Un equipo salteño-tucumano de robótica para niños logró meterse en la recta final de una competencia mundial en la que participan más 60.000 equipos de todo el mundo, entre ellos 600 argentinos. Pero más allá de la hazaña, que ya de por sí tiene peso propio, demostró que el uso de los robots virtuales son una poderosa herramienta para acercar esta disciplina a muchos más chicos.
Este equipo, nacido en y por la pandemia, ha tenido nada más que nueve meses para formarse y largarse a competir. Desde marzo hasta ahora, chicos de entre 11 y 14 años pasaron de conocimientos cero a ubicarse en un evento gigante, el Coderz League, que organiza una empresa de Israel.
“En marzo arrancamos en Salta con una escuela de robótica, presencial, WSTI Education, pero por la pandemia tuvimos que virar inmediatamente a la virtualidad, con todo lo que eso implicaba. Nos aliamos a esta empresa de Israel, Intelitek, que ofrece un robot virtual para que los chicos empiecen a programar. Funciona muy bien. Esta circunstancia nos potenció y nos abrió las puertas al mundo, porque ahora tenemos alumnos de México, Colombia, Chile, Perú y Ecuador”, cuenta Willy Sehringer, tucumano viviendo en Salta que formó la escuela.
Una solución
Esta nueva herramienta y forma de enseñar robótica ha venido a solucionar dos de los grandes obstáculos que reportan los docentes, sobre todo para enseñarla a niños. “Hay una cosa importante que es el costo, del curso y del robot mismo que se necesita para aprender. Además, para enseñar a chicos, el formador tiene que tener herramientas de docencia, porque enseñar programación a niños no es lo mismo que enseñarle a adultos”, señala Mateo Carabajal, antes referente de Robótica en el Ministerio de Educación y ahora asesor de contenidos en el programa “Conectate con la escuela”, que acerca herramientas de tecnología de manera abierta a toda la comunidad.
José Francisco Fernández, también docente tucumano, está al frente de cursos de robótica en la UTN y en colegios privados. “El año pasado hicimos un piloto en el colegio Santa Catalina. Éramos tres personas para enseñar: el docente de Tecnología, una docente de grado que se encarga de ‘traducir’ los contenidos para que los chicos lo asimilen, y yo. Es un desafío grande enseñarles a chicos”, explica.
En la UTN, agrega Fernández, es distinto: “va gente que ya tiene edad universitaria y mucha gente grande también, electricistas de 50 años que tienen ganas de aprender. Mi postura es enseñar a hacer cosas que se puedan vender, como un regador automatizado por citar un ejemplo, y no juguetes que se hacen sólo para aprender”, compara.
Democratización
Los robots virtuales, si bien no son gratuitos, ponen al alcance de muchas más personas la experiencia de la robótica. Se trata de un simulador virtual que responde al código que programan los alumnos, algo que además les da seguridad y elimina las chances de arruinar hardware que puede ser bastante costoso.
“El robot que usamos nosotros es el Mindstorms EV3, que es de Lego y que tiene su versión física con la que se puede aprender muchísimo. En una columna está el código de programación, donde los chicos programan las funciones, los movimientos, etcétera; y en la otra columna están el robot que responde a ese código”, describe Sehringer.
Por supuesto, entre los formadores de robótica existe un debate abierto sobre estos robots didácticos. “Es discutible si entregar un kit con todos sus elementos para que los chicos lo armen y vean cómo funciona es o no formativo. Es un avance, claro, pero la pregunta es qué pasa si lo dejás al chico solo, sin el kit, si verdaderamente comprende los principios de la robótica para después largarse a hacerlo solo”, plantea Fernández.
Todos coinciden, sin embargo, en que el valor mayor de enseñar robótica es el aprendizaje de la programación. Esto, más electrónica, más mecánica, es lo que conforma esta disciplina. “Es muy bueno que los chico comprendan el pensamiento computacional, el trabajo en equipo que siempre implica la robótica. En el caso de la competencia, los equipos compiten para desbloquear nuevos juegos y desafíos, con el objetivo de llevar su robot virtual a la fase final”, pondera Sehringer.
El 17 de diciembre, a las 18, el equipo salteño-tucumano competirá contra otra escuela de algún lugar del mundo. Ambos equipos presentan el código único que programaron y el que sume más puntos ganará el pase a octavos de final.