“Empecemos a mirar el Salí como una oportunidad”

“Empecemos a mirar el Salí como una oportunidad”

Recuperar y poner en valor el río es una de las deudas de Tucumán, destaca el Observatorio de Fenómenos Urbanos y Territoriales.

LOS SECTORES MÁS VULNERABLES. La transformación implica dejar de lado los prejuicios sobre el Salí instalados en buena parte de la sociedad. la gaceta / foto de inés quinteros orio (archivo) LOS SECTORES MÁS VULNERABLES. La transformación implica dejar de lado los prejuicios sobre el Salí instalados en buena parte de la sociedad. la gaceta / foto de inés quinteros orio (archivo)

La muerte del pequeño Brian Galván, ahogado en el río Salí y arrastrado por la corriente hasta la zona de Los Bulacio, reinstaló un debate imprescindible para el presente y el futuro de Tucumán: ¿cómo recuperar el río e integrarlo armoniosamente con el área metropolitana? ¿Cómo modificar la percepción que buena parte de la sociedad tiene acerca del Salí, de modo que sirva de punto de partida para una transformación? Empezar a mirar al Salí como una oportunidad y no como un problema es una buena manera de abordar el tema. Así lo destacan la arquitecta Marta Casares y el equipo que viene trabajando, desde el año pasado, en un programa urbano que propone herramientas de gestión en tiempos de pandemia. Funciona en el marco del Observatorio de Fenómenos Urbanos y Territoriales, de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo (UNT).

Para esto es clave reconstruir la cultura de una ciudad que nació en un barranco, recuperar ese contenido que la da sentido: el agua y la vida, apuntan los profesionales embarcados en el proyecto. Son múltiples las estrategias que pueden desplegarse en ese sentido para revertir prácticas instaladas durante los últimos 50 años y que incluyen, por ejemplo, la “lógica del asentamiento”, que no es otra cosa que la ocupación del terreno menos apetecido por el mercado. En este caso, las riberas del Salí.

“Para muchos el río es un paisaje invisible, pero a la vez es el espacio vital de numerosos ciudadanos”, añade María Paula Llomparte Frenzel. Entre los conceptos con los que ella trabaja figura el paisaje entendido como una cuestión social y así lo desarrolló en su tesis, en la que contempla las transformaciones territoriales que produce el Salí en el nordeste del área metropolitana, básicamente en la zona de Las Talitas. Llomparte Frenzel subraya la necesidad de pensar el río como un bien común y eso implica desarrollar una nueva cultura del agua.

Romper con los prejuicios forma parte de la transformación. Para empezar, esa relación que se hace del río con la vulnerabilidad social y que surge de mirarlo sólo en la zona de los puentes y en el contacto con el área metropolitana, comenta Casares. Justo el tramo en el que aparece la contaminación. “Cuando ves el río al norte de La Aguadita te preguntás: ¿este es el Salí?”, agrega Llomparte Frenzel.

Una de las cuestiones más afligentes es la consideración de la ribera del Salí como suelo de sacrificio. Es un uso no deseado y degradante del terreno. Por caso, buena parte de las calles se pavimentan con piedras y ripio extraídos de las canteras en Las Talitas. Del mismo modo, cuando se piensa en tirar basura surge la imagen del río y así se formó el vertedero en Los Vázquez.

Esa gestión del suelo es muy compleja, porque depende de los municipios ribereños y en el curso del Salí se yuxtaponen la capital, Banda del Río Salí, Alderetes y Las Talitas. Entonces, ¿quién regula los lineamientos generales en lo referido a ese suelo?, se pregunta el equipo del Observatorio. Contemplar una definición de la línea de ribera y el trazado de un camino de sirga serían avances valiosos.

Cuestiones de fondo

Este proyecto se enlaza con la agenda que el Observatorio desarrolló desde comienzos de la década pasada y que se tradujo en una serie de miradas y lineamientos estratégicos para el área metropolitana. Allí el río Salí ya se distinguía como estructurante del territorio, en el marco de un modelo urbano desigual en la prestación de bienes y servicios.

“Hay una nueva agenda urbana que debe incorporar temas que no están siendo tratados -advierte Casares-. Atender el cambio climático, las cuestiones de género, los modelos de gestión... Básicamente, el acceso a la ciudad como un derecho”. Pensando la movilidad urbana desde la lógica de la equidad se incorpora el manejo sustentable del ambiente y allí se inscribe la regularización y sistematización del río Salí.

“Una vez decretada la pandemia nos propusimos adecuar esta línea de trabajo a un contexto de covid -explica-. Empezamos en octubre con el propósito de generar información útil para la agenda urbana en tiempos de aislamiento social y de distanciamiento. Uno de los ejes es definir a la vulnerabilidad en situación de covid y detectar cuáles son los emergentes que se constituyen como respuesta”.

Otra de las asignaturas pendientes, de acuerdo con los informes del Observatorio, es la referida a la producción de suelo urbano, una de cuyas consecuencias es el déficit habitacional, o el intento de paliar ese déficit en terrenos que no son los indicados. Según Casares, si se deja todo librado al mercado las ciudades terminan conformándose como islotes y Tucumán es un ejemplo perfecto en ese sentido.

En cuanto a los que viven en las riberas del Salí, en muchos casos en situación de alta vulnerabilidad, las carencias son marcadas en aspectos como la falta de una infraestructura urbana, los problemas ambientales y la propiedad del suelo. Atacar estos frentes significa trabajar con una lógica urbanística para conformar un aglomerado en el que se sientan parte del río.

“El Salí puede ser absolutamente recuperado y puesto en valor -enfatiza el equipo del Observatorio-. ¿Hay que invertir? Claro que sí. Pero es una gran decisión que hay que tomar”.

El equipo de trabajo
Proyecto de gestión en escenarios de covid

Integrantes: Marta Casares, Natalia Czytajlo, Silvia Politi, María Paula Llomparte Frenzel, Mónica Odstrcil, Antonella Bonacina, Alejandro Danon, Nora Jarma, Patricia Herrero Jaime, Cristian Cola, María Eugenia Colina, Juan Bautista Murillo, Melisa Jabif e Inés González Alvo.

De punta a punta

- Cinco nombres recibe el río a lo largo de su recorrido: Anta, Tala (en Salta), Salí (Tucumán), Dulce (en Santiago del Estero y Córdoba) y Petri (Córdoba).

- Nace en las cumbres calchaquíes y corre a lo largo de 812 kilómetros hasta desembocar en la laguna de Mar Chiquita.

- La superficie de la cuenca es de casi 90.000 km2.

- En Tucumán tiene 12 grandes afluentes, los ríos Chuscha, Vipos, Tapia, Acequiones (o Zárate), Loro, Muerto, Lules, Balderrama, Seco, Gastona, Medina y Marapa, junto a ríos más pequeños y numerosos arroyos.

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