Cuando hay voluntad y un propósito firme, los caminos se van abriendo de alguna forma. En Cardenales Rugby Inclusivo adoptaron esa filosofía desde el nacimiento mismo del proyecto, a principios de 2019, y se apoyaron en ella para atravesar un 2020 que resultó extremadamente difícil para todos, con un contexto inédito y desafíos para los que nadie estaba preparado. El fin de semana pasado, el primer equipo de rugby de Tucumán para personas con discapacidad cerró su segunda temporada con la satisfacción de haber sido capaz de sobreponerse a todas las dificultades y completar todos los entrenamientos del año a pesar del distanciamiento social impuesto por la pandemia.
"Estamos muy contentos, porque logramos los objetivos que nos habíamos puesto, que eran trabajar en la parte física de los chicos y ayudarlos en todo lo que pudiéramos en este contexto de cuarentena", destacó Pablo Varela, iniciador del proyecto de rugby inclusivo de Cardenales.
Por supuesto, al principio hubo dudas como en todos lados. "Habíamos arrancado el año con el primer entrenamiento presencial y a la semana empezó la cuarentena. Hubo un impasse en el que no sabíamos qué hacer, porque nadie sabía bien cómo iban a seguir las cosas. Finalmente, se decidió seguir con las prácticas tres veces a la semana, todo a través del Zoom. Un mundo nuevo que fuimos descubriendo. Al principio fue difícil para todos, pero con el correr de las semanas nos fuimos acomodando y pudimos darle a los chicos lo que necesitaban, a pesar de no poder estar cerca de ellos y de sus papás", cuenta el ex jugador y entrenador "purpurado".
A medida que se fue agravando la situación epidemiológica en la provincia, aparecieron otros obstáculos que le dieron una nueva dimensión al papel de Cardenales Rugby Inclusivo. "Cuando la cuarentena se hizo más estricta, los chicos tuvieron dificultades con sus institutos, colegios y con la gente que les ayuda a lo largo del año, al punto de que en un momento, lo único que tenían a mano para hacer algo diferente era el entrenamiento de rugby inclusivo. Para eso tuvimos el apoyo de los padres, que nos ayudaron muchísimo, y las ganas de los chicos, que son lo más importante de este proyecto", subraya Varela.
En ese punto, tomó mayor relevancia el aporte de Lucía Vidal y Marta Maldonado, quienes también pertenecen al programa. "Ellas comenzaron a trabajar en cosas muy puntuales y específicas para los chicos, viendo lo que necesitaban en este tiempo que pasaban todo el día encerrados. Trabajaron sobre cosas básicas, pero muy importantes para el desarrollo físico de los chicos en sus casas", valora Pablo.
Acaso la lección más valiosa que se llevan de este año tan difícil es que su resiliencia como proyecto está más que probada: si pudieron capear esta tormenta, podrán con cualquier otra. "No se paró nunca, no se suspendió ningún tipo de entrenamiento en ocho meses. Se hicieron toda clase de ejercicios, y además celebramos Día del Padre, Día de la madre, haciendo tortas, dibujos, fiestas de disfraces, prácticas de canto y mil situaciones para que nuestros chicos estuvieran bien", rescata.
Por supuesto, Pablo es sólo una de las muchas personas que lo hicieron posible: "contamos con el gran apoyo de nuestro club, Cardenales, del presidente, de la Comisión Directiva, de la Subcomisión de rugby y en general de toda la gente del club. Gracias a todos ellos, ogramos sacar adelante un año tremendamente complicado para el deporte y para toda la sociedad tucumana".