Flechazo con barbijo: relaciones binacionales y bodas en pandemia

Flechazo con barbijo: relaciones binacionales y bodas en pandemia

Dos historias de amor que arrancaron antes de la pandemia y lograron, con el mismo cariño, hacerle frente a los cambios. Sí, acepto.

EN CHILE. Darío y Darinka.
14 Febrero 2021

Azar y curiosidad fueron los dos ingredientes que unieron a Darío Lezc y Darinka Romero Grlica cuando las páginas de videochats estaban de moda (allá por 2013). La sincronía los llevó a intercambiar sus perfiles de Facebook y charlar. Él desde Tucumán, y ella desde La Serena (Chile).

Con el paso de los años, ambos tomaron la decisión de “dejar de ser solo una foto de WhatsApp” y formalizaron su relación. Todo esto antes de que irrumpiera la pandemia y los dejara con una amarga despedida en febrero del 2020. De nuevo, tuvieron que conformarse con lo virtual.

“Muchas veces hacíamos videollamadas para dormir juntos u organizábamos cenas románticas con velas y vino. Otros días veíamos series o jugábamos. También, en ocasiones, poníamos música y bailábamos. Resulta raro imaginar a dos sujetos bailar solos en la habitación mientras se ríen e imaginan estar cerca”, detalla el estudiante de la licenciatura en Trabajo Social.

En noviembre la pareja se arriesgó y sacó pasajes de avión para retomar los abrazos pendientes. No obstante, desde el aeropuerto de Santiago de Chile les informaron que el arribo sólo podía efectuarse a Buenos Aires y el plan se desmanteló.

Con igual determinación, Darío decidió suspender sus estudios (hasta que arranque el nuevo cursado on line) y viajar al país vecino para transitar las fiestas. Además de para avanzar un casillero extra en su relación con la unión civil. “Nos contactamos seguido con otras parejas binacionales y ellas lo recomendaron como una buena idea para demostrar el vínculo y no distanciarnos si el Estado decretaba la cuarentena o el cierre de frontera. Con el tiempo descubrimos que -en realidad- estábamos felices de hacerlo más por nosotros que por las circunstancias”, aclara el joven emprendedor.

El evento fue pequeño, pero significativo: con una larga mesa de manteles blancos, decoraciones azules y un soporte desde el cual el celular permitió al resto de la familia tucumana presenciar el pacto. “Lo que importa primero es el amor, respeto, confianza y comunicación. Hay que estar dispuestos a dar ese salto de fe. Planificar cosas a corto y mediano plazo nos ha mantenido unidos, y estamos seguros que lo lograremos. El mensaje es: si alguien te quiere y es para vos, lo dará todo sin importar las circunstancias. Con amor todo funciona”, reflexionan los enamorados.

+ Una boda

Mientras a algunos enamorados los unen convocatorias de internet, otros se enlazan por eventos aún más importantes… como visitar al odontólogo.

Celina Moisa y Raúl Martínez Ribó son una de las tantas parejas que debieron combinar un hermoso vestido y traje a medida con barbijos y sanitizantes. La historia arranca en el consultorio de Raúl cuando él era su dentista. Tras una sonrisa brillante y dos años de noviazgo, su pareja le propuso matrimonio en Tafí del Valle.

“Habíamos subido a pasar unos días cuando se habilitó el turismo interno y -el 16 de agosto, mientras desayunábamos- sacó de sorpresa la cajita con el anillo. Sí, me casé en 2020 en modo pandemia”, afirma la abogada.

Creyendo que la situación sanitaria mejoraría para entonces, su objetivo inicial fue organizar una celebración para mayo, pero la falta de certezas de los salones, los rebrotes de covid-19 y las restricciones terminaron por adelantar el calendario hasta el 19 de noviembre.

Con él también se redujo la cantidad de participantes. De 500 invitados pasaron a 19 familiares entre los padres, hermanos y la abuela de Raúl.

El evento arrancó en el Registro Civil de Yerba Buena con apenas los testigos y un fotógrafo y luego la capilla de Villa Nougués les abrió sus puertas. “Lo positivo de esta situación es que se revalorizó el significado de la unión y dejamos de lado el circo que gira siempre en torno a los matrimonios. Quisimos dejar de enfocarnos en la fiesta y centrarnos en nosotros y la familia porque lo importante era empezar una vida en común”, comenta Celina.

Para el agasajo con el nuevo título la pareja se dirigió a la hostería para una reunión íntima: no hubo música ni baile y las mesas estaban alejadas entre sí.

“El distanciamiento no nos generó malestar ni enojo, pero sí incertidumbre al desconocer cuándo podríamos casarnos. Al final, disfrutamos muchísimo la fiesta y no nos arrepentimos de la decisión porque no queríamos supeditar o condicionar el iniciar una nueva etapa solo para tener una abismal velada con cientos de invitados”, comenta Celina mientras disfruta de sus últimos días de luna de miel en Cariló.

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