Este 2020 que se va deja en la precariedad absoluta a 2021. La transferencia de problemas es directa: una sociedad dividida por la grieta en varios aspectos; siete de cada 10 argentinos que siguen creyendo que los niveles de inseguridad continuarán en ascenso y casi ocho de cada 10 contribuyentes que consideran que la carga impositiva subirá el año que viene, más allá que sea electoral, según un sondeo de Zuban Córdoba y Asociados. El pesimismo sigue dominando el humor social. Más del 60% de las personas de distintos puntos del país sondeados por la consultora creen que la pobreza y el desempleo serán los estigmas de una pandemia que resultó un coctel socioeconómico explosivo con el arrastre de una recesión que cumple tres años.
El presente agobia. El 44,2% de la población argentina está por debajo de la línea de pobreza. El futuro está hipotecado. Seis de cada 10 niños y adolescentes están también en zona de pobreza, según el Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina (UCA). En este contexto, la política no fue capaz de sentarse a pensar en reconstruir un país que sigue dividido por una grieta difícil de cerrar. Y está en todos los ordenes de la vida, desde el Boca-River, pasando por el debate sobre la Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE) hasta llegar a la vacuna rusa Sputnik V que ayer debutó en la Argentina, con el plan masivo diseñado por el Gobierno nacional en conjunto con las provincias. Sólo en la primera jornada, más de 2.000 agentes de la salud recibieron la primera dosis.
Es tan frágil la situación económico y social que deja este año pandémico que se va que la propia Administración Nacional de la Seguridad Social (Anses) reconoce que la foto pudo haber sido peor sin los aportes del Estado. Más de 28 millones de personas recibieron alguna cobertura de ese organismo durante este año, alcanzando un récord durante la pandemia, según se informó oficialmente. Para ese fin se ejecutó más del 13% del Producto Bruto Interno (PBI), alcanzando los $ 3,5 billones.
La sociedad está cansada. La pandemia de la Covid-19 ha incrementado exponencialmente las consultas relacionadas con trastornos neuróticos, como los de ansiedad- pánico, fobias, estrés y cuadros relacionados con obsesiones-; así también aumentaron las consultas por trastornos afectivos, fundamentalmente por depresión”, reveló ayer el director general de Salud Mental y Adicciones de la provincia, Walter Rómulo Siegler. Eso ha quedado en evidencia a la hora de hacer un balance de este 2020, que no distinguió entre días hábiles, feriados ni fines de semana; que nos mantuvo confinados por temor a una enfermedad que sigue mutando y que no se sabe en qué derivará.
La grieta seguirá viva. Según el informe de Zuban Córdoba y Asociados, un 48,5% considera que esas diferencias aumentarán y otro 35,8% cree que seguirá igual que ahora. La política no ha sido capaz de encontrarle la vuelta a este cuadro de divisionismo. No dio ejemplos de que el diálogo puede ser la mejor herramienta para acercar posturas. Ni el oficialismo ni la oposición que desaprovecharon la oportunidad de encontrar puntos de acercamiento en una pandemia que inquietó a todos por igual.
Se viene un año electoral y con él aflorarán las diferencias. El oficialismo ha decidido darse una tregua, algo que no se vio en la oposición que sigue luchando por los espacios. Pero el impasse oficial también es de conveniencia. El gobernador Juan Manzur y su vice, Osvaldo Jaldo, firmaron la pipa de la paz, con los intendentes como testigos, para consolidar el poder en 2021, pero que no significa una extensión a 2023. Manzur no ha abandonado sus intenciones reeleccionistas, como tampoco Jaldo ha perdido de vista una eventual sucesión para comandar la provincia. Por ahora, ambos arrancarán el año cortando cintas de inauguración de la obra pública que le asignó la Casa Rosada. Ese será el eje de la campaña del Frente de Todos. Manzur, a su vez, tiene otro compromiso: consolidar la imagen de Alberto Fernández en el distrito para consolidar su poder, tanto dentro como fuera del oficialismo.
En la otra vereda, la oposición trata de diseñar una estrategia que no sólo le permita ampliar ese núcleo de votantes que, según sus dirigentes, es histórico y que alcanza al 30% del electorado. También debe intentar un fortalecimiento de una coalición que, hoy por hoy, está lejos de ser Juntos por el Cambio, sino divididos por la puja de las bancas y por la inclusión de nuevas alianzas que, ideológicamente, hacen ruidos especialmente en la UCR. Sí hay un objetivo común: alcanzar la mayor cantidad posible de espacios en el Congreso para darle pelea al Gobierno y tener aspiraciones de retornar al poder en 2023. En ese aspecto, Mario Negri, presidente del interbloque de Juntos por el Cambio en Diputados, ha definido ante cientos de dirigentes de todo el país la sensación que existe en ese espacio. “El Gobierno que nosotros perdimos, que tuvo errores y aciertos, ha sido mucho mejor en varios aspectos que el actual. Hubo independencia de poderes; se equilibró el federalismo y bajamos el déficit”, dijo en un zoom el cordobés. Le pidió a la dirigencia que tengan la suficiente capacidad de aprender de aquellos errores.
La Covid-19 estará tan vigente como la grieta en la Argentina. La diferencia que para la primera ya hay vacuna; para la segunda costará encontrar el antídoto porque la dirigencia está acostumbrada a robustecer las diferencias más que construir espacios de diálogo.