En lo que va del año seis personas fueron asesinadas en crímenes vinculados a drogas. Es la misma cantidad de víctimas de la inseguridad, es decir, los tucumanos que perdieron la vida en un robo. “Ellos imponen su ley y hay que respetarlas, si no sos boleta. Es así de simple, no hay que buscarle más vueltas. Desde hace años se viene advirtiendo eso y nadie nos escuchó. Ahora, ellos que son la Ley, se preocupan”, explica Hugo, vecino de Villa 9 de Julio.
El caso más impactante que se registró en lo que va del año es el doble crimen de La Invernada. Víctor Hugo Brito (58 años) y su hijo Gonzalo (19), cuyos cuerpos fueron encontrados en diferentes lugares el viernes pasado. El fiscal Miguel Varela sigue avanzando con en la pesquisa que cada vez más se tiñe con el rojo por la presencia de presuntos sicarios de otras provincias y porque el móvil sería la desaparición de una millonaria carga de droga.
Y si de venganza se trata, no hay que ir tan lejos para encontrar un ejemplo. El domingo por la tarde falleció Ramiro Ledesma, después de haber recibido al menos 10 disparos por parte de un miembro del clan Figueroa, un grupo que tendría montada una red de narcomenudeo en el barrio San Roque en la Capital.
La cantidad de crímenes narco se triplicó con respecto al mismo período del año pasado, en el que se registraron apenas dos. Hubo un 25% más que en 2019, en el que se contabilizaron cuatro, y duplicó los números de 2018 y 2017, que llegaron a ser tres en ambos años.
La escalada de violencia no sólo no se detiene año tras año, sino también el porcentaje de estos tipos de homicidios en general. En 2021 (hasta el cierre de esta edición) representan el 20% de los 32 que se tienen contabilizados hasta ahora. En los otros años, en los que se consigna marzo completo, los guarismos son los siguientes: 2020, 31 (8%), 2019, 29 (15%), 2018, 32 (10%) y 2017, (10%).
Un caso testigo
Miguel “Miguelón” Figueroa está sospechado de cometer tres homicidios en menos de tres meses. Se trata de una cruenta venganza contra la familia de un adicto que está acusado de matar a su hermano Gonzalo. “Era sabido que esto iba a pasar. Él tiene plata, poder y gente para que maten a mansalva sin que nadie los frene”, indicó Federico, vecino del barrio San Roque donde este clan ejerce el dominio desde hace bastante tiempo.
Ese es tan sólo uno de los crímenes que se registraron en este tiempo. Todas las víctimas de este tipo de homicidios fueron ultimadas de la misma manera: a balazos, una prueba del poder de fuego que tienen estos grupos.
Hubo varios tipos de casos, pero algunos fueron más impactantes que otros. Por ejemplo, el cuerpo de Cristian Llanos fue encontrado flotando en el río Salí: todo parece indicar que el “soldadito” de un transa lo mató porque no saldó su deuda. Nunca se pudo establecer quién había sido el autor del hecho.
“Los adictos desaparecen como si se los hubiera tragado la tierra. Nadie sabe si fueron asesinados o heridos por los transas”, indicó Luisa, habitante del barrio La Milagrosa. Cuenta la mujer que los transas les daban drogas a los jóvenes para que buscaran a Brian , el niño que fue arrastrado por la correntada. “Lo hacían para que lo ubicasen rápido y así los policías se fueran del barrio”, agregó.
Oscar Cisneros, de 14 años, murió en un enfrentamiento por la disputa territorial que mantenía su familia con la familia Pizarro. Estos duelos armados también generan víctimas inocentes, como fue el caso de Azucena Brito, que murió al quedar en medio de un tiroteo entre dos grupos rivales.
“Vivimos con el Jesús en la boca porque aquí mandan ellos”, dijo Juan Carlos Martínez, de San Cayetano. “Aquí hay una realidad: cualquier gil comete un robo lindo y se dedican a vender la porquería. Pero al haber más quiosquitos, más son los problemas. Muchos dicen que es mejor que se maten entre ellos, pero después mueren los inocentes”, agregó.
Un problema
En tribunales están espantados con los números. “Nos preocupa el permanente aumento de homicidios y entre ellos, los que están vinculados a cuestiones de drogas”, explicó el fiscal de Homicidios I, Ignacio López Bustos. “Una de las razones podría ser que el incremento de la cantidad de quioscos de venta, que generan un enfrentamiento por el dominio territorial”, indicó.
Su par de Homicidios II, Carlos Sale, agregó: “la situación es realmente preocupante con todo lo que está pasando. El caso de Figueroa es un claro ejemplo. Se esconde, vuelve, mata y se va nuevamente. Desde hace tres meses que estamos tratando de atraparlo”.
“Son gente que está acostumbrada a manejarse en el delito y eso complica su detención”, dijo López Bustos. “Es un problema avanzar con las investigaciones porque esta gente genera terror entre los vecinos, por lo que muchas veces tenemos que otorgarles medidas especiales para que declaren. Sin contar que tienen recursos para mantener su fuga”, añadió Sale.
Mariano Fernández, jefe regional de fiscales de los centros judiciales de Concepción y de Monteros, también fue categórico sobre el problema. “Si bien la cantidad de homicidios es infinitamente menor a los de la capital, es indudable que hay vinculación con el tráfico de sustancias. No son muchos, pero antes esto no sucedía”, indicó. “La droga en nuestra provincia se ha transformado en la madre de todos los males. Está presente en los hurtos, en los robos y en el incremento de la violencia”, concluyó.
Los tipos de crímenes cometidos
1- Jóvenes adictos que no pagan las dosis que fiaron o que delatan a los transas, son ultimados por sus “soldaditos”.
2- Los clanes se enfrentan en las calles por el dominio territorial. En el barrio Aguas Corrientes se registró el hecho más grave.
3- Venganzas como la que lleva adelante “Miguelón” Figueroa se han cobrado varias vidas en los últimos tiempos en la provincia.
4- Todas las luces de alarma se encendieron en el doble crimen de La Invernada. Se cree que participaron sicarios.