Un Pac-man en el peronismo

El peronismo tucumano se parece mucho al tradicional juego del Pac-Man: un personaje principal recargado que intenta comerse a los fantasmas en medio de un laberinto electoral. Así está hoy el gobernador Juan Manzur, que ha elevado el tono de la pulseada con un convaleciente vicegobernador, Osvaldo Jaldo, que aún no puede ordenar su tropa en esta anticipada disputa interna. Y el juego de poder arrastra a legisladores, intendentes, concejales, comisionados rurales y hasta sindicalistas. Muchos de ellos tienen que hacer equilibrio para no ladearse tanto para un lado o para el otro del PJ.

El gobernador ha decidido bajar al barro y corre el riesgo de quedarse empantanado en el lodo si no se bajan los decibeles de la batalla política. De todas maneras, está tirando toda la estructura de poder sobre las espaldas de los que, hasta hace poco tiempo, respondían sin miramientos ni cuestionamientos a la Casa de Gobierno. Antes iba al interior sólo a supervisar algunas obras públicas. Ahora aprovecha la oportunidad para hablar con la dirigencia territorial y preguntarle, cara a cara, de qué lado del peronismo está.

En menos de una semana, reunió al bloque propio en la Legislatura para bajarle línea; cita a cada dirigente confuso a la sede del Poder Ejecutivo; envía a sus referentes a dialogar en territorio con ediles y comisionados rurales, a quienes ya les dijo, en el complejo de ATSA, que en el PJ no hay doble comando. Para reforzar su fortaleza como referente nacional, trajo a varios ministros del gabinete del presidente Alberto Fernández, y hasta al gobernador de Entre Ríos, Gustavo Bordet, que compartió la cena del miércoles con sindicalistas en El Cadillal.

El manzurismo avanza en los Concejos Deliberantes del interior. El coletazo de la pelea con el jaldismo se sintió en Alderetes y en Banda del Río Salí. Y es probable que afecte a otras jurisdicciones, donde algunos legisladores pisan fuerte. Por mencionar algunos territorios, Monteros, Famaillá, Simoca y Tafí Viejo están en la mira.

Con sus internas, la oposición se rearma. Una parte de Juntos por el Cambio mandó a realizar una encuesta de campo que, según la dirigencia, ha demostrado que Manzur es vulnerable electoralmente. Su gestión no mide bien, indican. “La gente no quiere un (Gildo) Insfrán a la tucumana”, indicó un radical en una postura negativa a cualquier cambio en la Constitución provincial que implique más reelecciones. Otra ala opositora sigue pisando territorio jaldista. Es el caso de los intendentes Mariano Campero (Yerba Buena) y Roberto Sánchez (Concepción) y del legislador y titular de Fuerza Republicana, Ricardo Bussi, que hoy desembarcarán en Banda del Río Salí, con una escala en Alderetes.

Como están las cosas, las PASO pueden llegar a dirimir las pujas internas en todos los sectores. Los gobernadores del Norte Grande intentarán hoy en Catamarca convencer al Presidente para que se suspendan las primarias. Pero en la Casa Rosada no están convencidos de avanzar con esa idea; los Kirchner se oponen porque quieren disputar espacios, por esa vía, a los intendentes bonaerenses.

Sectores menos reaccionarios del PJ tucumano siguen reclamando la unidad partidaria, más allá de las diferencias. Saben que de ese modo el oficialismo podrá salir de su laberinto y que Pac-Man no seguirá persiguiendo y devorando a los fantasmas partidarios.

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