Aunque fue más baja que el promedio nacional, la inflación de febrero en Tucumán, que fue del 2,97%, tuvo en los alimentos y bebidas el principal combustible para sostener el incremento de precios. De acuerdo con los datos difundidos anoche por la Dirección de Estadística, la provincia acumuló un alza del 9,35% transcurridos sólo dos meses del año.
A diferencia de enero, esta vez las tarifas de los servicios públicos privatizados le dieron tregua al bolsillo de los tucumanos, aunque se espera que en marzo vuelva a repuntar por efecto del gasto educativo, el aumento anunciado en el precio de los combustibles y el reajuste en algunos servicios hogareños.
A nivel nacional Índice de Precios al Consumidor (IPC) aumentó 3,6% durante febrero y acumuló un alza de 7,8% en los dos primeros meses del año, informó el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec).
En el Palacio de Hacienda destacaron que el IPC de febrero fue menor al de los últimos dos meses previos (4% en diciembre y enero), lo que llevó a que la variación interanual quedara en 40,7%, sensiblemente por debajo del 50,3% registrado en el mismo mes pero de 2020.
Este retroceso respondió principalmente a los precios de los productos regulados (electricidad, gas, por ejemplo), que aumentaron 2,2% mensual (contra 5,1% mensual en enero), con una fuerte desaceleración de Comunicaciones (1,8% contra 15,1% en enero) por la obligación de retrotraer las subas aplicadas en enero, aunque con subas autorizadas en combustibles, tabaco y algunos servicios y transporte en el interior del país.
A su vez, los productos estacionales se mantuvieron en 3,1% mensual (contra 3% en enero), con subas en verduras, indumentaria y hoteles y restaurantes, por la temporada de verano.
En tanto, la inflación Núcleo subió 4,1% mensual (contra 3,9% en enero). En el acumulado del primer bimestre y por regiones, el IPC de la zona del Gran Buenos Aires (GBA) aumentó 7%, Pampeana (8,2%), Noreste (8,3%), Noroeste (9%), Cuyo (8,7%) y Patagonia (8,1%); y el acumulado interanual fue en la zona GBA de 38,3%, Pampeana (42,4%), Noreste (46,1%), Noroeste (44,3%). Cuyo (42,8%) y Patagonia (37,1%).
“Verdugo invisible”
En su libro “Atrápame si puedes. El secreto de la inflación argentina”, la economista Victoria Giarrizzo define a ese fenómeno como el verdugo invisible, que obliga a los argentinos a vivir pendientes de la evolución del precio del dólar, que destruye el sistema de precios y que aumenta la desigualdad, ya que el incremento de los valores en los alimentos encarecen las canastas básica alimentaria (delimita el nivel de ingresos para no ser considerado indigentes) y de la total (marca el límite para no caer en niveles de pobreza).
Desde los últimos meses del año pasado, el Índice de Precios al Consumidor ha evidenciado una peligrosa aceleración (ver infograma) que culminó con un fuerte aumento en el precio de la carne. Según la consultora Ecolatina, hay otros factores que también alimentaron a la inflación en la Argentina. Entre ellos se destacan la mayor depreciación de la cotización oficial (por encima del 3% mensual en los últimos meses), las subas de los precios internacionales y la elevada dinámica de frutas, verduras y carnes. “Mención aparte merece el programa Precios Máximos, que redujo la dinámica de los precios de consumo masivo en los meses de cuarentena estricta a costa de inflación futura: según nuestros relevamientos el IPC de Consumo Masivo creció 3,3% en febrero, mostrando la mayor variación en más de un año”, indica en su reporte dado a conocer justo cuando el Indec difundía el dato de febrero.
Ecolatina estima que los alimentos continuarán evolucionando por encima del nivel general en el muy corto plazo. “Las frutas y verduras sumado a posibles nuevas presiones sobre el precio de la carne minorista continuarán dinamizando al capítulo”, acota. Además, la inevitable y paulatina flexibilización del programa de Precios Máximos para evitar alternativas peores -como el desabastecimiento por rentabilidad negativa- continuaría generando que algunos precios de consumo masivo recuperen parte del terreno perdido.
La elevada inflación y, en particular en alimentos y bebidas, se ha vuelto una de las principales preocupaciones económicas del Gobierno, ya que golpea los sectores de menores recursos a siete meses de las elecciones. En este marco, el Ejecutivo está aumentando la presión sobre las empresas del rubro para controlar/acordar menores aumentos de precios. Además, el ministro de Economía, Martín Guzmán, anunció una moderación del ritmo de depreciación del dólar oficial (para cumplir la suba del 29% pautada en el presupuesto 2021 el Peso debería trepar 1,4% promedio mensual), con la intención de frenar la inflación en lo inmediato. A esto se le sumarán acotadas suba de tarifas de servicios públicos y negociaciones paritarias con subas en torno al 32% (a revisar en caso de que se concrete una mayor inflación).
“A pesar de esto, romper con la inercia no será sencillo. Utilizar como ancla nominal al tipo de cambio y las tarifas permitiría recortar las subas de precios antes de las elecciones, pero difícilmente alcance para que la inflación se ubique por debajo del 40% en 2021”, advierte la consultora.