Después de una pandemia, ¿viene un período de descontrol? Esa pregunta se vienen haciendo muchos sociólogos. Después de repasar los últimos años, vieron que la película se repetía cada vez que las sociedades enfrentaban una enfermedad de alcance mundial. Es probable que cuando superemos la covid-19, vivamos un tiempo de desenfreno y derroche. Por ahora, lo que se está viendo son algunas señales de la poscuarentena. En las guardias están aumentando los heridos en accidentes de tránsito, los intoxicados con sustancias y los pacientes que intentan suicidarse. Son jóvenes los que más aparecen protagonizando estos hechos salpicados de violencia.
El servicio de emergencia del hospital Padilla es el termómetro más importante sobre lo que sucede en el tránsito tucumano. Y también se ha convertido en un espejo donde se reflejan algunas secuelas sociales y psicológicas del impacto del coronavirus en las vidas.
En abril del año pasado, justo un mes depués de que se dictaran las primeras medidas de aislamiento social y preventivo, la cantidad de heridos en accidentes bajó un 60%, de acuerdo a un estudio comparativo con 2019 que realizó el hospital que dirige la doctora Olga Fernández. Pasaron de atender a 460 pacientes por mes a recibir 197 lesionados por choques en igual período.
El alivio no duró mucho. En mayo atendieron 339 heridos (un 19% menos que el año anterior), pero en octubre todo volvió a la normalidad. “Este año, respecto de 2020, vemos una disminución leve en la atención de accidentados (19% menos). Lo llamativo es que todavía no hemos vuelto a la normalidad en todas las actividades y supuestamente estaríamos con menos desplazamientos”, explicó Fernández.
Bajo la lupa
Durante 2020, hasta la Organización Mundial de la Salud puso la lupa sobre los jóvenes. Los expertos hablaron de descontrol y les pidieron más compromiso con las medidas de prevención de la covid-19. Incluso los hicieron responsables de la segunda ola de contagios en buena parte de Europa. Sin embargo, en los hospitales no quedaron dudas: las conductas de riesgo de este grupo etario siguen estando más que nada relacionadas a los accidentes de tránsito.
El informe anual sobre víctimas fatales en estos siniestros lo dejó en claro: son los jóvenes de entre 14 y 35 años quienes más dejan la vida en choques (el 44%). Es algo que también notan en la guardia del Padilla: los heridos más graves son, en su mayoría, menores de 40 años. Y el 80% viaja en moto. El 40% de los lesionados llega a las emergencias durante las madrugadas del sábado y del domingo.
No son las únicas conductas de riesgo. Los médicos y enfermeros son testigos de cómo también aumentan las consultas por otras “causas externas”. Generalmente son hechos en las que aparece la violencia: ataques y autolesiones, por ejemplo. Por semana, hay en promedio 11 asistencias por tentativa de suicidio. “Es un dato para preocuparse porque si uno hace la suma -sostiene Fernández- sería un curso completo de una escuela por mes”.
Los profesionales están viendo alrededor de 14 o 15 pacientes semanalmente que llegan por intoxicación de sustancias: alcohol, pastillas y drogas. La gran mayoría son jóvenes. Y atienden unos 15 heridos por semana en peleas o asaltos.
Ya lo han señalado los especialistas: el coronavirus no ha afectado clínicamente a los adolescentes y jóvenes de forma grave en comparación con otros grupos. Sin embargo, sí se han visto afectados por el distanciamiento social y el cierre de escuelas y universidades. Una encuesta realizada por el Programa Universitario para el Estudio de las Adicciones (PUNA) mostró cómo aumentó el consumo de sustancias en 2020.
En la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP) señalaron que el aislamiento social generó “epidemias ocultas a la sombra de la covid-19”. Se refieren, entre otras cosas, a la angustia, los temores, los enojos y las crisis que causó en los adolescentes. Al psicólogo Arturo Gómez López no le parece descabellado pensar que las conductas de riesgo en los jóvenes, en muchos casos, sean emergentes de este contexto de pandemia y de restricciones.
Para el psicólogo Jorge Garaventa, el aislamiento social generó un proceso de inercia. “Algunos jóvenes sobreactuaron un entusiasmo al principio, una sobreadaptación para disimular la tristeza. Inevitablemente vino la desmotivación”, resaltó. No obstante, según su perspectiva, quienes presentan problemas están exteriorizando dificultades previas que la crisis sanitaria global puede haber potenciado.
Hace falta más compromiso: cuestiones para recordar
Si va a conducir una moto, use casco. Si se sube al auto, use el cinturón de seguridad. Siempre respete las velocidades máximas permitidas y no conduzca si ha consumido alguna sustancia. No pase semáforos en rojo y no se adelante cuando haya doble línea amarilla.
Parecen cosas tan obvias, pero igual hay que recordarlas todo el tiempo. Hay que hacer una especie de contrato cuando uno le presta un vehículo a los hijos mayores de edad, recomienda Olga Fernández, directora del hospital Padilla.
Desde su lugar de trabajo ha visto demasiadas cosas, en especial que muchos jóvenes pierden la vida o quedan con lesiones irreversibles por accidentes de tránsito.
“En el Ministerio de Salud de la Provincia se está trabajando para crear más conciencia en las calles y eso sí tuvo un impacto positivo en reducir la cantidad de choques. Pero hacen falta más compromiso de toda la sociedad y más controles desde el Estado”, señaló la titular del nosocomio que, por quinto año consecutivo, ocupa el primer lugar como el hospital más donante de órganos del país.