Habían pasado sólo seis meses desde la llegada de Juan Cánepa a Tucumán, atraído por un amor de juventud, cuando bajó desde su departamento hasta el palier del edificio donde vivía para participar de una reunión de consorcio. En la reunión, en la que el joven no tenía -casi- ni voz ni voto, se distraía mirando hacia afuera. En ese momento algo le llamó la atención, vio pasar a un hombre con un trípode. “No era el trípode de una cámara, era más grande. Parecía el de un telescopio”, recordó. No reaccionó y con el correr de los segundos se arrepentía cada vez más: “debería haberlo parado… ¿Quién será?”.
Cinco minutos después volvió a pasar el mismo hombre por el mismo lugar, pero esta vez cargaba un gran telescopio. Entonces no dudó: se levantó de su asiento, se acercó al desconocido y se presentó. Le devolvió el saludo y le contó que era Alberto Mansilla, director del Observatorio Astronómico de Ampimpa (OAA).
“No lo podía creer, hace seis meses vivía en Tucumán y vi pasar adelante mío una persona con un tremendo telescopio, y resulta que era el director del observatorio de Ampimpa, donde había estado de vacaciones un año antes. Justo a mi que soy un aficionado de la astronomía desde chico”, relató Cánepa.
Así es que, casi de inmediato, el director del OAA lo citó a una reunión el día siguiente y lo entrevistó. En esa entrevista dejó una buena impresión y Mansilla lo invitó a un campamento científico a modo de observador. “Obviamente terminé colaborando en todo porque estaba fascinado, no podía creer lo que estaba viviendo”, agregó. No bastaron más pruebas, con ese viaje fue suficiente para que le ofrecieran trabajar ahí de forma permanente, algo que aceptó sin pensarlo dos veces siquiera.
Con el tiempo se recibió de técnico universitario en mecatrónica en la Universidad Tecnológica Nacional (UTN), pero debió abandonar su trabajo en el observatorio por cuestiones de salud y personales.
“Cuando lamentablemente tuve que dejar el observatorio comencé a estudiar música, algo que tenía pendiente desde chico. Gracias a Dios hoy puedo dedicarme a eso y toco el clarinete bajo en la Banda Sinfónica de la Provincia. Pero más allá de mi trabajo en la música, trato de no descuidar la parte de la astronomía y de lo científico-técnico”, expresó.
Sin palabras
Esa pasión por la ciencia y por la astronomía lo llevó a seguir siendo parte del observatorio y estar presente en cada expedición importante. Es por eso que hoy, más de 13 años después, está planeando el viaje que realizará el próximo 12 de diciembre hasta Río Negro para ver el eclipse total de Sol, experiencia que vivirá con su amigo y ex jefe Mansilla.
“Es una sensación muy extraña y agradable. De hecho hay gente que se dedica a recorrer el mundo siguiendo eclipses totales de sol, así que imaginate la adrenalina que genera. Realmente no hay palabras para describir todo lo que significa”, expresó el experto que formará parte del equipo del OAA.
Esta no será la primera vez que Cánepa viajará para presenciar un eclipse solar en su totalidad, ya que estuvo el año pasado en San Juan, también con el OAA. Pasó un año y aún no encuentra las palabras justas que describan lo que significa vivir una experiencia de este calibre.
“Vengo de una familia de aficionados a la astronomía y yo también lo soy, así que estoy empapado en el tema desde muy chico. Entonces estoy permanentemente informado sobre el campo de la astronomía y tener la oportunidad de repetir la experiencia de ver un eclipse es algo único”, sostuvo.
Alguien que pasó años viendo astros en el cielo es difícil de sorprender. Todas las noches, durante años, las estrellas que se ven a lo lejos son más o menos siempre las mismas (según la época del año). En cambio, un eclipse significa algo distinto, una irrupción dentro de lo cotidiano. “Que de repente se tape el Sol, ver cómo oscurece en pleno día y sentir que baja la temperatura es algo muy extraño. Supongo que está muy arraigado en nosotros por nuestros antepasados, y tal vez al miedo que les podía llegar a generar”, reflexionó.
Y él no es el único que siente un conjunto de sensaciones indescriptibles, son muchas las personas que cuando viven un acontecimiento de esta dimensión expresan emociones fuertes: “la palabra que veo en la gente es emoción, a los que fueron (el año pasado) se les caían las lágrimas. Es una situación muy fuerte. Me cuesta expresarlo en palabras, pero es una emoción muy intensa”.
En cuanto a su tarea dentro del equipo del OAA, Cánepa contó que su función ronda entre el área pedagógica y el manejo de los elementos necesarios para la observación astronómica. “Básicamente de los telescopios, su puesta en función, el tema de los filtros, toda la preparativa y el manejo del equipamiento durante el eclipse y el resto de las observaciones que vamos a hacer ahí. Y a esa actividad la acompaño siempre con explicación a los expedicionarios”, detalló.