Ikebana: el arte de los arreglos florales y la belleza efímera

Ikebana: el arte de los arreglos florales y la belleza efímera

Con la contemplación de la naturaleza, esta disciplina japonesa nos guía por un camino de autoconocimiento, emociones y creatividad.

ESTÉTICA. Las flores y las hojas usadas en los arreglos deben reflejar armonía y simplicidad. La sobrecarga de géneros y elementos no es buena.  ESTÉTICA. Las flores y las hojas usadas en los arreglos deben reflejar armonía y simplicidad. La sobrecarga de géneros y elementos no es buena.
03 Febrero 2021

Si en cada pétalo, surco de tronco, gota de lluvia y brote la naturaleza habla, ¿por qué nos hemos vuelto tan insensibles a su llamado? Para remediarlo, son muchas las disciplinas que proponen un regreso a lo simple y -entre ellas- figura el ikebana: el arte japonés de los arreglos florales.

“También conocida como el camino de las flores, esta práctica se caracteriza por hacer composiciones con flores, ramas, hojas, piedras, frutos y semillas. A diferencia de solo llenar un jarrón e insertar un ramo que compramos en la peatonal, el ikebana implica un proceso complejo. Hay una toma de conciencia sobre cada elemento orgánico y su ubicación, como si fuéramos artistas frente a un lienzo en blanco”, comenta Karen Nishimura, estudiante del posgrado de Lengua y Cultura Asiática.

RECIPIENTES. Hay arreglos que usan musgo, troncos u hojas como base.  RECIPIENTES. Hay arreglos que usan musgo, troncos u hojas como base.

La práctica es antiquísima y su historia se enraiza con la llegada del budismo al país del Sol Naciente. “El ikebana nace en el siglo V de la mano de los monjes, quienes armaban arreglos florales para dárselos de ofrenda a Buda. Al principio, era un ritual exclusivo para el emperador y su familia por lo que el resto del pueblo solo tenía acceso a sus composiciones a través de los cuadros y las telas de los kimonos. Fue recién en el siglo XIX que el interés por las flores y sus diseños se popularizó”, explica la docente Martha Cabrera, miembro del Instituto Argentino de Ikebana.

Esencia y motivación

Junto al propósito estético de decorar cualquier espacio, lo que en verdad atrae del ikebana es el idioma simbólico que esconde. Quienes lo practican son capaces de relajarse y llegar a un estado de abstracción igual al de la meditación.

Además cuenta con otro distintivo: todo el paso a paso del armado floral debe hacerse en absoluto silencio. “Al ser una actividad manual fortalecemos nuestra paciencia y decodificar las emociones. La idea es que podamos apreciar los detalles y las texturas de cada hoja que toquemos. Eso nos permite desconectarnos y profundizar la mirada”, agrega Nishimura.

La ikebanista afirma que al ser obras efímeras es imposible no reflexionar sobre el transcurso del tiempo, el encanto de la naturaleza y las estaciones (algo propio de la filosofía nipona) mientras medimos tallos y atamos hojas para que escalen entre varios alambres.

Aunque el límite al diseñar es nuestra imaginación, existen diferentes escuelas internacionales y estilos de ikebana (desde los tradicionales a innovaciones que usan recipientes invisibles).

VIDA. Para marcar la longevidad hay ikebanas de un metro de altura. VIDA. Para marcar la longevidad hay ikebanas de un metro de altura.

“Siguiendo con el viaje interno de contemplación, la estructura de los arreglos se piensa a modo de triángulo escaleno. En algunos casos esto simboliza el cielo, la tierra y al hombre, mientras que en otros alude al sol, la luna y la tierra”, detallan las especialistas.

El recipiente en el que irán las rosas, jazmines o claveles es igual de importante. “Hay que olvidarse de los floreros tradicionales o la ex botella de vino que tenemos en el armario. Los utensilios deben adaptarse al mensaje de nuestra pieza. Por ejemplo, los cuencos anchos y poco profundos (suiban) reflejan el agua y dan una sensación de frescura al arreglo. En cambio, las piezas de cerámica transmiten delicadeza y el bambú o los troncos un aire rústico”, acota Nishimura.

Cuidados

Para su armado, los ikebanas requieren de tijeras, alambres, cintas y un soporte con pinchos (circular o rectangular) llamado kenzan.

Lo curioso es que el tratamiento previo que se le hace a las flores y las ramas permite maximizar la duración en comparación a un arreglo occidental. “Es común coser, quemar o aplastar la base de los tallos bajo el agua para evitar la oxigenación excesiva. Y, cuando las plantas luzcan marchitas, el secreto es cortar los tallos también bajo el agua y mantenerlos así (con hielo) por media hora”, recomienda la joven ikebanista.

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