La trabajosa convivencia política de Alberto con Cristina

La trabajosa convivencia política de Alberto con Cristina

¿Cuánto afecta los pedidos de la ex Presidenta a la actual gestión?

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El kirchnerismo es un plan de largo plazo. La elección de Máximo Kirchner como presidente del PJ en el principal distrito de la Argentina, Buenos Aires, es una muestra de que el proyecto apunta más a 2023, que a este 2021. Sin embargo, gobernadores, intendentes y las principales cabezas políticas del oficialismo nacional tienen un tácito compromiso que cumplir: tratar de alcanzar la mayor cantidad de bancas posibles en el Congreso, de tal manera de fortalecer la figura de Cristina Fernández, presidenta del Senado, frente a los embates judiciales. De allí es que la Casa Rosada y el Instituto Patria siguen de cerca las internas en los principales distritos electorales, como el caso de Tucumán, en donde el gobernador Juan Manzur y su vice, Osvaldo Jaldo, iniciaron una batalla interna con trincheras claramente definidas pero que, a juzgar por los mensajes enviados desde Buenos Aires, la disputa no debe pasar más allá de agosto (las PASO). El presidente Alberto Fernández está en contacto telefónico con el mandatario tucumano, siguiendo de cerca lo que acontece con su gestión.

Pero, ¿cuánto es el peso específico del jefe de Estado nacional frente a la impronta política de Cristina? ¿Cuánto afecta los pedidos de la ex Presidenta a la actual gestión? ¿Seguirá CFK incluyendo funcionarios afines en el gabinete nacional?

Según el analista político y psicólogo, Gabriel Slavinsky, para realizar un correcto análisis no puede dejar de recordarse el origen de la situación actual. Alberto Fernández fue nominado a la presidencia de la Nación por la persona que más intención de votos poseía a esa altura.

La frase de los encuestadores era: “Con CFK sola no alcanza, sin ella no se puede”. Cristina, con ese diagnóstico, generó la maniobra de colocarse debajo en la fórmula con la que competiría en las elecciones de octubre. Ese jaque ajedrecístico se convirtió rápidamente en mate ya que Alberto podía convocar a Sergio (Massa) y lograr la ansiada unidad del movimiento, indicó el consultor.

El candidato a presidente se exhibía con un discurso racional y explicativo en cada intervención con lo que conseguía que la ciudadanía percibiera que un futuro gobierno tendría más mesura, ampliando la base de votantes potenciales. "Fue un gran mérito estratégico para la campaña, que traería como conflicto posterior el modo de articular el Frente de Todos al tiempo de gobernar el país", puntualiza.

Con el tiempo, Alberto Fernández continuó con el estilo; prometió cumplir con el contrato social con la ciudadanía: sensatez, cordialidad, la intención de tender puentes en vez de ampliar grietas. "Lo repitió tanto en su discurso de asunción en diciembre de 2019 como en la apertura de las sesiones ordinarias del Congreso en marzo de 2020. Cristina se mantuvo con baja exposición", explica Slavinsky.

Al poco tiempo, llegó la pandemia, que hace un año puso en cuarentena a la Argentina, que colocaría al Presidente en primer plano. Era el que llamaba al consenso y aprovechó la situación para tomar el centro de la escena, señala el experto en Comunicación Política. Con esa cuarentena como herramienta principal, se blindó de las críticas exhibiéndose como quien debía cuidar la vida y la salud de todos y todas. Pero los resultados no fueron los esperados, los fallecidos ascendieron a un número mayor de lo estimado y la economía no tenía un horizonte promisorio, especifica.

El analista acota que, hacia septiembre y octubre de 2020, se notó cierta confusión en el rumbo. "El relato padeció la falta de rumbo, los argumentos sanitarios y económicos chocaban con una realidad que se complicaba semana a semana", completa. La carta de Cristina de algún modo ordenó el escenario. Se discutió mucho si era un corrimiento de un gobierno sin recursos o una “tirada de orejas” al mismo presidente y sus funcionarios. Quizá se trató de una arenga, un señalamiento público que dejaba al descubierto ese desconcierto de la conducción, evalúa.

¿Cuáles fueron algunos de los puntos claves en la relación de Alberto con Cristina? Slavinsky enumera los siguientes:

-El Frente de Todos funcionó electoralmente.

- En el gobierno se notan tensiones constantes en la relación entre presidente y su vice. Es la relación entre quienes no pueden separarse, pero tienen modo y agendas diferentes.

-  Pensar en la armonía en un contexto tan complejo suena ingenuo.

- El Presidente fue colocado en la posición de articulador del Frente; la vicepresidenta ostenta el mismo poder que tenía antes de asumir su cargo. "Eso produce que Alberto deba consensuar con el fuego amigo, con ella, con la oposición y también gobernar el país. Sin duda un equilibrio dinámico muy complicado para cualquier ser humano", observa.

- La sensación general es que él tiene el poder que le da su rol (ni más ni menos que la presidencia de la Nación) y ella el que le otorga su trayectoria, su militancia, su carisma y su núcleo duro.

- Alberto necesita conducir, protagonizar, “ganar partidas”, liderar para demostrar que está en pleno uso de sus funciones de presidente. CFK no.

Según Slavinsky, Alberto lidera a la Nación haciendo “malabares” internos y ella tiene el poder real de marcar agenda y el suficiente caudal político para determinar caminos. En consecuencia, finaliza, estamos en presencia de "una relación complementaria, de necesidad y de conveniencia. Una trabajosa convivencia y una peligrosa dependencia mutua".

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