Por Jose Ariel Ibañez
17 Diciembre 2020
“Peor no se puede estar”. La frase preferida de los argentinos no puede ser aplicada a la realidad del fútbol argentino. Cada día que pasa la situación empeora. La caída libre no se detiene y el daño se multiplica. El número de afectados aumenta y aunque todavía quedan clubes y dirigentes que prefieren quejarse en silencio para evitar castigos, nuevas voces se levantan y ponen al descubierto el “modus operandi” de una conducción que llegó al poder con un plan estratégico que está dispuesto a cumplir como sea. A las críticas responde con silencio y en lugar de polemizar redobla la apuesta. La balanza siempre se inclina para donde ellos quieren.
San Martín pagó los platos rotos por defender sus derechos deportivos, esos que en el fútbol argentino dejaron de existir. Ahora, favor con favor se paga. Vos me das y yo te ayudo. Por eso el equipo que se encaminaba rumbo a la Liga Profesional, hoy mira casi con resignación como los protagonistas de la nueva competencia son otros. Y no es el único. ¿Estarán arrepentidos los que le dieron la espalda?
Lo que sucede no es nuevo. Comenzó hace un par de años en las divisionales menores. Arbitrajes escandalosos y modificación en los formatos de los torneos en plena temporada. Nada cambió y los protagonistas son los mismos. ¿Hasta donde llegarán? Hasta donde se lo permitan.
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