Con el Maradona futbolista no hay grieta

Con el Maradona futbolista no hay grieta

Con el Maradona jugador de fútbol las grietas se cierran, no hay una que se abra para discutir su genio deportivo, ni en el país ni en el mundo futbolístico. Su destreza es única. Con el Maradona hombre, la realidad muta de colores, allí afloran los grises y las debilidades y las inconductas; no las habilidades del que admitió ser feliz con una pelota en su zurda. Al futbolista, a ese crack indiscutible no se le puede objetar absolutamente nada, menos al jugador que se calzó la camiseta argentina con la cinta de capitán y a la que llevó al campeonato mundial en 1986. Imagen eterna del ídolo en México. Los hinchas del fútbol de cualquier rincón del planeta no sólo se unen para llorarlo sino para expresar la admiración por un Diego terrenal, al dueño de aquel gol inolvidable a los ingleses y que jamás se podrá dejar de ver, una y otra vez. El ser humano, con las virtudes y defectos propias de los hombres, seguramente dividirá opiniones, como todos, lo amarán unos y odiarán otros ya sea por sus posiciones políticas, por sus dichos y por su conducta de vida fuera de los estadios. Sin embargo, a los que les llenó los ojos con la magia del fútbol, esos estarán del mismo lado de la tribuna, juntos, abrazados, alentando y esperando lo inesperado, la sorpresa, el quiebre de cintura, el caño, la gambeta, la magia de su zurda. “Yo quise ser feliz jugando al fútbol”, dijo en su despedida para ponerle un título a su vida, él que fue un gran fabricante de frases, como aquella gran definición de que “la pelota no se mancha”. En ese aspecto de su trascendencia terrenal la grieta, esa característica tan argentina que enciende las pasiones y enfrenta salvajemente a unos y otros; esa división desaparece. Se esfuma la fractura. Lo admiran hasta los rivales, cuyo respeto se ganó en un rectángulo de fútbol. Murió Maradona. El mundo deportivo está de duelo, se paralizó ayer cuando se conoció la noticia. Inmediatamente comenzaron a rodar los miles de recuerdos y las cientos de anécdotas en todos los portales y medios de comunicación. Allí, en la evocación del deportista, el que provocó aplausos hasta enrojecer las manos, el que hizo delirar con goles a garganta batiente y el de prolongadas ovaciones; ese Maradona futbolista le gana, por goleada, al Maradona ser humano. Murió Diego Armando Maradona; el título también arrastra al hombre de las polémicas, de los escándalos mediáticos, el que lanzaba frases con eco. En la historia, empero, permanecerá grabado aquel que llevó la alegría al fútbol, un inigualable e irremplazable como un futbolista de grandes condiciones que puso a llorar al mundo deportivo. Ese mundo lo extrañará. El crack será motivo de inspiración para los que quieren convertirse en futbolistas y descollar en esa profesión, para esa inmensa mayoría de jugadores que le pelean a la vida para triunfar en un deporte fantástico. Maradona, en su perfil de jugador, es una ilusión, un sueño, una esperanza para los que quieren seguir sus pasos y repetir sus hazañas y que anhelan triunfar en lo que más desean, en la pasión que alimentan desde chicos. Ser “el diez” y que les digan sos como Diego o serás un Diego implicará la consagración. Que lo comparen o le digan el nuevo Maradona será una suerte de coronación, la llegada a la cúspide deportiva. Se fue Maradona, quedan sus gambetas, sus recuerdos; ese Diego Armando Maradona, el jugador, quedará en la historia del fútbol; al margen de cualquier grieta. El otro, el de los capítulos extra deportivos, ese será una anécdota para dividir y polemizar.

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