Entre el zoom y las chicanas

Demasiado temprano para hablar de política. Demasiado tarde para instalar candidatos. En ese dilema se mueven los dirigentes de uno y del otro lado de la acera. Y también los que transitan la ancha platabanda del medio. Los dirigentes ya están nerviosos y, varios de ellos, esperan bendiciones de los principales referentes nacionales. Al año de la pandemia del coronavirus le quedan 42 días. Pero mientras no haya una vacuna efectiva e incertidumbre por el virus, continuarán sin tomar en cuenta que 2021 será electoral. Más allá de las bendiciones, en los comicios de medio turno se juega mucho más que tres bancas tucumanas en el Senado y cuatro en Diputados.

Las elecciones pondrán fin a un ciclo, el que promovió José Alperovich desde que fue electo gobernador y colocó dirigentes en el Congreso. Él y Beatriz Mirkin (la fórmula que se presentó en las provinciales y que ocupó el cuarto lugar) dejarán los escaños en la Cámara Alta, a menos que Beatriz Rojkés sea promovida por la presidenta del cuerpo, la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner. Es una posibilidad que la Casa de Gobierno baraja, como también lo es un mayor acercamiento con el cristinismo. Al gobernador Juan Manzur le cuesta romper el hielo que hay en la relación con la compañera de fórmula del presidente Alberto Fernández. Ni siquiera el jefe de Estado ha tendido puentes para romper aquel iceberg político. Por eso, Manzur se acerca cada vez más a los kirchneristas y les da cierta participación en las acciones gubernamentales. Cada día que pasa, en el oficialismo se convencen de que los espacios en la lista de postulantes para las elecciones del año que viene tendrán una impronta K.

Casi como un karma, la oposición repite ese escenario. El zoom está más activo que nunca y, a través de las videollamadas, el jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta, trata de encolumnar a parte de la tropa tucumana de lo que fue Juntos por el Cambio. En Tucumán, el alcalde porteño le sacó casi 10 puntos de diferencia de imagen positiva al ex presidente Mauricio Macri, de acuerdo con un sondeo efectuado por CB Consultora. La misma encuesta ubica a Alberto Fernández casi 14 puntos por encima de Rodríguez Larreta en la consideración social. Cristina asoma con un 36%, seis puntos por encima de Macri. Sin embargo, estos dos últimos dirigentes tienen una imagen negativa superior al 60%, señala la medición efectuada por la consultora que dirige el analista Cristian Buttie.

Manzur quiere convertir a Tucumán en un territorio “albertista”, pero le está costando alcanzar ese objetivo. La provincia es la décima tercera jurisdicción subnacional argentina en el que el jefe de Estado tiene mejor imagen ante la sociedad. Para lograr esa y otras metas tanto Manzur como el resto de los gobernantes (intendentes y comisionados rurales) necesitan tener más protagonismo en la pandemia. Mario Riorda, un gurú de la Comunicación Política, sostiene que -más allá del color de los sondeos-, todos los Ejecutivos están bajando abruptamente su imagen en la consideración popular. “Esta es una clara muestra de que varios líderes o gobernantes, en general, han bajado sus niveles de responsabilidad o asumieron el silencio como una manera de preservarse”, advierte el analista. Riorda considera que no sólo se trata de un error táctico del gobernante, sino también de una elevada exposición al rechazo popular, que se pagan con altos costos políticos futuros.

La vacuna contra la covid-19 puede marcar un punto de inflexión, pero su inoculación no debería ser utilizada electoralmente. La sociedad está demandando conductas de grandeza a sus dirigentes, más que las chicanas propias del barro político. Sin embargo, estas no están al margen. Cuenta la leyenda que el vicegobernador, Osvaldo Jaldo, ha sugerido, en reiteradas oportunidades, frente a referentes del oficialismo que no le desvela convertirse en candidato a gobernador para el turno electoral de 2023. Entre bromas, aduce que la edad conspira contra sus planes de gestión y que la misma política le ha restituido tantos años de trayectoria y militancia justicialista. Un dato curioso: el presidente de la Legislatura no estuvo presente en el acto de la militancia con barbijos que se realizó en la sede del PJ con la presencia del gobernador. Una muestra más de la novela de desencuentros. Al gobernador le han llegado las chanzas de Jaldo y, ni lerdo ni perezoso, ha vislumbrado una puerta para seguir jugando en el poder como gobernador. La reforma constitucional es un atajo que todo dirigente ha querido tomar para perpetuarse en aquel poder. Manzur no ha desistido de sus aspiraciones de continuidad, fiel al estilo de su predecesor.

Independientemente de las pugnas políticas, el Tucumán del 41,5% de la población en situación de pobreza; el distrito con un 45% de sus asalariados en la informalidad; la jurisdicción con un 10,4% de su población económicamente activa sumida en el desempleo y ese mismo Estado que, en el año electoral, gastará unos $ 214.000 millones, requiere de consensos para adoptar verdaderas políticas públicas. Ese era el horizonte del Bicentenario y que hoy está desdibujado no sólo por la pandemia, sino por las conductas caprichosas de una dirigencia que no se anima a sentarse a definir las metas. Como dice el politólogo Sergio Berensztein, para revertir la decadencia de un país (y también de una provincia, un municipio o una comuna, hace falta tener ambición y plantear objetivos que conmuevan a la sociedad. No es mucho pedir.

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