“El aborto no salva vidas, lo que sí salva la vida, las dos vidas, es el cuidado, la educación y la prevención”, afirmó ayer la Comisión para Vida, los Laicos y la Familia, del Episcopado Argentino. A la vez convocó a una marcha en defensa de las dos vidas para el 28, junto a las iglesias evangélicas.
Los argumentos a favor y en contra:
A favor
Pablo Yedlin: “como Estado no podemos condenar a la clandestinidad a las mujeres”
“La ley no tiene que ver con estar a favor o en contra de la interrupción voluntaria del embarazo que en definitiva es una decisión personalísima de las mujeres que lo toman, sino con qué hacemos cuando esas mujeres toman esa decisión”, señala el diputado nacional Pablo Yedlin.
Y agrega: “hace 100 años el Estado viene criminalizándolas. Eso no ha evitado que las mujeres interrumpan su embarazo en ningún lugar del mundo y, sobre todo, ha generado que aquellas que han interrumpido su embarazo y no tienen posibilidades económicas terminen en la clandestinidad, y muchas veces, mueren en el intento. ¿Qué hacemos desde el Estado con las mujeres que cuando toman esa decisión. ¿Las condenamos a la clandestinidad o le damos atención? Obviamente lo mejor es prevenir. Se previene con educación sexual integral, programa de salud sexual y procreación responsable, y acceso a métodos anticonceptivos gratuitos. Pero cuando una mujer toma la decisión, el Estado no debe condenarla a la clandestinidad”.
En contra
Ana Valoy: “La clandestinidad se combate con la aplicación de la ley”
“Nunca es oportuno debatir sobre el permiso legal de una madre para matar un hijo”, dice Ana Valoy, licenciada en Ciencias Políticas y activa referente evangélica.
“La clandestinidad se combate con la aplicación efectiva de penas que ya están establecidas en la ley, es decir, si se clausuraran los lugares donde se hacen abortos clandestinos, y se llevara a la cárcel a quienes los practican, entonces no habría lugares donde las mujeres se los hagan”, razona.
“El problema es la complicidad con esos lugares, porque siguen funcionando impunemente. En medio de una crisis sanitaria, económica y social, como la que estamos viviendo en esta pandemia suena caprichoso y desconsiderado que se trate este tema en el Congreso. Resulta totalmente inoportuno”, afirma.