Una reacción machista frente a la pérdida de privilegios

Una reacción machista frente a la pérdida de privilegios

La psicóloga Laura Magadan interpreta la creación de grupos “clandestinos” en las redes como una respuesta ante los cambios sociales logrados por las mujeres.

NO VIRALIZAR. La responsabilidad individual es clave para frenar cadenas. NO VIRALIZAR. La responsabilidad individual es clave para frenar cadenas.

Si hasta hace algunos años en los grupos de WhatsApp, mayormente en los de hombres solos, era “normal” compartir contenido sexual íntimo sin el consentimiento de los o las que lo habían generado, ahora es cada vez más común que en esos mismos grupos hayan voces que se planten y reclamen ante una acción que no consideran éticamente correcta. El mensaje atiende al reclamo de las mujeres que se ha hecho escuchar, y esos comportamientos han dejado de ser normales o al menos están siendo cuestionados.

“Porque así son los hombres”. Detrás de esa afirmación, peligrosa por la naturalización que conlleva, suelen justificarse comportamientos de violencia y sometimiento que hoy están en conflicto. Como reacción a esa reducción de espacios donde se disputaba la pertenencia a lo “masculino”, es que han surgido estos nuevos espacios digitales que rozan la clandestinidad, para que aquellos que no han entendido el mensaje puedan continuar con esas costumbres que se resisten abandonar.

El análisis pertenece a la psicóloga Laura Magadan, psicoanalista dedicada a trabajar en casos de violencia de género y abuso sexual en el ámbito público; además, integra la fundación Transformando Familias. “Lo primero que entra en juego en esta clase de comportamientos es el poder, la satisfacción del poder sobre el otro, lo que termina en situaciones de violencia. Esto era algo cotidiano en cualquier grupo de WhatsApp, incluso en el grupo de padres de los chicos del colegio, como un gesto de ‘masculinidad’, del ser ‘macho’: una manera de mostrar poder sobre las mujeres y los niños, sin importar el consentimiento, por el solo hecho de considerarse en una posición de superioridad”, explica la analista.

En realidad, contrapone, no se trata de un comportamiendo de la masculinidad, sino del machismo, que son cosas distintas. “Durante mucho tiempo se dijo y se asumió que ‘los tipos son así’, una naturalización que termina en el sometimiento de la mujer. Ese privilegio hoy está cuestionado, ya no se tolera más. Por supuesto, la deconstrucción no llega a todos por igual, pero está visibilizado que no se trata de un comportamiento normal ni natural. Hace cinco años no cabía posibilidad de queja”, compara.

EN SECRETO. La creciente red Telegram admite grupos privados. EN SECRETO. La creciente red Telegram admite grupos privados.

La profesional encuentra en la formación de estos grupos clandestinos, en los que sus miembros procuran proteger entre ellos su identidad y su anonimato, una actitud reaccionaria frente a los cambios sociales que han conseguido las mujeres en los últimos años con sus reclamos de igualdad.

“Esta desnaturalización, la problematización de estas actitudes, hace que los mismos hombres dejen de celebrar que se viralice contenido sin consentimiento. Muchos hombres comienzan a entender que eso no es masculinidad, sino machismo, entonces son capaces de condenar a sus pares por compartir este tipo de cosas. Ahí es cuando surgen estos grupos que, de alguna manera, desde la clandestinidad ‘resisten’ a esto que amenaza con quitarles sus rituales de machismo y ese poder que pretenden conservar. Es una muestra de conservadorismo, similar a los movimientos neo-nazi que operan desde la clandestinidad”, finaliza.

“Incels”

La actualidad de un término inglés de los 90

La viralización de la denuncia de Camila Frasca respecto del grupo de Telegram donde hombres comparten videos íntimos y despliegan todo tipo de odio contra las mujeres generó un encendido debate esta semana. Entre otros puntos, se actualizó el concepto de “incels”, un término acuñado en los 90 para referirse a los hombres que son constantemente rechazados por las mujeres, lo que deviene en misoginia y, en casos extremos, violencia física. La palabra es la abreviatura de la expresión inglesa involuntarily celibate (célibe involuntario) y es una subcultura que suele expresarse en comunidades virtuales de hombres heterosexuales que, movidos por el resentimiento, han llegado a cometer atentados en Estados Unidos y que promueven la violencia fìsica contra las mujeres.

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