Aborto I
Como constituyente federal (MC) expreso mi más firme rechazo al proyecto de ley que legaliza el homicidio de personas por nacer, disfrazado bajo el nombre de “Interrupción voluntaria del embarazo”, violando groseramente todo el orden jurídico constitucional y los propios reglamentos de ambas cámaras del Congreso. Sergio Massa y Cristina Fernández de Kirchner violaron los reglamentos de las cámaras que presiden. Deliberadamente, con evidente mala fe, no requirieron dictamen de este proyecto a las Comisiones de Asuntos Constitucionales, estando en juego, esencialmente, normas constitucionales y del derecho internacional de los derechos humanos. Sabían que, en esas comisiones, el proyecto debía ser rechazado. Este proyecto abre, en medio de una feroz pandemia, una nueva y profunda grieta en nuestra sociedad pretendiendo desnaturalizar nuestra identidad como pueblo, forjado desde nuestro Preámbulo constitucional, invocando la protección de Dios, fuente de toda razón y justicia, uno de cuyo mandamiento, “No matarás”, aparece negado y desconocido. Ni siquiera se tiene en cuenta en el proyecto al padre de la criatura por nacer, para expresar el rechazo al asesinato de su propio hijo, pese a que la ley le impone obligaciones respecto del nasciturus. La vida, desde nuestra histórica constitución de 1853, se consagró como un derecho humano esencial. Jamás puede quedar a merced de gobiernos o circunstanciales mayorías legislativas ni a persona alguna, como se pretende con este proyecto. La Convención Americana sobre Derechos Humanos, establece que toda persona tiene derecho a que se respete su vida, protegida a partir de la concepción. Sostiene que nadie puede ser privado de la vida arbitrariamente. El proyecto abortista autoriza a la madre gestante matar “voluntariamente “a su hijo en su vientre. La Convención sobre los Derechos del Niño, expresa en su Preámbulo, que “el niño necesita la debida protección legal, tanto antes como después del nacimiento”. Impone a los Estados partes el reconocimiento de que todo niño tiene el derecho intrínseco a la vida. Ambas convenciones tienen jerarquía constitucional, en las condiciones de su vigencia. La Convención sobre Derechos del Niño fue aprobada en 1990 por ley 23.849, declarando nuestro país que “se entiende por niño todo ser humano desde la concepción hasta los 18 años de edad”. La Constitución ordena que el Congreso legisle garantizando el pleno goce y ejercicio de los derechos reconocidos por la Constitución y estos tratados internacionales sobre derechos humanos, en particular respecto de los niños, protegiéndolos desde el embarazo. El proyecto, que repudio públicamente, es claramente inconstitucional.
Luis Iriarte
Aborto II
El lector Amable Díaz, cegado por la ira (que comparto), generaliza demasiado al expresar que "seguimos insultando a Dios" con motivo de la aprobación del ignominioso proyecto de ley del aborto libre y gratuito. Los que tienen que aprender comportamiento no somos el pueblo honesto, sufriente e indebidamente resignado a las malas andanzas de sus descastados representantes. Estos son el fruto podrido del maquiavélico sistema electoral, perverso caza bobos que facilita el ingreso al poder, de obtusos sujetos que representan no al confiado elector sino a sus propias malignas ambiciones. Esto parece no tener solución, porque los encargados de corregir el sistema, si se revisara, hallarían la forma sutilmente falaz de no ser nunca rechazados. Yo propondría que los nombres de los votantes de estas despreciables leyes sean publicados en mayúscula en todos los diarios del país. Así se los podría recortar y guardar para cuando llegue la ocasión. No queremos obsecuentes, ni corruptos, ni mentirosos, ni aventureros. Nos callamos, pero "la procesión va por dentro". ¿Le parece, señor Díaz?
Darío Albornoz
Brindis
Muy buena la nota en la edición de ayer de LA GACETA de Federico Türpe, en Fuera de Contexto. Hay, bien lo dice, rituales al recibir el nuevo año. Rituales que se repiten como estrenar algo rosa, vestirse de blanco, comer 12 uvas, y tantas otras. Promesas que uno hace o se hace a sí mismo y rara vez cumple. Pero el ritual más paradójico es que cada vez que un año se va, lo despedimos siempre con apuro y brindamos esperanzados por otro nuevo y mejor. Y año a año repetimos esto festejando que el que se va, se va y el que viene suponemos llegará cargado de dicha, prosperidad, salud, paz. Así lo hicimos hace unas horas, así lo haremos siempre. Y la esperanza es saludable y positiva. Así lo hicimos cuando recibíamos el 2020, año que no vino con todo lo que anhelamos al recibirlo, para nada. Llegó con una carga pesada y jamás esperada. Todo en la vida es felicidad y tristeza, gozo y sufrimiento. A veces más de lo uno, a veces más de lo otro. Y también todo es aprendizaje. Los 365 días ya vividos tuvieron más lágrimas y preocupaciones, pero también nos enseñaron muchas cosas, como lo importante que es socializar, expresar los afectos, disfrutar al aire libre en cualquier momento y en cualquier lugar, el contacto físico ¡la salud! Nos enseñaron que juntos somos más. Volvamos a brindar. Por eso tan importante que es la vida que aún nos permite esperar. Aunque haya sillas vacías. Porque todo en este mundo es un eterno ciclo en el que algunos quedamos y otros se van. Por los que se fueron...por los que aún podemos soñar...por los que están y sin embargo voluntariamente no están porque aún no aprendieron nada... ¡Chin chin! Y nunca, nunca, dejemos de brindar. Sólo tengamos coraje para esos momentos en que la vida aprieta. Después seguro aflojará.
María Estela López
24 de Setiembre 1.431, Concepción
Barbijos
Estoy sentada en un conocido bar de Yerba Buena dónde se respeta la distancia. Leo en el diario que aumenta los casos y probables medidas de control fuertes. En el local los mozos tienen reglamentarios barbijo y usan continuamente el alcohol. Mientras tanto circulan con tranquilidad varios parroquianos sin barbijo hablando por celular, o no. Se lo advierto al encargado pero mi sugerencia cae en el vacío o no alcanza a motivar para molestar a los clientes. Sólo me hace sentir una suerte de Maestra Ciruela. Me imagino lo que será la noche sin regla alguna. Cuesta creer que se acatarán normas en sitios de veraneos o fiestas. Y así seguimos en esta cruel provincia siempre olvidando el bien común.
Carmen Perilli
Comisarías sin banderas
Cuando paso por una comisaría, me pregunto si la escuela donde forman a estos servidores públicos merece llamarse General San Martín, digo esto pues muchas de ellas (comisaría de Lomas de Tafí, comisaría Villa Obrera, comisaría de avenida Francisco Jaldo, por citar sólo algunas) y ver sus mástiles; un día con nuestro pabellón nacional, otro día no porque olvidaron izarlo, refleja un total desapego por nuestro símbolo patrio, es decir un total desinterés por las enseñanzas que nos legó nuestro padre de la patria. Lleva a preguntarme también si las máximas autoridades de esta fuerza, la cual respeto y admiro, estudiaron por vocación o sólo por el sueldo seguro. Quien suscribe hace tiempo junto a VGM llevo adelante un programa llamado "Un mástil para mi bandera": consistió en dotar instituciones y comisarías de Tafí Viejo con nuestra enseña patria, proyecto que hoy por razones obvias no puedo continuar, por ello solicito a nuestras autoridades policiales honrar a nuestros prócer General San Martín y Manuel Belgrano dotando sus comisarías con nuestro pabellón nacional. Esto es un acto de amor por nuestro pueblo, acto que le demandara escasos 10 minutos, es hora de comenzar a ser serios en nuestros quehaceres diarios. Viva la Patria, viva Argentina.
Marcelo Maza
Valle de Tafí
El 24/12/1967 ocurrió una tragedia en el Valle de Tafí: un camión que trasladaba a vecinos del Mollar, fue arrastrado por las aguas del río Tafí y en el hecho perdieron la vida 16 personas. En Enero de 1987, el desborde del río Blanquito, que se dividió en tres brazos, destruyo varias casas y obligó a la evacuación de varias personas. Los ríos que se desplazan por el valle de Tafí tienen sus paleo-cauces, son de características torrenciales-aluvionales y representan amenazas y riesgos hidrogeológicos para la población, el ambiente, los ecosistemas, el paisaje y el patrimonio arqueológico. A esto debemos agregar: 1) Que en las márgenes del Blanquito hay instaladas numerosas viviendas. 2) La falta crónica de mantenimiento del Dique la Angostura (que es de tierra). 3) No hay control de la calidad del agua almacenada en el lago del dique (químicos, físicos y bacteriológicos). 3) De la extracción de áridos y de tierra que se usa en la construcción de viviendas, mejor ni hablar. 4) Erosión hídrica (laminar), que se produce en terrenos carentes de vegetación, por el impacto de las gotas de lluvia y su posterior escurrimiento con arrastre de suelo y su posterior sedimentación (hay cárcavas y depósitos aluvionales en varios puntos del valle, a la vista de todos). La importancia de los ríos de montaña se basan en que: determinan la erosión de los valles, la evolución del paisaje, el movimiento y transporte de material orgánico y cambio en el uso de los suelos. Las crecidas son impulsivas, difícil de predecir y pueden pasar varios años entre un evento y otro. Lo grave es que teniendo en cuenta lo sucedido y la situación actual, nunca la cuenca fue sistematizada, y mucho menos controlada, por la Dirección Provincial del Agua (DPA), que es la que debe hacerlo. Las autoridades de la Comuna del Mollar, del Municipio de Tafi del Valle y su Concejo Deliberante, como siempre: Sordos, ciegos y mudos. Eso si preocupados y ocupados en sus peleas internas por el poder. Los líderes de los pueblos originarios, deberían tener un rol activo e involucrarse en este tema. El futuro del medio ambiente del valle y sus ecosistemas, depende de lo que se haga ahora.
Juan Francisco Segura