Con una situación epidemiológica medianamente controlada en todas las provincias, aunque con la espada de Damocles sobre la cabeza debido a lo que pueda pasar cuando llegan las bajas temperaturas, el foco de atención de la sociedad está puesto en las derivaciones que podría tener el inicio del ciclo lectivo. En algunos distritos, como Capital Federal, está previsto que las clases comiencen esta semana -el miércoles-, mientras que en otros, como es el caso de Tucumán, el año escolar dará inicio el lunes 1 de marzo. Pero la pregunta que todos se hacen es ¿estamos preparados para las clases presenciales, sin que eso signifique comprometer al sistema de salud? Florencia Cahn es infectóloga, subdirectora médica del Centro Médico Huésped y presidenta de la Sociedad Argentina de Vacunología y Epidemiología (SAVE). Durante la pandemia fue una de las voces que escuchó el presidente Alberto Fernández a la hora de tomar decisiones. Y ella advierte que los cuidados son fundamentales: “la presencialidad es necesaria, pero no a cualquier costo. Es importante garantizar las mínimas condiciones socio-ambientales de los establecimientos educativos, que cuenten con la infraestructura necesaria para llevar a cabo los protocolos. Si no se puede cumplir el protocolo todo queda en un papel. Hay que tener conciencia de que no puede ser de cualquier manera, a cualquier costo. Por ejemplo, cuando hablamos de grupos y burbuja, hablamos de grupos reducidos. Nunca la burbuja puede ser el grado entero, con 25 o 30 chicos”, opina. Y, como muchos de sus colegas, sostiene que la “nueva normalidad” de la que tanto se habla va a venir acompañada del uso permanente del barbijo y del distanciamiento social.
Desde Buenos Aires, este fue el diálogo telefónico de la especialista con LA GACETA:
¿Cuál es su opinión sobre el inicio de clases y la situación actual?
- La realidad es que nadie puede discutir la importancia de las clases presenciales para el desarrollo psicosocial y pedagógico de los chicos. Eso está fuera de discusión. A pesar del gran trabajo que hicieron los docentes el año pasado, no es lo mismo la virtualidad que la presencialidad. Hay que tener muy en cuenta que no todas las escuelas están igual ni pueden cumplir con los protocolos por igual. Cada escuela debe comenzar respetando el protocolo con la infraestructura que tiene. Todo se debe adecuar a las posibilidades de cada escuela. Algo de presencialidad es muy importante, pero también es muy importante que se cumplan las medidas de seguridad, que se usen los barbijos, que los chicos sepan colocárselos, respetar la distancia, el lavado de manos. Nada que no se deba hacer normalmente. Y seguir con los cuidados fuera de la escuela. De nada sirven los cuidados si después no hay una actividad social acorde con los mismos, como participar en muchas reuniones, aunque eso dependa de los padres. De ser así, es más probable que entre un caso a la escuela y eso derive en contagios. La posibilidad de que aparezca un caso en el colegio tiene más que ver con lo que sucede afuera que con lo que sucede adentro. Los chicos tienen la misma capacidad de contagiar que el resto, pero en ellos la enfermedad casi no tiene síntomas, o si los tiene son muy leves. Pero contagian. Por eso insisto en que es fundamental analizar la infraestructura de cada escuela, en cada provincia, ciudad, municipio, departamento. Hay que tener un protocolo base y además no dejar de pensar en la estacionalidad. No es lo mismo ahora, cuando se puede estar al aire libre, con las ventanas abiertas, que lo que va a suceder en el invierno. Con el frío vamos a tener que asegurarnos más el cambio de aire y habrá más complicaciones. Por eso repito que la presencialidad es necesaria, pero no a cualquier costo. Por ejemplo, cuando hablamos de grupos y burbuja, hablamos de grupos reducidos. Nunca la burbuja puede ser el grado entero, con 25 o 30 chicos.
- ¿Cómo ve usted la actual situación epidemiológica?
- Al revés de lo que pasa en otros lugares del mundo, vemos que aquí la curva se comporta con mesetas, ascensos y descensos. Pareciera verse una tendencia a la disminución de casos. Hoy la situación pareciera estar bastante estable. Sin embargo, me parece que frente a la posibilidad del inicio de clases hay un poco más de toma de conciencia, de cuidado.
- ¿Cómo está analizando el proceso de inmunización?
- La producción de vacunas es al gran cuello de botella. Uno esperaba tener para fines de febrero millones de vacunas, y no va a ser así. Van a ir llegando, pero no al ritmo que hubiéramos querido. Sin dudas nos gustaría tener más bocas de expendio, pero es lo que está pasando en todo el mundo, no sólo en Argentina. Con la vacunación deberían disminuir los casos, pero lo más importante es que se vea una disminución en los casos graves y de muertos. Por eso se vacuna primero a la población de mayor riesgo. Creo que hay una alta aceptación del personal de salud y de los mayores de 70. Hoy por hoy hay más demanda de vacunas que oferta.
- ¿Qué va a pasar con lo que se conoce como segunda ola?
- A lo que debemos temerle es al colapso del sistema de salud, algo que por suerte hasta aquí no pasó, por eso debemos bajar aún más el número, pero también la calidad de los casos, que sean menos graves. Hay quienes dicen que ya tuvimos una segunda ola, y otros que la vamos a tener en invierno. A pesar de las diferentes estrategias nadie se puede confiar, nadie puede decir que el virus ya pasó o que le ganamos a la pandemia.
- ¿Por qué se politizó tanto en tema de las vacunas?
- Lo que se politizó fue la pandemia, no tan solo lo de las vacunas. Uno puede estar de acuerdo o no con un gobierno, y está bien, para eso es una democracia. Pero una pandemia es como un incendio en el que todos debemos ayudar para apagarlo. Esta pandemia sacó a flote muchas realidades, como la de un sistema sanitario muy caído. Con el sistema educativo pasó lo mismo. Son situaciones que ya pasaban, pero quizá no se querían ver. Las vacunas no tienen ideología. Están todas aprobadas. Cuando me preguntan ¿qué vacuna me pongo? siempre digo lo mismo: la primera a la que tengamos acceso. Todas son buenas, seguras y eficaces. La mejor vacuna que tenemos es la que nos ponemos. Y hasta que no tengamos el 70% de la población vacunada hay que seguir cuidándose mucho.
- ¿Cómo llegamos a esto? ¿Podemos tener otro tipo de pandemia?
- Esto empezó en China, en Wuhan, con ciertas costumbres que nos tenemos que replantear como seres humanos. Y con la experiencia de vivir en un mundo globalizado que permitió que en poco tiempo esto se transformara en pandemia. Tengo la impresión de que va a seguir pasando en tanto y en cuanto no tomemos conciencia de cuestiones básicas como el cuidado del ambiente. Y sí, claro que puede llegar a pasar, pero ojalá nos encuentre más preparados.
- Se habla mucho de “una nueva normalidad”. ¿Cómo la ve usted?
- Con barbijo y distanciamiento social durante un buen tiempo.