Infancia y clases
La discusión sobre la vuelta a clases presenciales pone el foco en el impacto que la suspensión de las mismas produjo en vivencias y aprendizajes únicos del espacio escolar. Me parece bien esta preocupación, pero mejor me parecería que haya la misma pasión para discutir la inmoralidad de una niñez y una adolescencia que sufren la pobreza. Aunque “yo” no tenga culpas de acción, me queda pensar si tengo alguna por “omisión”, porque no haya visto “el otro país” y cuánto los afecta la suspensión de clases, de alimentos, abrigo, etc. Las resoluciones 364 y 370 del CFE son claras y precisas. Son marcos específicos para pensar cómo brindar más y mejor educación a todos y no renegar después de los “planeros”. La vuelta a la presencialidad es posible si se aseguran las condiciones materiales de las escuelas. Los fondos de aprestamiento y de insumos necesitan llegar en tiempo y en forma. Pero hay reparaciones que únicamente son posibles con las remesas que reciba la provincia y sean invertidas como corresponde. Nación ha incrementado en un 550% el presupuesto en Infraestructura. Es posible una presencialidad cuidada por el gobierno educativo, sin cambiar “voluntad” por “voluntarismo”. Urge solucionar la falta de personal auxiliar. Prever los kits de limpieza y desinfección y atender sin presiones de ningún tipo el estudio de viabilidades. Por último, acordarse de que la crisis económica y laboral no ha desaparecido de los hogares. En 2020 las familias pagaron el seguro escolar al ISSP y no hubo clases. ¿Es justo en esta coyuntura de apremio volver a exigirlo?
Susana Cristina Díaz
La vida, amenazada de muerte
En la tarde del viernes 5 de febrero, con diferencia de minutos, nuestra vida cotidiana se vio sacudida con dos terribles noticias: una joven mujer fue apuñalada hasta la muerte por su marido en el sur de San Miguel de Tucumán, y encontraron un bebé recién nacido y abandonado en el contenedor de basura que está a metros de la sede del fuero penal del Poder Judicial de la provincia, en Barrio Norte. Lamentablemente el bebé no sobrevivió. No podemos saber qué llevó a los ejecutores la vida de ambos, pero sí sabemos que la muerte nunca será una solución. Parece que el horror y la muerte se han multiplicado, expandido, impregnando nuestro día a día. Muchos trabajadores de la Salud han experimentado en carne propia la agresividad y la violencia de muchos, siendo testigos también del sufrimiento de demasiados. Sabemos tristemente que es un problema muy complejo que depende de muchísimos factores, pero aun así queremos hacer público nuestro rechazo a todo lo que genere dolor y muerte a cualquier ser humano, desde su concepción y hasta su muerte natural. ¡No podemos permitir que se naturalice la cultura de la muerte en una sociedad que necesita imperiosamente que se respete la vida y dignidad de todos! Desde el bebé que vive y crece en el vientre materno hasta el anciano que llega al ocaso de su vida, porque nadie sobra. Hacemos un llamado a la reflexión a todos los que habitan nuestra querida sociedad, desde el Presidente, el Gobernador y todos a los que les hemos delegado el poder decidir sobre nuestros destinos como ciudadanos argentinos de bien, hasta el más pequeño de los excluidos de nuestra sociedad, invitándolos a que cada uno aporte su parte para reconstruir nuestra Patria con cimientos sólidos de respeto y cuidado a la vida y la familia, esenciales para la salud de la convivencia social. Nosotros también renovamos nuestro compromiso de hacer todo lo que esté a nuestro alcance para demostrar con acciones concretas que toda vida vale.
Sarita Álvarez de Ortiz, Marta Viñas, Jorge Ramacciotti, Ricardo M. Auad
Médicos por la vida