Fin de año y comienzo de otro: ¿época de infidelidades o tiempo de resignificar el concepto?

Fin de año y comienzo de otro: ¿época de infidelidades o tiempo de resignificar el concepto?

Una encuesta reveló que el 60% de los argentinos no tiene miedo al contagio de covid-19 en sus citas y que el verano aumenta el deseo de tener una aventura amorosa por fuera de su pareja. ¿Qué dicen los especialistas?

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01 Enero 2021

Termina un año, comienza otro y surgen algunos reencuentros propicios para nuevas conexiones. “Es un momento de recreo que muchos aprovechan para liberar el stress de todo el año”, aseguró Second Love, el dating site líder en Latinoamérica exclusivo para personas que buscan relaciones paralelas.

Esta red de citas realizó una encuesta anónima que reveló que el 80% de los usuarios cree que en la época de las fiestas aumenta su deseo de ser infieles y el 90% afirma que durante el verano se animaría a intimar con alguna persona por fuera de su relación estable a pesar de la pandemia. Es más, publicó que 6 de cada 10 argentinos revelaron no tener miedo al contagio en sus citas.

¿Pero a qué consideramos infidelidad?

“Hemos entendido como infidelidad a una acción que va en contra de los acuerdos básicos que tenemos en la pareja y lo relacionamos directamente con la exclusividad sexual”, dice la sexóloga Sabrina Rios Minahk. Sin embargo, “hay miles de forma de infidelidad y esto depende de cada pareja, no necesariamente tiene que ver con un tercero o el contacto genital con otro, sino con el descuido de la relación”, asegura.

El término es una construcción cultural y, de acuerdo con la especialista en terapias alternativas Carolina Wilches, eso es lo primero que hay que tener cuenta ante la infidelidad de una pareja. “La fidelidad no es biológica”, dice.

“De hecho es un concepto cultural establecido bajo los códigos morales de ciertas sociedades. En realidad, hay muchísimas sociedades en el mundo donde la fidelidad no es vista como la vemos nosotros, los latinos de cultura judeo-cristiana”, explica. Además considera que “en el ser humano sí existe biológicamente el concepto de lealtad; esa conexión o unión hacia los seres con quienes se tiene una ligación afectiva o de sangre”.

La infidelidad, desde la etimología, remite a la ruptura de un pacto, recuerda el licenciado en Psicología, Maximiliano Alesanco. Igualmente advierte que “el deseo humano en general es infiel”.

Según explica, en toda relación amorosa hay una triangularidad. “Siempre hay un tercero o una tercera cuestión mediando. El psicoanalista Jacques Lacan decía que el deseo siempre involucra a terceros, y no quiere decir que se trate de un otro de carne y hueso o que todas las personas lleguen a concretar una infidelidad, sino que el deseo siempre está remitido a otra cosa. En general las relaciones están mediadas por fantasías, por ideales, por satisfacciones y aquí el cuerpo pude ser pensado como un tercero. El término de terceridad siempre va estar incluido cuando hablamos de deseo y goce”, resume el especialista en diálogo con LA GACETA.

Fin de año y comienzo de otro: ¿época de infidelidades o tiempo de resignificar el concepto?

Entonces, qué hace a la infidelidad tan significativa en nuestra sociedad y en el amor de pareja si ésta no es parte del ADN y está relacionada al deseo.

“La infidelidad es una experiencia que lo vivimos, sobre todo los latinos, con una gran carga emocional. Si mi pareja tiene una conexión con otra persona lo tomamos como algo personal, creemos que el otro fue a conectar con un tercero por algo que yo no le di, que yo no soy o que el otro no siente por mí y la gran mayoría de las veces, no ocurre de esta manera”, dice Wilches.

La sexóloga coincide: “la infidelidad no tiene que ver con uno, sino con la persona que toma esa acción, con el que es infiel, porque es una falta de responsabilidad sexo-afectiva sobre el acuerdo básico de la pareja”.

Lo que ocurre es que culturalmente se nos inculcó más sobre la culpa que sobre la responsabilidad. “La culpa solo nos lleva a autoflagelarnos, pero no a hacernos cargo y responsables de nuestros actos”, señala Ríos Minahk a LA GACETA.

Igualmente, explica que en las relaciones monogamias hay un montón  de acuerdos implícitos o cuestiones que no se hablan, que terminan siendo un error. “Lamentablemente no nos tomamos el tiempo de hacerlos explícitos, de decir realmente qué estamos dispuestos a negociar, qué nos bancamos y qué no. Cuando decimos que estamos de novios, damos por sentado que hay exclusividad sexual y no siempre es así. No se hablan estas cuestiones y es el principal error”.

Si bien el deseo se puede considerar infiel, dado que siempre incluye a un tercer término, según el análisis de Lacan, “otra cosa es pensar que toda persona pueda llevar al acto de una infidelidad o la ruptura de estos pactos”, subraya Alesanco.

“Siempre es necesario ver qué se pone en juego en una infidelidad y qué se puede perder de esa relación base. Muchas veces no se piensa tanto en las consecuencias y es importante tener una ética de las consecuencias, hagas lo que hagas, y no por una cuestión moral”, agrega el psicólogo, quien observa que hay una tendencia a la laxitud en las uniones de pareja actualmente.

Las fiestas, las redes sociales y las relaciones

“Hoy es enorme la cantidad de conexiones que podemos tener; estamos todo el tiempo buscándolas”, advierte Wilches y lo ejemplifica con la exposición que la mayoría tiene con las redes sociales. Considera que en este contexto es muy difícil sostener una fidelidad en términos estrictos o simplemente por un principio de una creencia.

“Entonces hay que empezar a darle vuelta a este concepto. Obviamente se puede tener códigos con la pareja y poner en claro los límites de esas conexiones y respetarlos. Pero también es cierto que cada vez hay más parejas que tienen otros códigos, los viven en su propia intimidad y pueden seguir adelante porque se centran más en la lealtad”, asegura.

Sobre el estudio de Second Love y el momento del año oportuno para una aventura amorosa por fuera de la pareja, la sexóloga sostiene que, más allá de la época, esto tiene que ver con las elecciones de cada persona, las oportunidades y el deseo latente.

En la actualidad, se tiende a aflojar los lazos establecidos por patrones simbólicos fuertes. “Muchos jóvenes en el consultorio hablan de eso, ‘de no querer quedar atrapados’ en una relación. En esos términos. Como si un pacto sería una especie de trampa”, describe Alesanco a fin de tener en cuenta en qué contexto el concepto de fidelidad o infidelidad está en tensión.

“Los lazos hoy son más fugaces y, de hecho, hay una tendencia en la consultas. Evidentemente hay un aflojamiento de un simbólico que antes garantizaba  cierto lazo a largo plazo y eso hoy lo hace más improbable. Así que cada vez que hablemos de infidelidades me parece que hay que tener en cuenta este paradigma”, concluye el especialista.

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