El juego de poder entre Manzur y Jaldo y la danza de nombres de candidatos

El juego de poder entre Manzur y Jaldo y la danza de nombres de candidatos

La rispidez en función de un posible traspaso de mando.

Manzur y Jaldo en la pasada apertura de sesiones legislativas. Manzur y Jaldo en la pasada apertura de sesiones legislativas.

Los teléfonos siguen descompuestos. La semana se está cerrando como empezó dentro del oficialismo: cero contacto institucional y un diálogo de sordos entre los colaboradores del gobernador Juan Manzur y del vicegobernador, Osvaldo Jaldo. Desde el punto de vista institucional, los inconvenientes están dados en función de un posible traspaso de mando. 

Es probable que Manzur viaje el lunes a Buenos Aires y el presidente subrogante de la Legislatura, Regino Amado, tenga que tomar las riendas del Poder Ejecutivo. Osvaldo Jaldo sigue evolucionando favorablemente en el Hospital Centro de Salud "Zenón Santillán" de su cuadro positivo para Covid-19. "Gracias a Dios, estoy saliendo de esto", comunicó esta mañana a sus allegados, como una manera de llevarles tranquilidad en medio de tantas disputas políticas.

Anoche, en San Isidro de Lules, no se dio un encuentro entre manzuristas y jaldistas. El gobernador participó del acto de Apertura de Sesiones Ordinarias del Concejo Deliberante de ese municipio, acompañando al intendente local Carlos Gallia. Luego fue a la inauguración de la nueva sede del cuerpo legislativo, donde se iba a descubrir una placa recordando esa ceremonia y con los apellidos Manzur y Jaldo. No hubo cruces de dirigentes. Los jaldistas no asistieron, pese a que varios ediles responden al vicegobernador.

Más allá de ese hecho puntual, legisladores de uno y otro sector del oficialismo mantuvieron en estos días charlas informales para intentar zanjar las diferencias. Manzur, sin embargo, sigue sintiendo los efectos de la votación adversa del lunes, con la que se designó a Eduardo "Lalo" Cobos como ombudsman. Fernando Juri Debo, el saliente, será contenido por la Casa de Gobierno, dijeron en el Ejecutivo. También hubo llamadas de jaldistas a Buenos Aires para explicar porqué se produjo la ruptura del bloque oficialista. Los manzuristas insisten en la hipótesis de la rebelión del jaldismo y las alianzas con bussistas y macristas; los parlamentarios cercanos al presidente del cuerpo insisten en que la ruptura tuvo que ver con el escaso diálogo del mandatario con ellos.

La Cámara reabrirá el lunes, tras la sanitización integral, tras el contagio de Covid-19 por parte de Jaldo. Ese día no habrá reunión de Labor Parlamentaria, pero sí un repaso a los temas que pueden estar en carpeta para la convocatoria a una sesión. Al día siguiente, el presidente subrogante tendrá que sentarse frente a la computadora para participar de la videoconferencia que será encabezada por la vicegobernadora de Buenos Aires, Verónica Magario, muy cercana a Manzur. El miércoles será la cumbre del ParlaNOA y el viernes, Amado deberá viajar a La Rioja para participar de una cumbre de vicegobernadores con ministras nacionales para coordinar legislación vinculada con la cuestión de género.

La frialdad en las relaciones interpoderes llevó a que varios legisladores, con varias batallas electorales, empiecen a mirar más detenidamente el calendario electoral de este año, tomando en cuenta que en mayo deberán definirse las nóminas de candidatos a senadores y a diputados, en caso de que en agosto se convoque a Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO). Antes del desencuentro, Manzur y Jaldo habían acordado de palabra que tratarían de consensuar una lista para los postulantes a diputados nacionales, mientras que los que se nominarán para las senadurías dependerán de las "sugerencias" del poder central.

Calculadora en mano, los armadores de campañas proselitistas hacen la cuenta: si son 24 los legisladores que están en el jaldismo, más dos alperovichistas que se han alineado con el vicegobernador (Sara Alperovich y Julio Silman), el potencial poder electoral de ese espacio justicialista estaría en torno de los 250.000 sufragios. "La cuenta es clara; la mayoría de los legisladores ha llegado a sus bancas con unos 10.000 votos por cabeza. A eso hay que agregarle aquellos concejales que también juegan para Jaldo", indica uno de los referentes oficialistas que habla permanentemente con el presidente de la Cámara. La cifra no es menor; representa casi la mitad de los sufragios que Manzur ha cosechado para alcanzar la reelección en los comicios de 2019. Y allí surgen otras especulaciones: ¿quiénes pueden llegar a ocupar el cupo femenino en las listas? Hasta ahora se había mencionado que Gladys Medina iría por la reelección de la banca en Diputados. El apoyo de Gonzalo Monteros a la terna propuesta por el jaldismo para la Defensoría del Pueblo puso en jaque esa candidatura; al menos desde la visión de la Casa de Gobierno, pese a que el intendente de Banda del Río Salí, Darío Monteros, dio explicaciones acerca del voto de su hijo y de la representatividad de su esposa al manzurismo en el Congreso. Frente a ese escenario, en el manzurismo miran puertas adentro para barajar candidatas para la Cámara Baja: las ministras Carolina Vargas Aignasse (Gobierno) y Rossana Chahla (Salud) son dos nombres que siempre están en el pensamiento del gobernador para la puja electoral. Una tercera está teniendo conversaciones con el mandatario. Se trata de la concejal capitalina Sara Assán. Por el lado de la Cámara Alta, la propuesta del Ejecutivo giraría en torno del actual diputado Pablo Yedlin. Por el cupo femenino, aguardan novedades desde Buenos Aires y, según trascendió, Silvia Rojkés sería una de las nominadas, más allá de que hoy esté alejada de las esferas oficialistas tucumanas.

La ruptura oficialista puede tener efectos impensados. Pero uno y otro sector en pugna tienen en claro que hay un mandato y un compromiso asumido ante el presidente de la Nación, Alberto Fernández: que Tucumán siga siendo un bastión justicialista, que le garantice a la Casa Rosada la mayor cantidad de bancas posibles. La moneda está en el aire. Más que un deseo, la unidad será una necesidad para seguir subsistiendo políticamente. Uno para evitar un desgaste mayor en la gobernabilidad; el otro para no perder la brújula hacia 2023.

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