Para que un árbol pueda crecer con firmeza, primero necesita un suelo donde echar raíces. Lo mismo pasa con los clubes: la falta de un espacio idóneo para asentarse de manera estable conspira contra sus posibilidades de desarrollo. Esa incertidumbre es la que hoy enfrenta San Miguel RC, el club de rugby que desde marzo de 2018 brinda contención a niños y jóvenes del barrio Juan XXIII a un lado del predio donde funciona el 911. Inesperadamente, el Ministerio de Seguridad de la provincia les notificó su intención de no renovar el convenio en virtud del cual se le permite al club realizar sus actividades dentro del predio, de tal suerte que a partir del 18 de diciembre deberá encontrar otro lugar o resignarse a desaparecer.
Así de angustiante es la encrucijada que afronta San Miguel, un proyecto social que nació con un propósito menos ambicioso, pero cuyo potencial mayor al esperado lo animó a convertirse en un club de rugby con vocación de permanencia. Ese éxito le debe mucho al lugar en el que se emplaza: San Miguel es lo que es por donde está, en “La Bombilla”, uno de los barrios más vulnerables y estigmatizados de la capital.
“No hay otro lugar verde en la zona donde podamos establecernos y permanecer seguros. Y moverlo a otro lugar sería un problema porque los chicos no se pueden trasladar. Este club es de este barrio, los chicos lo necesitan. Con pandemia, sin escuela, sin recursos, no le podemos quitar esto también. Así no hay juventud que aguante”, argumenta Carolina Santilli, presidenta de la Fundación “Cultura para Todos”, la que pergeñó y lleva adelante el proyecto.
Carolina deja en claro que lo esencial para el club son las dos canchas, de cuya limpieza y mantenimiento se han ocupado durante todo este tiempo. “Veníamos ocupando una parte del edificio que estaba abandonada y llena de basura. A esa parte la hemos limpiado e instalado allí una pequeña biblioteca para los chicos y estamos armando una salita de computación. No pudimos hacerle grandes mejoras porque la plata de la Fundación la hemos destinado a hacerles la merienda a los chicos, llevarlos a jugar los partidos los fines de semana y de campamento a lugares como Tafí del Valle, El Cadillal y la Puerta del Cielo. Pero no pedimos quedarnos con ese lugar, lo pueden ocupar si quieren. Lo único que le pedimos al Estado es que nos permita seguir ocupando el espacio donde están las canchas. En algún rincón podemos instalar un salón de uso múltiple para que el club ya quede establecido. Los chicos lo necesitan”, pide Santilli.
Objetivos
San Miguel Rugby Club brinda contención a casi 80 niños y jóvenes de “La Bombilla”, no sólo con entrenamientos y partidos de rugby, sino también con diferentes actividades sociales y solidarias, que apuntan a lograr una convivencia más pacífica entre los chicos de la zona y la Policía. Por eso también es importante que funcione allí.
Reconocimiento nacional
Como proyecto, San Miguel Rugby Club fue dos veces premiado a nivel nacional por el Enacom. “Con la violencia en que se vive hoy en día, Tucumán no puede darse el lujo de cerrar un club. Menos uno como este, que cumple una función social muy importante en una zona vulnerable. El Estado no puede permitir eso”, señaló Santilli.