Las lepras de la pandemia

Las lepras de la pandemia

La misa de hoy. Por Presbítero Marcelo Barrionuevo.

14 Febrero 2021

“Y vino hacia él un leproso que, rogándole de rodillas, le decía: Si quieres, puedes limpiarme. Y compadecido, extendió la mano, le tocó y le dijo: Quiero, queda limpio. Y al momento desapareció de él la lepra y quedó limpio. Enseguida lo despidió, diciéndole: No digas nada a nadie; pero anda, preséntate al sacerdote y ofrece por tu purificación lo que ordenó Moisés, para que les sirva de testimonio. Sin embargo, una vez que se fue, comenzó a proclamar la noticia, hasta que ya no podía entrar abiertamente en ciudad alguna, sino que se quedaba fuera, en lugares apartados. Pero acudían a él de todas partes” (Marcos 1,40-45).

La curación de un leproso que narra el Evangelio de la Misa debió conmover mucho y fue objeto frecuente de predicación en la catequesis de los Apóstoles. Así nos lo hace ver que haya recogido con tanto detalle por tres Evangelistas. San Lucas precisa que el milagro se realizó en una ciudad, y que la enfermedad se encontraba ya muy avanzada. La lepra era considerada entonces una enfermedad incurable. Los miembros del enfermo eran invadidos poco a poco, y se producían deformaciones en la cara, las manos y los pies, junto a grandes padecimientos. Por temor al contagio, se les apartaba de ciudades y caminos, se les declaraba legalmente impuros, se les obligaba a llevar la cabeza descubierta y los vestidos desgarrados, y debían darse a conocer desde lejos cuando pasaban por cercanías de un lugar habitado. Las personas huían de ellos, incluso los familiares.

La experiencia de la lepra bíblica nos trae a una memoria presente de lo que vivimos con nuestra pandemia. Hemos pasado estas mismas experiencias, de sentirnos desconfiados y recelosos de los imprudentes, de marginar en la habitación al enfermo en la familia, de incomprensión en el vecindario,y mucho más de sufrir la muerte de familiares y amigos. Esto seguirá y no sabemos cuando terminará. Debe producir en nosotros es un cambio de actitud, porque las lepras seguirán en diversas formas.

Ya próximos a iniciar la cuaresma hemos de recordar que la primera lepra que sufre el hombre es el “pecado”. Jesus viene a redimirnos de las malas acciones que ofenden a Dios y al prójimo. La pérdida de conciencia de la naturaleza del pecado nos hizo perder la visión de Dios y del amor al prójimo. Siempre es necesario volver a una buena confesión sacramental.

Existen otras lepras que viene dejando el covid: la del individualismo que hace que busquemos solo nuestro interés; la del miedo, una de las peores y de dimensiones globales, que no puede dominarnos porque paraliza y enferma; la de la indiferencia, que se ha mostrado como un nuevo signo más latente (frente al sufrimiento ajeno, a la pobreza social, al hambre que empieza a aparecer con más fuerza, esta lepra es un cáncer que nos mata el espíritu); la de la ignorancia frente al abandono de la educación (la gran deuda interna y externa de este país, que no crecerá aumentando los subsidios sociales, sino si se solucionan los dos hambres, el del estómago y el de la inteligencia).

El próximo miércoles es de Cenizas, acudamos a nuestras parroquias para reflexionar sobre nuestras y sus responsabilidades.

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