Hace poco celebraron mundialmente su día, pero para ellos fue uno más. Es que los gatos no alterarán su ritmo habitual por una jornada festiva decidida por humanos, quienes los eligen cada vez más frecuentemente como sus mascotas (en realidad, creen que lo son), por las facilidades en su tenencia, su independencia y su tamaño. Los michis van ganando lugar en los corazones de los amantes de los animales.
Para tener un felino doméstico no es necesario grandes edificaciones ni vigilarlos todo el tiempo. Solo hay que conocer algunos tips sobre el ambiente en el que deben vivir, su alimentación y estar atentos a sus cambios de comportamiento, que podrían dar síntomas de alguna dolencia u enfermedad.
El médico veterinario Sebastián Luis Tacconi Robles, corresponsal para Tucumán de la Asociación Argentina de Medicina Felina (AAMeFe) y miembro de la American Association of Feline Practitioners (AAFP), considera que el principal problema en el cuidado del gato es que muchas veces no se conocen sus requerimientos o necesidades, lo que les genera estrés, ansiedad o trastornos de comportamiento, que desencadenan caída de las defensas.
“Las consultas más frecuentes son por enfermedades parasitarias, heridas o traumas, por caídas o peleas con otros gatos o perros, y por problemas de las vías urinarias bajas”, enumera. El gato -prosigue- es un animal que se autogestiona mucho más que el perro: “le pones la bandeja sanitaria y no hace falta que le enseñés a hacer sus deposiciones. Necesita pocos cuidados en higiene y alimentación. Por ejemplo, no se sobrealimenta como el perro, al que le ponés un balde de comida y se lo come todo”.
El especialista pone énfasis en que es un animal de costumbres; todos los días tiene una rutina de alimentación o de caza (actividades de acecho y físicas), ya sea jugar con un juguete, salir al patio o subirse a un árbol y estar mirando. “Es una mascota que necesita que le hagan cariño o compartir momentos”, explica.
Sobre los cuidados básicos, destaca lo imprescindible para su bienestar y felicidad: buena alimentación, agua y alimentos separados , y un lugar en altura donde se sienta seguro (por esto suelen subir a las heladeras o muebles). Además de cumplir con las rigurosas visitas al veterinario para control, vacunación y desparasitación según el calendario, necesitan un espacio para dormir, otro para hacer actividad física y tener donde poder rascarse las uñas.
Toxoplasmosis
Patricia El-Kadi, a su vez, desvincula al gato con la toxoplasmosis. “Es un hospedador intermedio del toxoplasma que enfermaría al humano. Para que nos contagiemos, el contacto tiene que ser oro-fecal, es decir de la boca con la materia fecal”, expone la veterinaria. Aclara que no es el gato de casa el que contagia, sino, mayormente, el mal lavado de los vegetales. “En una verdulería suele haber ratas y se tienen gatos para cazarlas; estos, cuando tienen calor, se acuestan sobre el tomate o la lechuga y ahí su ano está apoyado sobre los alimentos”, detalla.
La veterinaria Cecilia Carretero, también miembro de la AAMeFe, resalta que cada vez más personas eligen tener gatos. “La gente abrió su mentalidad. Siempre digo que son de otro planeta, tienen una mística, una forma de comunicarse y expresarse muy diferente a la del perro”, dice, y remarca que quienes viven en departamentos o las parejas sin hijos son los que más los piden como mascota. “Hay razas que pueden llegar a pesar hasta 10 kilos, pero la mayoría ronda entre los tres y cinco kilos y un tamaño estándar”, subraya.
“No son animales que necesiten mucha atención; lo básico, esencial e indispensable es amor por el animal, alimentación, agua fresca a disposición, un espacio para jugar y respetar sus hábitos nocturnos”, explica la especialista.
Recomienda poner una tela de protección en ventanas y balcones para evitar accidentes y un rascador en la casa: “facilita el recambio de la cutícula de sus garras o uñas; se los puede comprar o fabricarlos con objetos fáciles de conseguir”.
La castración a machos y hembras, asevera, les previene de enfermedades como el sida o la leucemia felinos, y alerta de que las peleas callejeras pueden transmitir enfermedades muy contagiosas por la saliva, las mordeduras y las bacterias.
Ir a la veterinaria una vez al año, para control general, es fundamental. “Los gatos son de guardarse mucho sus afecciones o problemas; cuando nos damos cuenta de que está mal o enfermo por algo, a veces ya es tarde”, alerta.
Problemas renales
Prevenciones y cuidados
La veterinaria Patricia El-Kadi menciona como un error común comprar alimento de forrajería o de almacén para darle a las mascotas, en vez de ir a una veterinaria. “Suelen hacerle muy mal a los gatos porque les produce cálculos y obstrucciones en los riñones”, asegura. Tampoco aconseja la castración temprana: “si se lo hace cuando es chiquito, a los seis o siete meses, no va a terminar de desarrollar la uretra peniana”. Como los gatos no tienen el hábito de tomar agua (sobreviven con muy poca ingesta de líquido), sufren patologías renales. “Si les acariciamos la pancita y podemos llegar a tocar con nuestras manos algo como una naranja adentro, es que tienen la vejiga llena de pis”, advierte.
Neofóbicos
Toda novedad los estresa
“Los gatos son neofóbicos, lo que significa que tienen fobia a lo nuevo. Eso abarca desde el cambio de muebles a la estructura familiar: la llegada de un bebé, un familiar que se queda en casa, irse de vacaciones o una mascota nueva”, asegura Sebastián Tacconi Robles. Estas situaciones lo estresan y pueden producirle disminución de defensas. “Incluso es necesario saber cómo trasladarlos a la veterinaria, un lugar donde no conoce, donde hay ruidos, olores y otros animales que lo asustan. La medicina felina amigable es receptiva y previene estas situaciones mediante el entrenamiento del personal y generando espacios adecuados y exclusivos para los felinos”, afirma.
(Producción periodística: Nicolás Sánchez Picón)