Dejó su casa a los 10 años con un objetivo claro: ser jugador de fútbol profesional. Once años después mira hacia atrás y con orgullo y nostalgia puede decir que está tranquilo, que su meta está cumplida. Cristian Agustín Parano Rasguido nació en Aguilares, en una familia numerosa. “Fue difícil para todos que me fuera a Buenos Aires con 10 años. Mi mamá me apoyó siempre, ella quería que yo cumpliera mis sueños”, admite el protagonista de esta historia.
“De chico me acuerdo que jugaba en las calles con mis amigos”, confiesa Cristian, que luego se sumó a una escuelita de fútbol con Aldo Gómez, en Aguilares.
Cuando todavía cursaba la primaria, una prueba de la filial de Barcelona lo llevó a vivir dos años en Buenos Aires, hasta que en 2012 el proyecto finalizó y tuvo que volver a Tucumán.
Con 12 años, Cristian seguía con la fe intacta en que podría convertirse en futbolista profesional, por eso se probó en Boca y en River. Quedó en el “Millonario”, en el que estuvo cuatro años, fue dirigido por Ariel Ortega y hasta se dio el gusto de ser alcanzapelotas en la final contra Tigres, de la Libertadores 2015.
“Ahí pasé unos años maravillosos, conocí gente muy buena, hice grandes amigos. River es mucho más que fútbol, te enseñan a vivir, es un estilo diferente, yo estoy muy agradecido por haber tenido esa posibilidad”, detalló Parano.
A fines de 2017 se enteró de que no renovaría el vínculo con River y todo pareció desmoronarse en un minuto. “Yo quedaba libre y ni siquiera había terminado la secundaria. No niego que pensé en abandonar todo y trabajar en Tucumán”, admitió el actual jugador de Paços Ferreira de Portugal.
En ese momento fue un mes de agonía para Parano. Vio en carne propia cómo sus sueños parecían esfumarse, mucho más cuando fue a pruebas en San Lorenzo, Vélez, Argentinos y otros clubes de Primera, siempre con resultado negativo. “Entre noviembre y diciembre de ese año me probé en seis, siete clubes, no quedaba en ninguno. Pensé que era una señal, que tenía que dejar. Y ahí fue cuando llegó la posibilidad de ir a San Martín de San Juan. Se comunicó una persona y me ofreció firmar un contrato, darme vivienda y sumarme al plantel de Primera, ni lo dudé”, comentó el ex jugador de San Antonio de la segunda división de Estados Unidos.
De igual manera, cuando llegó a San Juan, se dio con una realidad muy diferente: no tenía dónde vivir, no tenía contrato y se entrenaba con la Cuarta del conjunto sanjuanino. “Fue difícil, estuve a punto de volver, por suerte, en ese momento conocí una de las mejores personas que se cruzaron en mi vida. Yonatan Goitia era mi compañero y me ayudó desde el primer momento. Siempre voy a estar agradecido cpn él, porque fue una persona fundamental para que se diera todo lo que llegó después”, recordó el jugador.
Su estadía en la provincia cuyana fue corta, pero bastó para jugar en Cuarta, Reserva y Primera. “Debuté en Primera con Walter Coyette frente a Vélez, perdimos, pero fue uno de los mejores días de mi vida”, explicó el delantero.
La posibilidad de Estados Unidos llegó en un momento clave. “Yo siempre tuve el sueño de ser futbolista, pero siempre lo ves como algo lejano. En EE.UU. firmé mi primer contrato profesional en 2018. Fue increíble cómo se dio todo”, analizó.
2021 le llegó con buenas noticias: firmó con Paços Ferreira, equipo que marcha quinto en la Primera división de Portugal.
“Yo a veces pensaba ‘wow, qué lindo debe ser jugar en Europa’, si bien no me está tocando jugar, estoy aprendiendo mucho en un equipo muy competitivo. Todo fue gracias a Dios y al esfuerzo que hice desde chico”, finalizó. (Producción periodística: Daniel Coronel)
Sumar experiencias haciendo lo que les gusta
Desde hace años, Tucumán exporta jugadores a distintos puntos del globo terráqueo. Los motivos son variados: la actualidad de los equipos tucumanos (salvo Atlético y San Martín), pues ninguno aparece como una oferta tentadora; la economía del país y por supuesto el talento que siempre aflora en los futbolistas de estas tierras. “Hay mucha diferencia económica, yo jugando en Bolivia estoy bien”, dijo Gonzalo Masmut, que mudó sus goles desde Villa Mitre de Tafí Viejo al fútbol boliviano. Allá juega en Ciclón de Tarija. “Yo vivo en Tarija y hace dos años juego aquí. Vuelvo a Tucumán cuando no hay torneo”, añadió.
Jugar en el exterior es una tendencia que marca una nueva forma de vivir de toda una generación. Algunos, los más conocidos, viajan al “Viejo Continente” con contratos millonarios. Otros, en cambio, en silencio suman experiencia y forjan su propia historia desde las ligas más ignotas del mundo. Siempre con un sueño claro: ser jugador de fútbol.