Anillaco comenzó a despabilarse al mediodía del domingo con la noticia del deceso de Carlos Menem, quien visibilizó a este pueblo para el mundo: le hizo obras pretenciosas, como la pista aérea que sirve para aviones de gran porte (que prácticamente no se usa: hoy está cerrada con candado), le instaló un centro del Conicet que atrae a científicos de todo el país y le impulsó proyectos que se frustraron, como una represa que se rompió y una terminal de ómnibus que nunca fue inaugurada en esta tierra carente de transporte público: la gente usa remises, autos particulares y motocicletas.
“Va a haber un antes y un después para Anillaco”, dice Patricia Olivera, dueña de la casa de artículos regionales “El Caudillo”, quien vive desde 2003 en esta población y se ocupa de “hablar bien de su persona”. Y lo hace: lo describe como carismático, de increíble calidez humana, “una de esas personas que cuando te hablan te miran a los ojos y te hacen sentir que vos sos mucho más importante que él”.
Anillaco recuerda a Menem por todas partes: además del museo Menem que está a la entrada del pueblo, el hospital lleva el nombre de su madre y el jardín de infantes, el de su hijo Carlitos Jr. Una calle también lo recuerda, aunque para Olivera esto es insuficiente. “Se lo recuerda poco: gobernó el país durante 10 años, y fue un caudillo muy de nuestro norte argentino, un luchador”, describe.
Anillaco, pueblo escaso de habitantes y lleno de calma, se prepara para recordar a su caudillo. El intendente Marcelo del Moral dijo que se pondrán las banderas a media asta, que se declaró el duelo y que a las 20 habrá una misa en la iglesia en conmemoración, y debe definir si viajará a Buenos Aires con el gobernador Ricardo Quintela para el homenaje al fallecido líder peronista.