“No protegimos a ningún asesino; se metieron 20 tipos armados en mi casa”

“No protegimos a ningún asesino; se metieron 20 tipos armados en mi casa”

Liliana Fernández asegura que fue calumniada y amenazada por allegados a la víctima.

EN ALERTA. Los uniformados custodiaron un domicilio para evitar que se registren nuevos enfrentamientos. la gaceta / fotos de analía jaramillo EN ALERTA. Los uniformados custodiaron un domicilio para evitar que se registren nuevos enfrentamientos. la gaceta / fotos de analía jaramillo
17 Noviembre 2020

“Nos acusan de encubrir a asesinos. Jamás, nunca encubrimos a ningunos asesinos”, sostuvo Liliana Fernández, quien llamó a LA GACETA para dar su versión sobre lo ocurrido el sábado a la tarde, cuando Ramiro Nicolás “Chirola” Cervantes, de 17 años, fue asesinado de dos disparos en las inmediaciones de Américo Vespucio al 3.100, al sudoeste de la capital. La mujer asegura que la familia de la víctima los está calumniando públicamente al acusar a su hijo por el homicidio y que además ya recibieron amenazas de muerte.

El domingo, durante el funeral de “Chirola”, sus familiares y allegados denunciaron que el menor había sido interceptado por una banda de cinco delincuentes que querían quitarle su moto. El hecho de sangre ocurrió en un asentamiento y a escasos metros de la casa de los suegros de la víctima. Según la acusación, Cervantes intentó resistirse al ataque y terminó siendo ejecutado de dos disparos en el abdomen. Los asesinos habrían corrido a esconderse en casa de los Fernández, pero Liliana asegura que eso no fue con su consentimiento, y que tampoco pudieron evitar la invasión.

Luego del crimen, se desencadenó un enfrentamiento en la avenida. Como saldo de la balacera, resultaron heridos dos familiares de la novia de Cervantes: Juan Antonio Suárez, de 38 años, e Ismael Pérez, de 22. También resultó herido Martín Fernández, según indicó su tía. Esas tres personas fueron hospitalizadas por la gravedad de sus lesiones. Los Suárez aseveran que fueron repelidos a tiros cuando intentaron auxiliar a Cervantes y recuperar el rodado que, según señalan, los atacantes metieron al domicilio de los acusados.

“El sábado estuvimos organizando una fiesta, la cual al final no hicimos después de todo lo que ocurrió. Estábamos afuera preparando una mesa cuando escuchamos disparos que venían desde adentro del asentamiento. Nos metimos adentro, corría la información de que dos chicos habían prendido fuego a un auto dentro del asentamiento y que había problemas en el barrio”, relató Fernández a LA GACETA. La mujer reiteró que no tuvieron nada que ver con el homicidio ni tampoco en el tiroteo que se ocasionó después. Apuntó a que, hasta donde sabe, dos hombres de apellido Rojas, que serían allegados a los Suárez, habrían empezado el conflicto en el asentamiento.

“De repente comenzaron a sonar de nuevo los disparos, ahora eran en la cuadra de mi casa. En un segundo entraron, no cinco… ¡20 tipos armados a mi casa! ¿Qué podíamos hacer? Irrumpieron, nosotros no protegimos a ningún asesino y ellos lo saben”, describió la mujer.

La Unidad Fiscal de Homicidios, que encabeza Ignacio López Bustos, evalúa que entre las familias enfrentadas -en acusaciones al menos- existía una disputa de vieja data. Las familias Cervantes y Suárez desmintieron esa hipótesis y aseguraron que nunca habían tenido problemas hasta el fatídico día en el que “Chirola” fue asesinado. Fernández, en cambio, sí hizo mención a un presunto antecedente: “ellos (por los Suárez) nos tienen bronca desde hace rato, porque ellos empezaron este asentamiento y nosotros ya estábamos acá. Nos odian porque somos honestos, ellos son delincuentes y me hago cargo de lo que digo, porque nos están ensuciando”.

Fernández desmintió además que sus familiares hayan ingresado una moto robada a su casa.

El domingo, a lo largo de la desolada avenida Vespucio, las patrullas recorrían el perímetro ante una posible venganza. Una consigna policial montaba guardia en la puerta de una casa. El clima estaba caldeado.

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