“A los problemas no se los debe atacar atendiendo las ramas, sino que se debe ir hasta las raíces para poder hacer un diagnóstico correcto y buscar una solución a largo plazo”. (Emilio Mustafá, psicólogo social tucumano)
Los tucumanos se horrorizaron con la muerte de Brian Galván, el niño de tres años que fue arrastrado por la corriente del río Salí. Su fallecimiento dejó al descubierto las miserias de una familia, el enorme grado de pobreza y el descalabro que genera la crisis social y económica en las estructuras familiares. En su barrio no había una plaza para jugar; lo hacía en medio de los basurales, de animales muertos, de montañas de escombros y matorrales, a la par de un río que crece en verano, pero que durante el resto del año sólo aporta olores nauseabundos y enfermedades. Hasta para encontrar su cuerpito se notaron las fallas del Estado. Pudieron ubicarlo el viernes porque el caudal del Salí tuvo una importante disminución al cerrarse una de las dos compuertas del Cadillal. ¿Nadie pensó que se podía haber hecho esto antes para que el hallazgo fuera más rápido? No sabe, no contesta.
Esta muerte no es la única que impactó a los tucumanos en los últimos tiempos. Benjamín Amaya (4) vivía hacinado con su familia en Las Talitas. Comía cuando se podía la comida que se cocinaba con leña. Fue asesinado por su tío que utilizó los matorrales para cubrir su siniestro plan. José Guaymás también se ocultó detrás de enormes montañas de tierra que nadie retiró para abusar y asesinar a Abigail Riquel (9). Érica (3) fue entregada al cuidado de sus abuelos (con antecedentes de violencia doméstica) y nadie hizo nada cuando vecinos y allegados denunciaron que estaba recibiendo castigos físicos. Terminaron matándola a golpes. Los funcionarios y dirigentes tucumanos se jactan porque esta es una provincia pro-vida, que defiende los derechos de los niños por nacer. ¿Y los derechos de los que ya nacieron? No sabe, no contesta.
Seguridad
La Policía cada vez tiene más problemas para frenar la inseguridad, que no cesa de crecer. Tucumán es la segunda provincia con menor cantidad de policías con relación a habitantes. Otro dato: diariamente 2.320 efectivos cumplen con su función, es decir, uno cada 686 tucumanos. Y ese promedio está en alza porque se incorporaron casi 1.000 efectivos. Se debería aclarar que el Gobierno se tomó dos años para nombrar a los hombres que se graduaron en la promoción 2018 y 2019. En medio de esta miseria de recursos, en los últimos días tomaron fuerzas las versiones de un posible cambio en la cúpula policial. ¿La modificación de nombres cambiará la situación teniendo en cuenta que la Policía está jaqueada por la falta de recursos? No sabe, no contesta.
El servicio 911 fue ideado para realizar tareas de prevención. Unas 55 camionetas recorrían las cuadrículas que se diseñaban según los índices delictivos. Actualmente, hay 13 vehículos. El Gobierno anunció la compra de 39 camionetas que no alcanzará para cubrir el faltante. La enfermera Susana Mansilla fue asesinada mientras esperaba el colectivo en la esquina de avenida Siria y Paraguay. Hace cuatro años se lanzó una aplicación para que los usuarios del servicio de transporte público supieran cuándo llegaría el ómnibus a la parada, pero se dejó de utilizar. Ese sistema se puso en marcha porque las unidades tenían instalado el sistema de botón antipánico, que también dejó de funcionar, por lo que los robos a choferes se incrementaron. Aquí corresponde hacer dos preguntas: ¿por qué no se invierte en tiempo y forma? No sabe, no contesta. ¿Por qué no se mantienen los planes de seguridad a lo largo del tiempo? Tampoco sabe y mucho menos, responde.
Justicia
En tribunales todos prenden velas para que no se desate otro escándalo. El viernes, cuando se cumplan 15 años del crimen de Paulina, todos estarán pendientes de lo que diga Alberto Lebbos. Ese día terminará de cerrarse el círculo de la impunidad que viene formándose desde hace una década y media. Será otro cachetazo a un sistema judicial que no para de recibir golpes. Por la pésima investigación realizada por el fiscal Carlos Albaca (que sigue sin ser enjuiciado por su desempeño), el caso demoró 12 años en llegar a juicio. Después de un año de audiencias, se dictó sentencia: se condenó a los encubridores del hecho y pidió que fueran investigados los posibles autores. El fallo pasó a ser revisado por la Corte Suprema de Justicia. Dos vocales del máximo tribunal (Claudia Sbdar y Antonio Estofán) y el juez Fabián Fradejas no cerraron el caso y la causa por el crimen prescribirá.
Ninguno de los condenados por este hecho está tras las rejas. Nunca se podrá saber quién mató a esa joven madre y, por ende, terminar de entender por qué se tejió semejante red de encubrimiento. ¿Por qué en Tucumán existe esa sensación de que siempre prevalece la impunidad? No sabe, no contesta. Pero sí se sabe que por todas estas situaciones, la provincia es arrastrada por esa corriente llamada inacción y desidia.