Hay dos cuestiones que, en los últimos días, saltaron tras el fallecimiento de Diego Armando Maradona. La primera es el encolumnamiento unánime de la política para rendirle tributo al ídolo futbolístico. La segunda es casi una antítesis: los “malos modales” de la dirigencia política argentina para homenajear a Diego, como define ante LA GACETA el consultor Gustavo Córdoba, al aludir a la falta de coordinación entre Nación y Ciudad Autónoma de Buenos Aires para organizar el velorio en Casa Rosada.
“La muerte de Maradona congeló la grieta en la política, al menos por un rato, al menos por un rato, y le dio a los argentinos esos instantes para mirarnos a nosotros mismos y tratar de entender lo que había pasado”, argumenta.
El caos se apoderó de los alrededores de la Plaza de Mayo, con la fuerte concentración de simpatizantes y fanáticos que querían despedir a su ídolo. Los disturbios empañaron la jornada y hubo acusaciones de la Nación hacia la gestión de Horacio Rodríguez Larreta por la represión. La grieta gubernamental, plantea Julio Burdman, doctor en Ciencias Políticas y director de Observatorio Electoral, es un clásico que va más allá de la grieta partidaria en la Argentina. Incluso durante la gestión anterior de Cambiemos hubo discusiones por cuestiones vinculadas a la seguridad entre Nación, provincia y Ciudad de Buenos Aires, pese a que las tres jurisdicciones eran del mismo signo político. “Cuando los conflictos desbordan se echan la culpa entre sí, como también sucedió hace poco entre la ministra nacional Sabina Frederic y el ministro provincial Sergio Berni, también de la misma coalición”, ejemplifica.
Burdman coincide con Córdoba en el hecho de que la grieta no estuvo presente en la dirigencia argentina durante los últimos días, por lo que representó al figura de Diego en todos los sectores del país. “Tal vez el debate se dio más en las redes sociales, en el plano de las opiniones privadas, pero no llegó tanto a la dirigencia; al menos eso no se plasmó en las declaraciones públicas”, expresa.
Córdoba, a su vez, apunta a lo que subraya Burdman en la historia de desencuentros en el corazón del poder de la Argentina. “Hubo una falta de sentido común, una mala organización del velorio por parte de los gobiernos nacional y de la Ciudad de Buenos Aires, que nos privó a los argentinos de ver una verdadera despedida del ídolo. Tal vez eso estuvo más claro cuando el cortejo agarró la autopista y pudo observarse, a ambos lados, la presencia espontánea de tantas personas emocionadas que quisieron despedirse de Diego”, analiza el director de comunicación en Zuban Córdoba y Asociados. Lamenta, a su vez, que Maradona no haya tenido la despedida que se merecía como sí se organizó para el velorio de Juan Manuel Fangio o Néstor Kirchner, por mencionar algunos casos. “Las gestiones de gobierno tenían toda la información y todos los elementos para hacerlo coordinadamente, pero no actuaron en consecuencia”, agrega.
La presencia multitudinaria para ingresar a la Casa Rosada, subraya el consultor, estuvo relacionada con lo que representó Diego Armando Maradona para todos los argentinos, especialmente para los sectores más carenciados, donde el futbolista “era un ejemplo de que, en la vida, se puede soñar para llegar a lo más alto y salir de la situación de pobreza”. “Eso se reflejó en el llanto de los asistentes, más allá de los violentos y de los barrabravas”, agrega.