Se percibía que iba a salir mal y, como no podía ser de otra forma, salió mal. Pero si la vida de Diego Maradona fue caótica, ¿por qué no lo sería la muerte? La decisión de velar al astro en Casa Rosada fue de Claudia Villafañe, ex esposa del 10, según confió el presidente Alberto Fernández, quien aclaró que además le había ofrecido las instalaciones de la cancha de Argentinos Juniors, que justamente lleva el nombre del crack. Pero el entorno de Diego se decantó por el salón de los Patriotas Latinoamericanos, el mismo en el que velaron a Néstor Kirchner y a Juan Manuel Fangio. Y sucedió lo que se sabía que iba a pasar. El lugar fue desbordado por los fanáticos que desde primera hora hicieron más de cinco kilómetros de cola para darle el último adiós al capitán del seleccionado. ¿No hubiera sido mejor un espacio abierto donde hubiera más control y mayor seguridad para quienes lo único que querían era decir adiós a su ídolo? Pareció demasiada improvisación, mas en medio de una pandemia sobre la cual se viene haciendo foco desde hace meses y que obligó justamente a miles de personas a apretujarse sin ningún tipo de distanciamiento social ni medidas sanitarias.
“Pensé en abrir la Casa de Gobierno para Diego porque desde estos balcones salió con la Copa del Mundo en 1986 y saludó en el Mundial 90. Y quería que todos los argentinos pudieran despedirlo”, justificó Fernández. El problema fue que los fanáticos se dieron cita por miles y la seguridad, que según la cuenta oficial www.argentina.gob.ar estaba a cargo del Gobierno nacional, con la coordinacón de 1.200 policías, falló por todos lados. Estos estaban asignados a las inmediaciones de Plaza de Mayo y en la Casa Rosada.
El velorio de familiares y amigos se desarrolló entre la 1.30, hora en la que llegó el féretro, y las 6. Villafañe fue la primera en arribar a Balcarce 50 junto a sus hijas Dalma y Gianinna. En esos momentos todo fue íntimo. Pretendió ingresar Rocío Oliva, la última pareja de Maradona, pero no se lo permitieron. A las 6.17 se abrieron al público las puertas de la Casa Rosada. La fila ya había superado ampliamente la Plaza de Mayo, donde hubo vigilia durante toda la noche.
Entre las 10 y las 14 se analizó con la familia la posibilidad de extender el horario de la ceremonia, que en principio estaba programada hasta las 16, hasta las 19. Pero los allegados a Maradona se negaron. Por eso, cerca de las 14, la policía de la Ciudad cortó el acceso de público y allí se registraron los primeros incidentes, justamente ante la falta de información. Luego los disturbios se trasladaron al sector vallado, donde se registraron corridas, gases lacrimógenos y detonaciones de balas de goma.
A las 14.35, desde Presidencia se comunicó que el cortejo fúnebre con el cuerpo de Maradona partiría a las 17 desde la Casa Rosada para transitar por avenida 9 de Julio, Autopista 25 de Mayo y Acceso Oeste, de modo de facilitar la despedida a quienes no habían podido acceder a la capilla ardiente para un último adiós.
Hubo nuevos intentos para extender el velatorio hasta las 19, pero esas intenciones quedaron en la nada debido el caos generalizado. A esa altura de la siesta, marcada por un calor agobiante, ya se habían producido desmanes en el interior de la Casa Rosada, en el hall central y en el emblemático Patio de las Palmeras, al que lograron ingresar grupos de barrabravas. Ante semejante escenario se optó por adelantar el cierre del velatorio al público para las 15.30.
En el medio hubo fuertes acusaciones por Twitter del Gobierno la Nación, a través del ministro Wado de Pedro, quien responsabilizó a Horacio Rodríguez Larreta, jefe del Gobierno de la Ciudad, por el operativo de seguridad, desdiciendo lo que decía la propia página del gobierno nacional. Mientras tanto, la represión a miles de fanáticos, muchos de ellos chicos que acompañaban a sus padres, se extendía en los alrededores de Casa Rosada.
Después de muchas idas y vueltas y de que la familia meditara los pasos a seguir, Claudia, las hijas de Diego y los más íntimos tuvieron un último momento a solas con el féretro, decidieron rechazar el traslado en helicóptero propuesto por Presidencia y, pasadas las 17.45, salieron de la Casa de Gobierno para acompañar el cortejo fúnebre hacia Bella Vista para el último adiós. Durante más de hora y media los autos atravesaron a toda velocidad la ciudad en medio de miles de hinchas que saludaban al cajón al costado de la autopista. Ni después de muerto Diego pudo tener paz.