“Si voy a reuniones sociales no puedo pretender presencialidad en las escuelas”

“Si voy a reuniones sociales no puedo pretender presencialidad en las escuelas”

Leda Guzzi, una infectóloga tucumana radicada en Capital Federal, analizó la situación epidemiológica.

archivo la gaceta / foto de analia jaramillo archivo la gaceta / foto de analia jaramillo

Los más previsores, la noche anterior, dejan todo acomodado para no perder tiempo a la mañana a la hora de alistarse para salir a la calle. Ropa, obvio, y elementos de trabajo listos para afrontar un nuevo día. Y están los otros, los que hacen de la improvisación un modo de vida y toman lo primero que encuentran y salen para encarar la jornada. Unos y otros debieron adecuar sus hábitos y sumar elementos desde hace un año. Ya nadie puede trasponer el umbral de su casa si no está munido, como mínimo, de barbijo y de alcohol en gel. Hay quienes le suman máscara y hasta guantes. Ya nada es igual. Y parece que por más que “la nueva normalidad” esté cada vez mas cerca, vacuna mediante, deberemos acostumbrarnos a convivir mucho tiempo con esas medidas de seguridad. Leda Guzzi es tucumana, pero sus ganas de progresar la llevaron a instalarse hace ya 19 años en Buenos Aires donde forjó su carrera. Esta infectóloga es hoy una de las más reconocidas del país, fuente de consulta permanente, forma parte de la Sociedad Argentina de Infectología y se desempeña en el Hospital Maternidad Santa Rosa y en la Clínica Olivos. Y no tiene dudas: “habrá que seguir cuidándose mucho tiempo mas ya que nada asegura que lo que estamos viviendo no vuelva a repetirse”. Y opina sobre un tema que trae polémica a nivel nacional: “cada escuela, por el tipo de infraestructura, debería decidir si se vuelve a la presencialidad o no. No todas son iguales”. Este fue el diálogo telefónico que tuvo con LA GACETA:

¿Cómo ve usted la situación actual de la pandemia?

- El virus en Argentina tuvo una comportamiento peculiar, hubo una cuarentena precoz, que me pareció importante, con una curva que se aplanó y se proyectó en el tiempo. Hasta julio, agosto, septiembre y octubre se vivió con mayor intensidad la primera ola epidémica, que nos golpeó seriamente, aunque sin llegar al comprometer la calidad de atención médica, ya no hubo personas sin acceso a respiradores, a oxigenoterapia. No se llegó a vivir situación de colapso y teniendo en cuenta cómo estaba el sistema es un gran logro. Luego hubo una relajación y un cansancio de la comunidad derivados del distanciamiento y aislamiento y la disminución de la percepción de riesgo y las flexibilizaciones, y por eso el virus circuló con bastante intensidad hasta que comenzó a bajar de nuevo. En diciembre vivimos el segundo pico epidémico, que no es una ola, más bien un rebrote motivado por los festejos de fin de año y las movilizaciones que facilitaron la transmisión comunitaria del virus. Ahora estamos en un buen momento, tendiendo a la baja y esto refleja una nueva toma de conciencia del riesgo, de mucho cuidado. En la segunda quincena de diciembre y en la primera quincena de enero y hubo mucha movilidad de casos sobre todo por los jóvenes, por la nocturnidad, con encuentros clandestinos o no, donde no se cumplían las pautas de prevención. Ahora, veo, se está viviendo una mayor conciencia y es fundamental que esto se consolide para que los casos sigan bajando, para arrancar mejor el año, pensar mejor en la escolaridad. Hay indicadores que están marcando una mejoría. La mayoría de los municipios y departamentos del país presentan un indice de riesgo bajo o medio, están en verde o amarillo epidemiológicamente. Es algo muy alentador, pero que deriva de una verdadera toma de conciencia.

¿Cuánto nos ayudó el verano y qué va a pasar cuando comience el frío?

- Hay un concepto errado de que es un virus estacional que se transmite más en invierno. En realidad lo que sucede es que en verano estamos mas al aire libre, hay mas luz ultravioleta, las superficies se secan rápidamente, por lo que el ambiente se vuelve mas hostil para la circulación, pero el virus no desaparece por el calor. Hubo rebrotes en el verano en muchos países en Europa, apoyado por los encuentros juveniles. Entonces, para poder llegar a un invierno en mejores condiciones necesitamos conciencia ciudadana. El uso del tapabocas debe ser universal. Cada vez que salimos fuera de casa, siempre hay que usar el tapabocas, es necesario que la gente lo tenga presente. Es lo único que demostró cortar la cadena de transmisión. Hasta que logremos la inmunidad de rebaño, con un 60% de personas inmunizadas, van a transcurrir varios meses, hacia el segundo semestre o a fin de año, por lo que hay que seguir cuidándose mucho.

¿Cómo ve el proceso de vacunación en el país?

- Por las vacunas, más allá de los conflictos geopolíticos que se suman en Argentina, hay una pugna muy fuerte de los países. Dependemos de que los laboratorios cumplan. En todos los países están sucediendo demoras en las entregas de las dosis previstas. Desde el punto de vista científico es espectacular tener vacunas a un año de que haya comenzado la pandemia y esto es gracias a los avances científicos y tecnológicos, que se puedan emplear para el covid. Es importante decirle a la gente que no se asuste al pensar que el tiempo de análisis y de producción fue muy corto. Fuera de pandemia puede demorar tres o cuatro años hacer vacunas, o a veces mucho más. Pero en este caso los procedimientos se hicieron aceleradísimos, trabajando día y noche científicos y técnicos.

¿Qué se sabe de las reinfecciones en quienes ya tuvieron la enfermedad?

- La realidad es que la tasa de reinfección parece ser relativamente baja y está bien documentadas en el mundo. Son muy pocos los pacientes que al momento actual habiendo padecido una infección sintomática y documentada presentan un nuevo episodio. Los coronavirus tienden a generar reinfecciones, porque no son virus que dejen una inmunidad duradera a largo plazo. Lo que debemos ver es que si estos eventos de reinfección son de igual, mayor o menor intensidad. Los anticuerpos duran entre 8 y 12 semanas y después tienden a bajar. Pero también está la inmunidad de células T, que suele dar una inmunidad de memoria que es más robusta y más duradera en el tiempo, entonces esperamos que esto pueda actuar y contener los segundos episodios. No es que uno pierde la inmunidad, pero lo que hay que saber es que si yo tuve la enfermedad me tengo que vacunar igual, lo que me permitirá desarrollar una inmunidad más duradera y más robusta.

¿Cuál es su opinión con un tema tan importante como es el del retorno a clases?

- Es un tema muy controvertido y motivo de diversas polémicas. La información fue cambiando a lo largo del tiempo, se fue incrementando el volumen y se pensaba que los chicos no transmitían, y hay evidencias a través de experiencias y de estudio de que los chicos sí transmiten. La mayoría presentan cuadros clínicos leves o asintomáticos, pero sí pueden transmitir. La vuelta a las clases debe ser idealmente con un nivel bajo de circulación viral en la comunidad. Con claras medida de mitigación de riesgo, uso de barbijos, distancia, lavado frecuente de manos e higiene de espacios y ventilación de los ambientes. Si no hay ventilación es muy complicado pensar una escolaridad presencial. La transmisión dentro del fuero escolar va a depender del nivel de transmisión comunitaria en la sociedad, por eso es muy importante que las decisiones estén descentralizadas. Que cada colegio vea los protocolos y qué capacidad de llevarlos adelante tienen. La infraestructura es muy heterogénea, cada escuela puede adoptar distinto tipos de medidas. Si no hay ventilación, mientras el clima te acompañe que las clases sean afuera. Para eso hay rediseñar todos los espacios posibles. Tal vez se podría pensar en medidores de concentración de dióxido de carbono en el aire para saber cuán respirado está el aire, y si se satura hay que ventilar. Es una decisión muy difícil y tenemos que involucrar a todo los factores, no solo a las autoridades sanitarias y educativas. Los directores de escuela, maestros y maestras, que pueden ofrecer soluciones, no pueden quedar expuestos. Hay que tener en cuenta que los docentes y los alumnos viajan en transporte público, que es un espacio de hacinamiento donde la transmisión puede suceder. Es muy importante que la vuelta a la presencialidad tenga un nivel bajo de transmisión comunitaria. Debemos ser conscientes, hay que tratar de construir un mejor momento epidemiológico, si hago reuniones sociales no puedo pretender presencialidad en las escuelas. Yo haría que cada establecimiento, dependiendo de su infraestructura, tome una determinación. No todos son iguales.

¿Qué hace falta para alcanzar la tan ansiada inmunidad de rebaño?

. Para alcanzar inmunidad de rebaño necesitamos que al menos el 60% de la población tenga anticuerpos contra el virus o que haya desarrollado alguna forma de inmunidad y para eso lo más importante es la vacunación. En el Reino Unido pretendieron alcanzar la inmunidad dejando correr al virus y no lo pudieron sostener ni un mes, fue un colapso del sistema sanitario, con una mortalidad altísima. La inmunización natural lleva mucho tiempo. Los que tuvieron la infección desarrollaron algún tipo de inmunidad natural. Si uno pretende que esa inmunidad natural alcance a la del rebaño, la herramienta son las vacunas, y todo depende de que tengamos de acceso altas dosis. El país tiene convenios por 62 millones de dosis, pero la puja es muy alta y los intereses económicos de los países centrales pesan muchos, uno juega su propio partido, pero no creo que hasta antes de fin de año podamos tener esa inmunidad. Puede haber mutaciones, como ya hemos visto, pero las vacunas deberían mantener su eficacia a pesar de estas mutaciones.

¿El plan de vacunación normal de las otras vacunas debe seguir normalmente?

- Todas las personas que deben darse la antigripal o antineumocóccica deben ponérsela, pero tienen que tener en cuenta que deben pasar al menos cuatro semanas entre estas vacunas y la del Covid, por ejemplo.

¿Por qué cree usted que llegamos a esto?

- Es una opinión muy personal, pero creo que las condiciones en las que vivimos los humanos pueden favorecer algunos saltos genéticos que pueden pasar de la población animal, que viven en condiciones de hacinamiento, excluidos de sus territorios, en cautiverio. Y nosotros también estamos hacinados y con poca posibilidad de llevar una vida saludable en términos de estrés, alimentación, actividad física sumado al calentamiento global... Todo eso es un caldo de cultivo ideal para que sucedan este tipo de fenómenos emergentes. Es un llamado de atención para la humanidad. Y tenemos que tener muy en cuenta que puede repetirse.

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