Somos muchos los que pasados 35 años todavía llevábamos en la retina esa pelota que se le cayó al flaco Ure a centímetros del ingoal en aquel partido histórico que Los Pumas empataron con los All Blacks en Ferro en 1985. Fue la tarde del enorme Hugo Porta, que con 21 puntos aquel 2 de noviembre le había dado el único empate que los argentinos habíamos logrado arrancarles a los hombres de negro. Pero… nada es para siempre. Y esta madrugada, en la lejana Sidney, en Australia, los argentinos rompimos el maleficio. Y vaya de qué manera. En su primer partido del año. Luego de haber estado meses entrenando solos en sus casas, los guerreros de Mario Ledesma jugaron un partido sublime y se impusieron a la bestia negra por 25 a 15.
Ya llegará un análisis más profundo, pero bastará decir que Los Pumas jugaron el partido perfecto. Hicieron desde el primer minuto lo que debían hacer. Y lo más importante, no permitieron que los All Blacks hicieran lo suyo. Con un juego de forwards de altísimo nivel, ganando sus pelotas en lines y scrum, pero además marcando presencia en cada uno de los mauls y rucks que se propusieron. Los argentinos fueron una máquina de tacklear y de atacar cada vez que tuvieron la oportunidad. No se equivocaron y eso fue fundamental. Ante un equipo como el oceánico, no se puede fallar o se saca del medio con puntos en contra. Y Los Pumas, además, tuvieron a un jugador clave. Y fue nada menos que el tucumano Nico Sánchez. Todos los puntos del equipo los hizo él, con un try, la conversión y seis penales. “Cachorro” se dio el gusto de romper aquella hazaña del gran Porta.Pasaron 30 partidos para que Argentina pudiera por fin doblegar al mejor equipo del mundo. Y lo hizo en su presentación en el Tri Nations más raro de la historia, con larguísimas burbujas sanitarias en Australia y sin la presencia de Sudáfrica.
Argentina, se dijo ya, jugó un partido perfecto. Contuvo a los All Blacks cada vez que quisieron atacar y en esa defensa titánica, el tucumano Matías Orlando y el santafesino Santiago Chocobares fueron dos monstruos en el medio de la cancha. No deben haber podido dormir por el dolor luego de tantos tackles, como Marcos Kremer y el capitán Pablo Matera. No hubo fisuras en el equipo argentino que fue pura emoción cuando el árbitro marcó el final del encuentro. Las imágenes de 1985 seguirán en la historia, pero estos Pumas 2020 lograron lo que ningún otro equipo nacional había logrado. Y en una madrugada inolvidable, nos hicieron emocionar a todos. Y desde adentro, con ganas de despertar a todos, salió el rugido del alma: ¡Vamos Pumas carajo!