruta 315 (esa calzada saturada que separa Yerba Buena de la Capital) y que en ese corto tramo recorre populosos barrios hasta desembocar en Lomas de Tafí, justo enfrente del Pozo de Vargas.
El uso de ese camino tuvo un crecimiento exponencial en los últimos años; en particular, tras la apertura de los barrios Congreso, Casino y el propio Lomas de Tafí. Miles de familias lo tienen como vía de comunicación hacia y desde Yerba Buena, San José y Villa Carmela, y muchísimos trabajadores apelan a esta ruta para acortar distancias y transportar productos (desde mercadería para almacenes hasta materiales para la construcción).
Así, el pavimento sufrió un deterioro evidente al punto de convertirse en un dolor de cabeza. El puente que une la tradicional "Curva de los Vega" y el barrio Congreso, por ejemplo, está inutilizado en media calzada. Ocurre que los camiones que pasan por allí fueron dejando sedimentos sobre la calzada oeste del cruce, y los vehículos deben evitarlo para no quedarse en la pendiente. A bruscos volantazos, el riesgo de chocar de frente es permanente.
Pasando el Congreso, hacia el norte, la calle bordea un enorme sitio baldío tapado de yuyos y basura. Allí se llega a las vías ubicadas frente al Pozo de Vargas y antes de la avenida Francisco de Aguirre. Allí, el estado de la ruta es deplorable. Cruzar la vía obliga a frenar el vehículo a cero y aquellos que se trasladan en motos o bicicletas ya han sido en reiteradas ocasiones víctimas de atracos.